
Raquel Chan es una de las científicas más distinguidas en las áreas de Bioquímica y Biotecnología Vegetal en Argentina. Es investigadora superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) y profesora titular de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y directora del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL, CONICET-UNL).
Ella es autora de más de 100 artículos publicados, decenas de artículos de divulgación e inventora de 9 patentes internacionales, todas transferidas a empresas biotecnológicas. ANUNM dialogó con Chan sobre el reconocimiento que recibió por parte de la Fundación Bunge y Born, el desarrollo de la técnica de transgénesis del gen HB4 y la figura de la mujer en la ciencia.
¿Qué significó para usted este año recibir el premio por su contribución en el área de Agrobiotecnología por parte de la Fundación Bunge y Born?
El premio es un mimo grande. Es un reconocimiento sobre todo, por un lado, de la Fundación y por otro lado de los colegas, porque esto tiene dos jurados, o sea, tiene dos instancias de evaluación, una con un jurado general que propone una terna y un segundo que elige de la terna. Obviamente es una alegría, está bien y es un mimo personal.
Por otra parte, tiene una importancia fundamental porque la Fundación Bunge y Born, así como también la Fundación Konex, donde recibí recientemente el Premio Konex de Platino, están poniendo a la ciencia en un escenario importante. Estas fundaciones hacen su pequeña contribución, como hacemos todos, en la importancia de la ciencia y cómo tales que provienen originalmente del marco privado, reconocen la actividad científica como algo relevante.
En el campo de la ciencia, es de público conocimiento que usted junto a su equipo de investigación del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL), crearon una técnica de transgénesis para que los cultivos sean más tolerantes y resistentes a la sequía. ¿Podría comentar en qué consiste la misma?
Lo nuestro fue más bien un desarrollo, usando técnicas desarrolladas por otras personas. Lo original en nuestro caso fue encontrar un gen de girasol que le confiere a otras plantas, en primera instancia, la tolerancia que tiene el girasol para resistir más días que otras plantas, como el maíz o la soja, sin recibir agua. Entonces, no es una técnica en sí, sino que implica primero ciencia básica. Es decir, hacerse una pregunta fundamental, que es por qué el girasol aguanta más tiempo sin agua que otra planta.
Como todas las plantas tienen muchos genes que son iguales, así como también los humanos, los genes que los diferencian son muy poquitos. Entonces, tratamos de aislar los genes con conocimientos muy primitivos en el momento de la experimentación porque hoy se sabe muchísimo más de los genomas. Pero aislamos los genes de a uno, ya que la planta tiene 50.000 genes. Buscábamos genes específicos que regulan a otros genes. Los poníamos en una planta modelo que se llama Arabidopsis thaliana, le pedíamos el comportamiento frente a la falta de agua y de esa forma descubrimos el gen HB4, que le confería a la planta receptora mucha tolerancia a la sequía.
Después hicimos a través de las instituciones, Universidad Nacional del Litoral y CONICET, un convenio con una empresa, que era capaz de lo que nosotros no éramos, que es de escalar esto a los cultivos. Ahí empezamos a trabajar en forma conjunta y transformamos plantas de trigo, maíz, soja y alfalfa, y empezamos a desarrollar esos cuatro cultivos. Avanzaron más rápido la soja y el trigo.
Hace dos años, se aprobó que todo cultivo transgénico requiere una cantidad de ensayos regulatorios. Esas fueron nuestras primeras alegrías, digamos ver que el gen funcionaba a campo, al aire libre y en cultivos, pero como es un organismo genéticamente modificado o transgénico requiere de toda una acción regulatoria.
¿Podría explicar el mecanismo de respuesta que activa el gen HB4 cuando a las plantas les falta agua?
En realidad, lo hemos estudiado durante muchos años, todavía nos quedan muchas preguntas, es algo multifactorial. Si lo tuviera que decir en palabras muy simples: la planta no sabe que no tiene agua, o sea, el gen dispara un mecanismo por el cual la planta se enceguece a la sequía, entonces sigue creciendo. Si eso se prolonga demasiado tiempo, se va a morir porque ninguna planta vive sin agua, pero durante mucho tiempo sigue creciendo y produciendo, y es como que no se enterara de que le falta el agua. Al ser una negadora de su situación, sigue creciendo y produce mucho mejor frente a la sequía que una planta normal sin el transgen HB4. Cuando la planta tiene sequías, cierra los estomas, que son agujeritos que tiene la superficie de las hojas por los cuales las plantas transpiran.
Entonces, como sabe que no tiene agua, deja de transpirar, pero el problema es que también deja de hacer fotosíntesis. El dióxido de carbono que entra para hacer fotosíntesis ingresa por el mismo agujerito que sale el agua, en consecuencia, esas plantas dejan de producir.
En cambio, a las plantas a las que se les confiere el gen HB4, hacen un uso mucho más eficiente del agua y es ambientalmente muy amigable, ya que el agua es uno de los recursos más preciados que tenemos los seres humanos y al poder producir más granos con menos agua, eso le da una ventaja significativa.
En una entrevista usted comentó que está investigando el gen HB11. ¿Podría explicar en qué consiste el mismo y qué hallazgos encontró hasta el momento?
Ese gen al ponerlo en otras plantas confiere tolerancia al anegamiento y un aumento considerable de producción. Al gen lo pusimos nosotros en maíz, arroz y soja. Al arroz y el maíz ya lo estudiamos mucho, también tenemos varios trabajos publicados y los resultados son fantásticos. En la soja, lo del anegamiento todavía no está aprobado, pero sí en aumento de producción, sobre todo el número de granos. En el caso del maíz y el arroz, hicimos mayor número de granos y producción. El HB11 confiere un aumento de producción muy interesante a ambos cultivos.
También descubrimos un hallazgo que llamamos casual. Tuvimos un tornado en Santa Fe en marzo de 2019, que no fue clasificado como tal, pero hubo una tormenta muy fuerte que se llevó puesto todo. Se volaron todos los techos, acá fue bastante fuerte y se volaron todos los cultivos que teníamos en el ensayo experimental. Aunque las plantas que tenían HB11 seguían dando granos. Entonces, empezamos a estudiar eso y vimos que generaba también una tolerancia a la defoliación.
Siguiendo en línea con lo mencionado más arriba, ¿cuál es su visión acerca de los transgénicos?
Son los alimentos más seguros porque ningún alimento pasa tantos exámenes como estos. Tienen muchísimo control regulatorio por especialistas para que sean seguros y creo que es una de las herramientas, no la única, por la cual nosotros tenemos que tratar de mejorar nuestra producción de alimentos en la misma superficie para esta población que sigue creciendo, gracias al aumento de la esperanza de vida. Desde el punto de vista de la ciencia, lo que podemos hacer es contribuir a mejorar dicha producción y que eso no sea un problema.
En cuanto a los agroquímicos, ¿tiene alguna opinión al respecto?
Los agroquímicos por definición son químicos que tienen un grado de toxicidad. La mayoría son herbicidas, que matan malezas; fungicidas, que matan hongos; o insecticidas, que matan insectos. En este sentido, lo que mata no puede ser bueno. Por ahora no se ha inventado nada mejor y que no se produzca ningún cultivo extensivo sin el uso de agroquímicos. Por ejemplo, un agricultor que tiene que producir 100 o 20 hectáreas de trigo, soja o maíz, y no tira herbicida, va a tener una producción mucho menor. Lo mismo pasa con los fungicidas, tenemos ataque de hongos, vamos a tirar un fungicida. Hay que desarrollar cosas no tóxicas, lo que no se puede ser es negacionista.
Hacer cultivo extensivo de granos sin agroquímicos en Argentina hoy es impensable. Hay que reducir el uso de los agroquímicos, hay que desarrollar tecnologías más amigables con el medioambiente, no me cabe la menor duda, todavía no se ha logrado. Se han logrado algunas cuestiones de vídeo de control para hongos, o sea que tirando determinadas bacterias y hongos, se evita el crecimiento de otros más patógenos o dañinos. En cambio, con malezas mucho no se ha logrado. Hay algunos desarrollos hechos con robots, que van por el campo y arrancan las malezas, pero son realmente muy caros por ahora. Es decir, el costo de todo eso es muy alto para justificar la ganancia. Hay que seguir trabajando, hay que desarrollar cosas mejores.
En la actualidad, ¿cuál es su visión sobre el papel de la mujer en la ciencia?
Las mujeres tienen el mismo rol que los hombres, que es el de contribuir para que la ciencia sea mejor y de buena calidad. No sólo las mujeres, sino que también todos los géneros que hay ahora, de los cuales tenemos una diversidad enorme en el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral.
Hubo una evolución que yo creo que social, que está en todas las áreas. Particularmente, en la ciencia y en la Universidad no hay desigualdades. Yo tengo el mismo salario que cualquier varón que esté en mí misma categoría, no hay desigualdad en los concursos. Yo no he sufrido actos de discriminación por ser mujer.