El próximo 15 de diciembre se cumplirán 3 años de la publicación de la Ley 27.580, que aprobó la ratificación del Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, por parte del Congreso de la Nación. La sanción de esta Ley colocó a la Argentina como el tercer país del mundo en adherirse. Dicho convenio reconoce que las mujeres son las más expuestas a la violencia y al acoso laboral, en particular, quienes se encuentran en situaciones más vulnerables, realizan tareas nocturnas o son migrantes.
El sufrimiento laboral se ha convertido en un tema urgente de agenda pública, que merece nuestra atención. Según un estudio reciente, el 40% de los empleados informa haber experimentado algún tipo de maltrato en el trabajo. En este último tiempo se lo llamó mobbing, pero el acoso laboral es un problema que viene de años. Es la violencia ejercida en el ámbito laboral por compañeros o superiores, con el objetivo de que la víctima renuncie a su puesto de trabajo, atacando su dignidad personal y disminuyendo su comunicación con los demás. Se trata de prácticas inaceptables, comportamientos, o amenazas, que causen un daño psicológico, físico, sexual o económico.
El mobbing ha sido definido en el campo de la psicología en la década de los años ochenta por el profesor sueco Heinz Leymann como “aquella situación en la que una persona ejerce una violencia psicológica externa, de forma sistemática y recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona o personas en el lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona acabe por abandonar el lugar de trabajo”.
Hernán Manzotti, licenciado en Relaciones de Trabajo y docente en la UNM, afirmó que el maltrato laboral siempre va a tener la característica de ser silencioso, además de ser algo continuo y sutil. Es por ello que se torna “muy difícil poder detectarlo”, no se trata de algo que irrumpe intempestivamente, sino que se va dando con el tiempo. “En los ámbitos laborales, se manifiesta desde los inicios de una relación laboral, por ejemplo, con contratos poco claros o imprecisos, muchas veces se desconocen cuestiones básicas como los salarios de trabajo, las licencias y hasta el salario que van a percibir. Esto la gente en general no lo pregunta.”, expresó.
Por otro lado, Jorgelina Aglamisis, Integrante de la UCC (Unidad de Conflictos complejos) dependiente del Directorio en CONICET, destacó la noción de “contrato” para abarcar el tema. Lo definió como un trato, un “convenio de un asunto entre distintos”, en el que se establecen derechos y obligaciones. “Todo contrato, cualquiera sea su naturaleza (verbal o escrito), define bordes, límites claros y hasta obvios para ambas partes”, afirmó la investigadora. Desde el punto de vista organizacional, el maltrato califica en sentido negativo el trato, es la violación de un contrato.
Soledad Olthoff, empleada de comercio de la localidad de Marcos Paz, contó que en su anterior trabajo, cada vez que debían ordenar el depósito, sus compañeros varones la mandaban a ella. “Me decían que lo hiciera yo porque se supone que ordenar es trabajo de mujeres”, destacó. Por ello es necesario que el empleador, como persona a cargo, resguarde los derechos fundamentales de las personas que trabajan y las proteja contra toda forma de maltrato, acoso, abuso y discriminación.
“Recibí maltratos de compañeros por el simple hecho de ser más joven, me mandaban a hacer todo”, expresó, por su parte, Juan Romero, empleado nacido en Marcos Paz. Es algo muy común que se subestime bastante a la figura del joven trabajador, como alguien más dócil y fácil de manipular o mandar. Juan comentó: “Muchas veces dejamos pasar chistes homofóbicos o gordo fóbicos y no tomamos en cuenta el peso que esto tiene en las personas de nuestro alrededor. Estamos naturalizando ese tipo de violencia”.
La persona que sufre el acoso debería poner en conocimiento del empleador los hechos, y requerir la adopción de medidas adecuadas y urgentes para impedir su reiteración. Manzotti comentó que “como medida preventiva, me parece que en principio, visibilizar qué es lo que está pasando, empezar a ponerlo en palabras, esto es como cualquier situación de violencia, incluso yo muchas veces hago la analogía con la violencia doméstica, lo importante es que esto se pueda hablar y que pueda salir de esa situación”. Agregó que el servicio médico cumple un rol fundamental, dado que estos “tienen que estar atentos a esto, porque muchas veces las manifestaciones empiezan a ser psicosomáticas”.
El maltrato laboral no es simplemente una experiencia desagradable en el trabajo, es una carga que pesa directamente sobre la salud de los trabajadores. El estrés crónico, la ansiedad y la depresión, no solo afectan el bienestar emocional y la productividad, sino que aumenta la vulnerabilidad a enfermedades cardíacas y otros problemas de salud. Por eso mismo se destaca el acceso a los servicios de salud mental como una herramienta fundamental para promover el bienestar de los trabajadores.
La capacitación al personal, el establecimiento de canales de denuncia efectivos y el fomento de una cultura de apoyo, pueden marcar la diferencia. Como también es fundamental realizar campañas informativas y preventivas que traten el tema, por ello las empresas deben reconocer la importancia de la salud y el bienestar de sus empleados para garantizar un entorno laboral productivo y sostenible. Al abordar este problema de frente, no solo mejoramos la calidad de vida de los trabajadores, sino que también contribuimos a entornos laborales más productivos y éticos.