Nuestro derecho, nuestro lugar, nuestro futuro…

Texto:

Docente. Estudiante de la Licenciatura en Educación Secundaria (UNM).
Sergio Holub Docente-Estudiante de la Licenciatura en Educación Secundaria (UNM).
Valeria Maurín Docente-Estudiante de la Licenciatura en Educación Secundaria (UNM).

Juegos on line: la trampa digital

Durante la pandemia por COVID 19, la vida y los lazos sociales se reconfiguraron. Así como la escuela y el trabajo debieron reinventarse, también lo hicieron las casas de apuesta. La forma que adoptaron fue la de “casinos virtuales” que, hoy, penetraron las paredes escolares y generan nuevas problemáticas en los entornos educativos.
Adicción al juego y pérdidas de dinero como principales amenazas de las apuestas on line, especialmente en chicos en edad escolar.

Es viernes y faltan unas horas para que termine la jornada escolar. El profesor entra al aula, hoy pensaba cerrar la unidad III y dar comienzo su unidad favorita del diseño curricular.

Al fondo, cuatro cabezas gachas y otras hablando entre sí.

-Nada nuevo, pensó. Salvo que, esta vez, de los celulares, no salía música sino el ruido que hacen las máquinas tragamonedas en los bingos.

Con este nuevo emergente, lo que “antiguamente” (es decir, hace aproximadamente tres años) era rogar para que los padres de nuestros estudiantes pudieran darles dinero para el día a día, hoy se transformó en “autofinanciamiento”: la tan deseada autonomía económica de los adolescentes ya no llega del trabajo de fin de semana, ni en saberse administrar bien la mensualidad, sino de la buena fortuna en los juegos de azar online: sí, las apuestas atravesaron los muros escolares.

La problemática de consumo de los juegos digitales en las plataformas virtuales fue un legado que nos dejó la pandemia de COVID-19. El Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio nos obligó a cambiar nuestras vidas, nuestras interacciones cotidianas, el trabajo, la educación y el esparcimiento, poniendo en marcha una nueva manera de vincularnos a través de la virtualidad. Así como cerraron los edificios escolares, también se cerraron bingos y casinos y ahí fue que se abrió virtualmente para todos y todas el mundo de las apuestas online. Si bien ya existían hace años, lo que no estaba tan claro era que los nuevos clientes-víctimas serían nuestros jóvenes y adolescentes, que, mediante el azar, quieren ganar sin tener en cuenta que así como se gana se pierde ni reflexionar sobre las consecuencias desencadenadas, que van desde la falta de atención a trastornos graves de ansiedad, depresión y aislamiento.

A raíz de esta problemática nos preguntamos: ¿de qué manera se logra el acompañamiento a los jóvenes y adolescentes en consumo? ¿Cuáles son los alcances, limitaciones y desafíos de nuestra intervención como docentes? La escuela aparece como receptáculo de las novedades; ha pasado de ser un espacio donde -aunque el mundo no se detuviera- el tiempo transcurría más despacio, al menos teníamos esa pequeña ventaja. Ahora, es un espacio más de tránsito, donde miles de jóvenes y adultos pasan directamente al agobio y el cansancio de aprender y transmitir el curriculum (lo que hay saber) debido a la frenética vida de la hiperproducción.

Para muchos, el transcurrir del tiempo en la escuela es lisa y llanamente perderlo, porque, como todos sabemos, el tiempo es dinero; tan metido lo tenemos que el capitalismo (¿cuándo no?) encontró la manera, una más, de que todo el tiempo sea aprovechado. A tal punto que muchos adolescentes que asisten a la escuela secundaria están teniendo problemas de autocontrol respecto del tiempo y la energía que dedican a los juegos de azar online y para cancelar sus deudas en las billeteras virtuales.

“Los consumos problemáticos están inscritos en el mismo espacio social y cultural que el mundo del consumo más general. Es como si se hubiera producido un movimiento de doble convergencia. Por un lado, el consumo en general presenta, cada vez más, carácter compulsivo y adictivo. Por otro lado, estos se legitiman y se inscriben de forma creciente en los códigos modales y de legitimación del mundo más general del consumo. El resultado es la creciente equivalencia entre uno y otro”, dice el sociólogo español Fernando Conde.

Tras conocer esta realidad, vemos necesaria escuchar a nuestros estudiantes en voz propia, para identificar su percepción sobre los juegos de azar online. Todos estaban de acuerdo en que apostar en los deportes, concretamente, en el fútbol, aumenta el interés por el partido en cuestión. Así, un estudiante de 16 expresó: “Lo mismo si he apostado y va ganando mi equipo pues lo mismo me interesa más y me sube más la moral si gano pasta”. Por su parte, otro de 17 comentó: “Es maso complicado, pero, si lo consigues, te llevás todo; yo en los partidos, cuando salen las apuestas, digo siempre ¡pero vamos a apostar que es dinero seguro!

Ya sabemos que las chances de perder son enormes, pero las apuestas en el fútbol generan el clima de que, con cierto conocimiento sobre el tema, las chances de perder se achican y aumenta considerablemente las posibilidades de acertar. Parecería ser esto más atractivo que acertar a un pleno en la ruleta.

Por otro lado, los jóvenes consultados reconocieron dos riesgos principales derivados de la actividad de apostar. Uno sería la posibilidad de perder lo apostado. Y otro, que el hábito pueda derivar en una adicción. Joven de 13 años: “te podés enganchar y ser un ludópata de esos”. Otro adolescente de 15 llamó a esto “viciarse a apostar”.

Ahora, ¿de dónde sale el dinero y adónde va? ¿Pueden los jóvenes y adolescentes, a tan temprana edad, manejar montos considerables para realizar las apuestas? La respuesta es sí, y los estudios confirman que el acceso al dinero se da a través las billeteras virtuales, cuyo uso se encuentra ampliamente extendido entre los argentinos. De hecho, según un estudio realizado por la consultora Kantar y publicado por Infobae, actualmente, las utilizan 6 de cada 10 argentinos y su penetración es mayor entre los jóvenes de 25 a 34 años.

Cuando decimos “nuestros adolescentes” es porque somos nosotros quienes dedicamos horas de nuestra vida a abrir un pedacito de entusiasmo, escuchando sus penas, sus angustias y sus alergias. En el escenario pospantemia: el acceso ilimitado a plataformas de todo tipo, la ilusión de ganar y la escuela que todavía no encuentra la manera de dar respuesta a estos fenómenos.

Hoy hay evaluación: Operativo Aprender, ya falta poco para terminar, pero largas horas de examen merecen una recompensa.

Se escucha el ruido del celular, como siempre, pero al ingreso de una preceptora, se escucha que se retira una moto del delivery:

Mientras transcurría la evaluación, también hubo tiempo para pedir el almuerzo con algo del dinero recaudado.

*Trabajo realizado en el marco de la materia Comunicación y Educación, a cargo de la licenciada Natacha Misiak.

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