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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Trabajos que dan libertad

Una cooperativa del oeste del Conurbano agrupa y da oportunidades laborales a quienes hayan estado en conflicto con la ley. Confección de bolsas, albañilería, reparaciones eléctricas y herrería, entre las distintas acciones que realizan sus asociados.
Las mujeres participan activamente de la cooperativa. Foto: gentileza Adrián Alfonzo.

La Cooperativa Liberados y Liberadas del barrio Ejército de los Andes de Tres de Febrero da trabajo para personas que hayan estado en prisión. Las actividades son variadas y les permiten tener un sueldo fijo. Principalmente,  se dedican a la confección de bolsas de residuos, un proyecto que comenzó recientemente. ¿Cómo lo hacen?

Adrián Alfonzo, fundador e ideólogo de la cooperativa, situada en barrio popularmente conocido  como Fuerte Apache,  cuenta los inicios: “El proyecto nació con una propuesta de unos compañeros, Gualdemar Cubilla y Mario Cruz. Ellos estaban armando el proyecto Potenciar Trabajo que proponía más empleo para menos reincidencia y después de un tiempo sin recibir ayuda llegó la propuesta al Congreso con la ayuda del Diputado Nacional Leonardo Grosso. Ahí nos incluyeron y fue un golazo porque a nosotros los liberados. Me incluyo ya que también estuve detenido, siempre nos tuvieron marginados de la sociedad por errores que uno comete en la vida”.

También cuenta Adrián: “Me ofrecieron puntualmente coordinar a los chicos del Partido de Tres de Febrero y a raíz de esa cooperativa que iba a manejar tenía que presentar un proyecto productivo para generar trabajo. Esto es muy importante porque creemos que a un detenido o alguien que fue un delincuente la cabeza le puede llegar a cambiar con trabajo. Esas personas actúan de cierta forma porque necesitan plata para sostener a su familia”.

“Entonces surgió esto de la confección de bolsas que era un oficio fácil de enseñar y que en la zona se vende mucho. Lo sabía porque mi hermana se dedicó a eso mucho tiempo. Ahora el proyecto está aprobado y se está generando cada vez más trabajo. A cada chico que sale de estar detenido y recurre a nosotros, se lo anota y cuando nos dan el alta lo incorporamos. Reciben un salario mínimo de dieciséis mil pesos y se le paga aparte por producción lo de las bolsas”, explica el fundador de la cooperativa

Un proyecto cooperativo que crece y cree en la economía social

Su proyecto de confección de bolsas se presentó hace más de un año y  desde hace siete meses genera trabajo. Cuentan con un local que se está refaccionando,  donde tienen la maquinaria necesaria. Vanesa Rodríguez,  coordinadora y presidenta de la cooperativa, dice: “Esta idea resultó novedosa entre las cooperativas de liberados porque suelen recurrir al reciclaje. Consiste en pegar y cortar el material para las bolsas. En un futuro queremos vender nuestros productos al por mayor en lugares públicos, como por ejemplo hospitales”.

También explica por las acciones burocráticas que debieron pasar para que todo marche y qué obtuvieron en consecuencia: “El proyecto lo presentamos en el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES); una vez que lo aceptaron nos bajaron las máquinas y la plata para que podamos comprar la materia prima que son las bobinas. A medida que generamos los ingresos de las ventas vamos presentando los balances que nos piden para asegurarse de que todo marche bien, ya que desde el Banco Central nos otorgaron el dinero para sacar adelante el proyecto. En el caso de que sigamos trabajando de buena manera podemos seguir presentando proyectos. Por ejemplo, estamos pensando en presentar la idea de tener las máquinas necesarias para producir el polietileno que sirve de materia prima para las bolsas”.

“Hoy en día somos una empresa matriculada como cualquier otra, los chicos están avalados por la UTEP (Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular) que funciona como sindicato para ellos; todos nuestros compañeros tienen obra social y un delegado elegido por ellos mismos”, aclara la presidente de la cooperativa.

Vanesa revela las convicciones a las que apuntan como cooperativa: “Nuestro propósito es que los chicos que coordina Adrián que están con arrestos, algunos con pulseras y otros con libertad cumplida o condicional, no vuelvan a reincidir. Siempre apoyándolos para que no vuelvan a delinquir, hasta que nos vengan con la buena noticia de que consiguieron un trabajo en blanco y de todas formas ayudarlos para que se lleven un poco más de plata dándole empleo una o dos veces por semana o en lo que se pueda.”

“Dentro del contrato de la cooperativa somos cinco personas aparte de mí y decidimos poner a los liberados en ese espacio ya que el proyecto es de ellos y junto a ellos tenemos que seguir creciendo. Porque son muchísimos los ex detenidos que vienen a nuestro lugar de trabajo a decir que quieren laburar y no quieren hacer más nada fuera de la ley”,  comenta la coordinadora.

Algunos socios de la cooperativa también realizan trabajos en electricidad y herrería Foto: gentileza Adrián Alfonzo

La importancia del proyecto en la vida y economía de los trabajadores

Adrián nos brinda su mirada sobre lo importante que resulta la cooperativa para él y para quienes se encuentran bajo su coordinación: “Es muy importante que por medio de la ayuda económica que podamos brindarle los chicos y chicas que vienen no vuelvan a caer en la delincuencia. Esto nos permite estar cerca y poder apoyarlos. Como yo estuve detenido mucho tiempo sé cómo hablarles y aconsejarlos para incluirlos en lo laboral y que dejen de pensar en hacer o cometer algún error”.

“Mi meta es que la persona que viene a trabajar conmigo tenga un salario mínimo, que valore el trabajo y no robe más. Después lo que más me gratifica es que venga un familiar o la pareja de un ex detenido y me de las gracias por los cambios que llega a tener. Yo trato de entrar por mi experiencia dentro de la cárcel y demostrarles que con trabajo se ve el cambio”,  afirma el coordinador de Liberados y Liberadas.

Érica Larregina,  de 41 años, es parte de la cooperativa y cuenta su experiencia: “Llegué acá por Vane,  que nos conocemos desde chicas. Ella sabía de mi situación en la que estaba con un arresto domiciliario y arrastrando un estado depresivo que no me permitía generar ingresos para mi casa. Por esto me brindaron ayuda, pude ser parte de la cooperativa desde mi hogar y tiempo después me sacaron la pulsera. Ese momento fue  muy emocionante’’.

La trabajadora expresa que “antes de la cooperativa mi marido estaba con changas y después de estar diez meses detenida me encontraba encerrada en mi casa en la que siquiera tengo balcón. Había meses que teníamos que recurrir a ayudas de familiares y por suerte en estos momentos me encuentro en la situación de tener un ingreso fijo para poder comprarles a mis hijos al menos lo mínimo para que no les falte nada’’.

“Me cambió totalmente. Con lo que gano empecé a invertir en cosas para revender y gracias a eso pude terminar el colegio. Tener mis ingresos me hace sentir viva, me hace sentir mujer. Yo pasé por violencia de género y muchas cosas más, gracias a la cooperativa cambió mi mente, se puede vivir sin andar en el camino incorrecto. Sin esta ayuda no sé dónde estaría hoy, cada día voy por más y estoy muy agradecida a LyL”, agrega Érica.

Tambié, Luis Saucedo hace visible su historia: “Estaba vendiendo en la calle y un día me lo encontré a Adrián, me comentó sobre la posibilidad de trabajar en la cooperativa. Antes de eso nadie me dio oportunidad por el tema de los antecedentes, entonces acepté sin problemas y ahora me dedico a hacer diferentes tareas, por ejemplo albañilería, corto el pasto, ayudo con todo lo que es mantenimiento de las plazas y aparte confeccionamos bolsas de residuos’’.

Él da a conocer el alivio que significa ser parte de la cooperativa: “Para mí  fue muy importante por el hecho de que confiaron en mí y me dieron la posibilidad de demostrar que a pesar de haber estado preso eso no me condiciona como una mala persona, solo fue un error. La cooperativa me ayudó a demostrar que uno puede hacer cualquier cosa que se proponga para salir adelante y ganarse el sueldo dignamente para alimentar a su familia. Me satisface el alma y me da dignidad”.

“Ojalá haya más oportunidades como esta que yo tuve porque conozco mucha gente que no tiene esa posibilidad y lamentablemente reinciden en el delito. No quiero justificar pero es muy difícil conseguir trabajo y más aún para la gente con antecedentes como yo. Es casi imposible tener un trabajo en blanco y esta cooperativa nos da esta posibilidad e inclusive de aprender otros laburos, por ejemplo, yo no tenía ni idea de cómo cortar bolsas o hacer albañilería y acá estoy aprendiendo”, expresa Luis.

Por último, Germán Libindo realiza tareas de electricidad, construcción y pintura en la parte territorial de la cooperativa y también es parte de la producción de bolsas plásticas. “En lo personal me ayudó un montón y en lo económico muchísimo. Yo ingresé en la época de pandemia donde estaba muy jodido conseguir trabajo. Antes no tenía mucha vida social y ahora conozco mucha gente. Además estamos muy encima uno de los otros para no errar el camino porque tener trabajo da dignidad. La cooperativa me cambió la vida’’, comenta este trabajador.

“Lo bueno es que está saliendo todo al pie de la letra, aunque hay algunos chicos que lamentablemente tienen su recaída, pero es algo normal en este tipo de cooperativas. Dentro de todo podemos brindarle a los trabajadores un salario digno, obra social y estamos creciendo cada vez más”, concluye Adrián el líder de la cooperativa Liberados y Liberadas. En suma, una experiencia de economía social que intenta demostrar que tipo proyectos rinde sus frutos.

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