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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Centro Cultural Ricardo Carpani: un espacio de encuentro

En General Rodríguez un grupo de jóvenes creó un lugar para escuchar al otro, hacer actividades culturales y alojar a una feria de pequeños productores. Mañana las alumnas de un taller de collage harán desde las 19 una exposición y habrá música y buffet.
“Nosotros tenemos presente que la cultura es la herramienta que desarrolló el pueblo para encontrarse y por eso fue y es lo más atacado. Esto nos pareció una buena excusa para recuperar un espacio cultural en donde nos pudiéramos encontrar”, dice “Tini”, una de las fundadoras.

El Centro Cultural Ricardo Carpani hizo de la frase “la cultura tiene que ser popular y accesible a todos y no algo a lo que solo un grupo de personas puedan acceder”, su principal misión. Se encuentra ubicado en una vieja casona de la localidad de General Rodríguez, entre las calles 25 de Mayo y Belgrano, en una esquina con rejas negras y un letrero de madera. Este lugar tiene una historia corta, pero un futuro próspero y cargado de compromiso, con el propósito de ser un “centro entre muchos y no el único de la ciudad”, en palabras de uno de sus fundadores.

La justicia social, la equidad de oportunidades y la decisión de no dejarse tirar abajo y formar un espacio de resistencia fue lo que impulsó la primera peña en febrero de 2024. “Tini”, una de las personas que impulsaron este lugar, junto con “Fer”, “Cartu” y otros compañeros con ideales afines, nos dio la historia de primera mano. Ella nos contó que la peña del 19 de febrero surge como una reacción al malestar político y social que se gestó a principio de año con el cambio de gobierno. “Nosotros tenemos presente que la cultura es la herramienta que desarrolló el pueblo para encontrarse y por eso fue y es lo más atacado. Esto nos pareció una buena excusa para recuperar un espacio cultural en donde nos pudiéramos encontrar, recuperar un poco de nuestra historia y, por sobre todo, abrir el espacio de diálogo y escucha”.

“Tini” recuperó una frase muy acertada del escritor y militante Arturo Jauretche: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”. Y justamente es esto lo que decidió hacer la gente del Carpani, ser proactivos y generar un espacio de resistencia, no solo de encuentro y esparcimiento. Así, nacieron los viernes de “Pizza, birra y debate”, un momento donde comías una pizza, tomabas una cerveza y te escuchabas con el otro. “Lo novedoso del espacio fue que, si bien nosotros somos militantes peronistas y el espacio tiene una impronta nacional y popular, siempre estuvo abierto para escuchar todas las voces. Han venido vecinos que no opinaban como nosotros y con los que no estábamos del todo de acuerdo, pero que pudieron dar su punto de vista, ser escuchados y discutidos, todo dentro de un ámbito de mucho respeto y responsabilidad”.

La hora de los talleres

Desde acá se empezó a sostener y difundir el espacio como un lugar de comodidad y distensión, pero con responsabilidad social. Sin embargo, todavía faltaba algo: la cultura y la educación. ¿Cómo se impulsó esta pata tan fundamental del centro? En palabras de ella, “las personas que venían a las peñas y a los debates se empezaron a ofrecer para dar talleres, ya sea de folklore, de collage, escritura creativa o poesía. Todo esto fue autogestionado y dio forma a este espacio como un centro cultural.  Algo que caracteriza al Carpani es que los compañeros que participamos en él estamos convencidos de que la cultura tiene que poder tener una política de autofinanciamiento. Todas las actividades que tenemos las generamos con recursos propios, por ejemplo, con lo que nos deja el buffet en peñas o noches de tango”.

Los talleres empezaron a tener una estructura más sólida a partir de mitad de año, los lunes con el taller de folklore, los martes con collage y los miércoles de poesía y escritura creativa. Clara Domenech, profesora de artes visuales con orientación en pintura y encargada de dar el taller de collage, nos comentó cómo lo pensó y llevó a cabo. El objetivo principal de este es que “las personas que asistan puedan comenzar a manipular y dominar técnicas básicas de collage. Por ejemplo, experimentar con distintos tipos de materias, dominar herramientas específicas que faciliten los trabajos y no solamente trabajar en una cuestión bidimensional del papel, sino que también se utiliza la tridimensión, el volumen, mecanismos de papel y demás técnicas más complejas en las que se van avanzando de forma gradual, clase a clase”.

En este espacio se busca reivindicar el lugar que tiene esta técnica en la sociedad,  ya que, de acuerdo a la docente, “muchas veces se reduce a algo infantil, como si fuera algo malo, que, si bien tiene algo lúdico, del juego y del azar, lo que se busca es que cada encuentro sea enriquecedor y que mientras probamos cosas también vamos aprendiendo teoría del color, composición o analizando obras de diferentes artistas”.

Estas actividades son para encontrarse a uno mismo, de conocerse y educarse y ella trata de “ampliar mucho el campo para que todas las personas que asistan se sientan identificadas y puedan encontrar su propia voz, prueben distintas técnicas y vayan eligiendo lo que más las identifica. Para poder elegir hay que conocer, entonces conocemos un montón de cosas que después vamos aplicando en pequeñas producciones que se realizan en el encuentro de 1 hora y media”. Clara piensa la relación entre el centro y el taller como una colaboración conjunta y recíproca, ella tenía una idea que saliera del ámbito educativo, que le generara un ingreso extra, ellos, buscaban aportar a la comunidad. También nos comentó que “los beneficios son geniales”, dispone de un “espacio hermoso, luminoso, con personas cálidas, atentas. Es un lugar popular, abierto a la comunidad, con personas que se alinean ideológicamente a lo que yo pienso y eso me hace sentir muy cómoda, esto fue un motivo fundamental para yo elegir el centro para dar el taller”.

Lo simpático de brindar un taller de este estilo en “el Carpani” es que “nos cruzamos personas con las que pensamos diferentes, con las que se dan espacios de charlas geniales donde hay una claridad ideológica que no es menor en momentos de crisis”. Por eso, para Clara, es importante “contar con un espacio donde se valora al artista como un trabajador y donde se brinde un lugar de debate político”. Aunque está pensado para personas de todo tipo de género a partir de los 15 años, en dicho taller actualmente asisten solo mujeres en un rango etario variado, desde los 20 hasta los 65.

“Ellas están en la misma mesa, todas mezcladas, cada una con su trayectoria e historia personal, abiertas a compartir lo que saben y con una escucha atenta a lo que les traigo para compartir. Existe un ida y vuelta, miramos las obras de la otra para sacar conclusiones, lo que genera algo muy lindo, donde estamos ahí, presentes, con los celulares en la mochila, en un espacio creativo y de diálogo”, reflexiona.

Para ella, como armadora del grupo, “es importante que las participantes se sientan bien, orgullosas de sus obras y con la seguridad de exponerlas. Son personas que están estudiando, jubiladas, personas que están a full y que se toman un rato para hacer algo creativo. A veces saben e hicieron otros talleres y a veces no tienen idea y caen y se sorprenden de los resultados”. Con menos de tres meses de haberse iniciado ya habrá una exposición de las obras realizadas, en ellas se reflejan los estados de ánimo y el ser de cada una de las participantes. Esta se hará el sábado 21 de diciembre a partir de las 19, con música y cantina para seguir apoyando el autofinanciamiento del centro.

La feria de emprendedores

Otra arista importante es el origen de la Feria Libre Itinerante Autogestiva (FLIA), esta se creó como un impulso a la economía popular, a la comunidad y a los emprendedores de General Rodríguez, por eso, en palabras de “Tini”, es “algo más que un intercambio comercial”. Una forma de acercar productos que no siempre son accesibles a todos los tipos de bolsillos. Por ejemplo, alimentos saludables, frescos y de calidad que no son fáciles de conseguir, productos hechos a mano o de la cultura popular que se encuentran en locales específicos o herramientas para otros emprendedores.

Sebastián Fassio, emprendedor de “El gato negro”, negocio de papelería gráfica y feriante de la FLIA, revaloriza la importancia de que la feria sea en un centro cultural y accesible a todos. “Lo que me motivó a participar es el hecho de que es un espacio cultural y no un bar o un lugar que es alquilado para ser feria, tampoco cobran arancel al feriante, por lo que tiene una lógica más de servicio a la comunidad”. Al igual que “Tini” o Clara, él entiende que lo que “se busca en los centros culturales es que la gente habite el espacio, que vecinos de la zona o gente que se quiera ganar el mango, sepa que puede ir y poner una mesa y que no se le va a cobrar tanto o nada, y más en momentos como este”.

Todos remarcan la importancia de la cooperatividad  y el poder crear desde la unión formas de ayudar a otras personas que a lo mejor no están en su mejor momento económico. Según Sebastián, en “El gato negro” se piensa también en aportar a otros emprendedores, “con precios diferenciales o algo así, porque entendemos que es gente que está en la misma que nosotros. A lo mejor lo tienen como único sustento y si nos ayudamos entre nosotros, vamos a poder llegar más lejos cada uno”. Para él, en estos lugares de trabajo “el mejor incentivo que uno puede tener es que lo traten bien y que haya un intercambio de ideas que ayude a potenciar el alcance de la feria, por ejemplo, hacerla en simultáneo a eventos”. Tal fue el caso de la noche del pasado viernes 13 de diciembre, cuando se realizó la última noche de tango, punto culmine de todo un año lleno esfuerzo y trabajo duro.

Esa noche tuvo la particularidad de contar con la presencia de personalidades destacadas, tales como Nora Veiras, editora general de Página 12, las obras de  Guillermo Verón, reconocido artista plástico de Rodríguez o el colectivo de Fileteadoras del Conurbano, haciendo un mural en el momento. Ese viernes por la noche confluyó todo lo que hacía, y hace, al Centro Cultural Ricardo Carpani, “El Carpani”, talleres, personas y personajes que estuvieron todo el año presentes de una manera armoniosa y consciente.

Mientras sucedía uno de los murales hablamos con “Mara”, miembro de Fileteadoras del Conurbano, colectivo de arte con más de 20 años de trayectoria. Ella nos contó que la idea artística del mural tomó inspiración a partir del artista homónimo del centro. “Como el lugar se llama Carpani y él fue un muralista muy importante de Argentina, se me dio la idea de pintar un mural en vivo en vez de pintar un cuadrito. Desde este muralcito con estética de filete se conmemora a Carpani, a los derechos humanos [con un pañuelo que referencia a las Abuelas de Plaza de Mayo], al tango, al peronismo [con una flor “No me olvides”] y a la cultura argentina”. Con su grupo de compañeras pone en valor el filete como un patrimonio de la humanidad, una expresión cultural hermana del tango.

Es importante entender que la movida cultural que se dio esa noche permitió reafirmar el compromiso del centro con sus valores políticos, con la comunidad de la que forma parte y con la cultura argentina desde un lugar de resistencia y revalorización. También se realizó un balance de fin de año, de qué se hizo, cómo, por qué, de qué manera y la proyección al 2025 con la inauguración de un centro remodelado para su primer aniversario. Tal evento se realizará el sábado 15 de febrero con una noche con lo mejor de cada espacio que tiene “El Carpani”.

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