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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Locales de ropa: las ventas deshilachadas

Caen la producción textil y la venta de indumentaria. Los negocios, que ya habían tenido un 2023 flojo, ahora venden todavía menos. Las ferias, un rebusque.
“Antes la mayoría era todo efectivo, ahora es mayormente cuotas”, reconoce Rocío Saavedra, del local Anto Saavedra, de San Miguel.

Un duro comienzo de año se presentó para diferentes industrias desde la asunción de un nuevo gobierno en el país. La industria textil no fue la excepción: la fuerte suba de precios y sobre todo la pérdida del poder adquisitivo en la población golpearon a los negocios que ya venían en caída.  Al menos así lo refleja un informe realizado por la Fundación Proteger,  que analiza los datos del sector durante los meses de enero y febrero de 2024, arrojando un resultado preocupante. El 87% de las empresas textiles registró en el primer bimestre de este año una caída de las ventas.

El trabajo también muestra cómo el 21% de las empresas disminuyó la cantidad de puestos de trabajo en febrero 2024 en relación con diciembre de 2023. Menos ventas generan menos producción, lo que se traduce en menor empleo. Este hecho afectó, casi como un efecto dominó, a los locales de ropa que compran las prendas a las empresas textiles para acercarlas al consumidor.

“Ahora la venta cayó muchísimo”, cuenta Mariana Islas, dueña del local Gatopardo Jeans, ubicado en la localidad de San Miguel. Igualmente aclara que esta situación no es nueva y que las ventas vienen disminuyendo desde hace algunos años. “No era extraordinaria ya la venta el año pasado. Se vendía poquito, ahora de ese poquito se vende menos. Claro que es peor, se vende mucho menos. Los alquileres suben, la luz sube, todo sube y la venta baja”, relata.

Islas también destaca que las cosas “están caras” y se hace difícil para la gente poder comprar, pero lo que más preocupa es la falta de empleo. “Nos manejamos así porque no hay ventas. Si estamos dos o tres acá trabajando, alguien estaría de sobra”, reconoce la dueña del local cuando se le consulta si tiene empleados en su negocio.

En Gatopardo Jeans no son fabricantes, sino que consiguen indumentaria de distintas empresas. Pero ante el aumento de los precios, Islas dice: “Yo desde hace ya un tiempo debo tener los pantalones discontinuos, es decir, que no tengo todos los talles en un modelo o en el que me pedís todos los números”. Explica que comprar toda la tanda de pantalones llevaría el precio de la prenda al doble del que tiene hoy en día.

Respecto a la clientela habitual, la comerciante destaca la fidelidad de sus consumidores. No obstante, la constante suba de precios y la falta de empleo afecta a todos. Según Islas, sus clientas le cuentan que todo está caro y que priorizan la comida por sobre todo lo demás. “Vienen cada vez más espaciado, hay días que se hace una sola venta. Empeoró muchísimo”,  concluye.

Rocío Saavedra, quien trabaja como encargada en Anto Saavedra, un local ubicado sobre Avenida Perón en la localidad de San Miguel, aporta su visión del comienzo de este año respecto del año pasado. “Empezó bastante flojo este año a los que veníamos. Lo que fue enero, febrero y marzo se sintió la diferencia a otros años. Abril y ahora mayo mucho mejor”, declara.

“Esta carísima la ropa, se mantiene siempre el mismo margen, pero está mucho más cara”, agregó la encargada del local. Si bien la tienda trata de mantener la mayor cantidad de talles en los productos, al no ser fabricantes deben comprar la mercadería y la suba de precios hace que se gaste mucho más dinero. “Se gasta mucho más dinero para volver a reponer todo”, dice Saavedra.

Son varias las chicas que trabajan en Anto Saavedra, el local es amplio y cuenta con mucha variedad de ropa, especialmente femenina para fiestas o salidas. La encargada aclara que mantienen el personal y que de hecho en diciembre incorporaron dos chicas de manera fija. Hace poco sumaron dos empleadas más pero solo para los sábados, el día con mejores ventas. “Solo tuvimos que dar de baja a una chica a principio de año porque fue un momento medio flojo, pero bueno, ahora remontó un poquito”, relata.

En comparación al invierno del año anterior, las ventas fueron más lentas. “El año pasado las ventas arrancaron mucho mejor porque se habían vendido camperas de invierno muchísimo y este año tardó un poquito”, cuenta Saavedra y agrega: “Ahora en invierno salen muchos abrigos, camperas, tapados, suéteres, buzos, es lo que más se vende”.

Algo a destacar es que Anto Saavedra cuenta con una página web donde se toman pedidos y se realizan envíos. Lo interesante son las promociones online donde la gente aprovecha la posibilidad de pagar en seis cuotas sin interés, algo que se refleja en el mismo establecimiento. “Antes la mayoría era todo efectivo, ahora es mayormente cuotas. Y si hay seis cuotas mucho mejor, la gente aprovecha un montón.”, comenta.

Feriantes: otra opción a la hora de vender y comprar

Ante la suba de los precios, la gente busca diferentes maneras de cuidar el bolsillo. Es así como ante la imposibilidad de acceder a los productos de los locales o tiendas por su alto costo, aparecen las ferias de ropa,  donde se puede conseguir indumentaria de segunda mano o usada a un costo mucho menor.

“Ahora hay muchos puesteros, a veces se vende bien y otras veces no. Puede ir cualquiera a vender, pero hay gente que va desde hace muchos años y ya tienen sus lugares. Nadie paga nada por vender”, cuenta María Viviana Albarracín, feriante de la localidad de Merlo. Ella lleva en la feria unos cinco años, se traslada con sus bolsas de ropa en el auto de su marido hasta una plaza ubicada en Libertad, los jueves y domingos.

Albarracín se dio cuenta que estos últimos meses se incrementó la cantidad de gente que acude a la feria, llegando al punto que “no se puede caminar” debido a la gran concurrencia. “Es impresionante la gente que va, hay mucha necesidad, mucha gente que quedó sin trabajo, gente joven, no hay edad”, relata.

Son varios los partidos en donde pueden verse ferias de ropa en las plazas, siendo el caso de Ituzaingó o Morón. Las transacciones suelen ser por productos de segunda mano o con muy poco uso, con la posibilidad de pelear el precio de la prenda en cuestión. “Todo depende del estado de la prenda que vos tenés que vender. Si está bien, no está descosido o rota hasta siete le podés sacar”, aporta Albarracín.

La feriante  comenta que cuando la ropa tiene daños o detalles se hacen ofertas o promociones: “Hacés un montoncito de ropa que,  ponele le falta un botón o tiene una manchita que no salió y lo ponés de oferta. La gente todo lleva, nada deja y cuanto hay más cosas de marca, vuelan”.

Las ferias ofrecen la posibilidad de encontrar artículos en muy buen estado, aunque es necesario ir con tiempo para recorrer la enorme cantidad de puestos que se presentan. “Los domingos se vuelve más grande, hay muchísimos puesteros, se llena. Tenés que ir con tiempo para caminar, podés encontrar hasta el mínimo tornillito que necesitás.”, aconseja Albarracín.

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