
Un 25 de abril, pero hace 71 años, un hallazgo iba a cambiar la historia de la ciencia, y de la vida, para siempre. Gracias al trabajo de los científicos James Watson, Francis Crick y Rosalind Franklin, la estructura del ADN, la molécula que contiene la información genética de cada ser vivo, dejaba de ser un misterio: finalmente se descubría que adoptaba una forma de doble hélice, semejante a la de una escalera de caracol. Este descubrimiento fue fundamental para comprender de qué manera se replica y se transmite el material genético a lo largo de las generaciones y, de forma posterior, para explicar cómo se originan las enfermedades genéticas.
“El ácido desoxirribonucleico, conocido por las siglas ADN, es el material hereditario de los seres humanos y de casi todo el resto de los organismos”, menciona Aldana Nieto, estudiante de la carrera de Biotecnología. Además, afirma que el ADN contiene el código para crear y mantener todo organismo a partir del orden o la secuencia de cuatro bases químicas: la adenina (A), la citosina (C), la guanina (G) y la timina (T), “que actúan del mismo modo en el que se unen las letras del abecedario para formar palabras, oraciones o párrafos”.
En cuanto a su estructura, las bases de ADN se agrupan en pares, A con T y C con G para formar unidades llamadas “pares de bases”. Cada base se encuentra unida a una molécula de azúcar y a otra de fosfato. “En su conjunto, la base, el azúcar y el fosfato, se denominan “nucleótido”. Los nucleótidos se disponen en dos largas cadenas que forman una espiral denominada una “doble hélice”. La estructura de la doble hélice es como una escalera, con los pares de bases que atraviesan el medio como travesaños y las moléculas de azúcar y fosfato en los laterales”, explica Nieto.
Aunque no lo creamos, el ADN cumple un papel fundamental en nuestra vida cotidiana. Rocío Russo, también estudiante de Biotecnología, cuenta que además de guardar información hereditaria, “brinda las instrucciones con las que actuarán nuestras células, qué color tendrán nuestros ojos, como así también nuestro parentesco con otras personas”. En cuanto a su utilización, podemos decir que este material es utilizado en múltiples ocasiones para realizar pruebas de paternidad y establecer relaciones familiares. A su vez, sirve para diagnosticar enfermedades genéticas y predecir posibles riesgos de salud hereditarios.
“Además, la terapia génica emplea fragmentos de ADN específico para tratar ciertas enfermedades, corrigiendo defectos genéticos. En la agricultura, la manipulación genética permite mejorar cultivos y crear alimentos transgénicos. Incluso en la educación, aprender sobre esto nos ayuda a comprender mejor nuestra propia biología y tomar decisiones informadas sobre nuestra salud y bienestar”, comenta Luis Román Faure, otro estudiante de Biotecnología. A su vez, el análisis de este material ocupa un rol fundamental en la investigación forense, ya que también ayuda a resolver crímenes. De esta manera podemos ver que no es solo la base de la vida, sino que también se constituye como una herramienta esencial para el desarrollo científico en diversas ramas.
Los genes, por su parte, son aquellas secciones pequeñas que integran la larga cadena de ADN. En relación a esto, Nieto explica: “Son las unidades básicas funcionales y físicas de la herencia genética. El Proyecto del Genoma Humano calcula que los seres humanos tienen entre 20.000 y 25.000 genes. Cada persona tiene dos copias de cada gen, una de cada progenitor. La mayoría de los genes son iguales en todas las personas, pero una pequeña porción de ellos (menos del 1 por ciento del total) varía un poco de una persona a otra”. Son estas pequeñas diferencias las que van a determinar los rasgos únicos de cada persona.
De esta manera, las características de cada persona se heredan a partir de la combinación de los genes de sus padres. “Cada célula del cuerpo humano contiene un conjunto de cromosomas, que a su vez llevan los genes. Durante la reproducción, los gametos (óvulos y espermatozoides) de los padres se combinan para formar un nuevo conjunto de genes en el embrión. Esto es lo que va a determinar sus características físicas, como el color de ojos, la estatura y rasgos faciales, así como ciertas predisposiciones genéticas a enfermedades o condiciones específicas”, afirma Rodrigo Macías, otro de los estudiantes de la carrera.
Cabe destacar que dentro del Departamento de Ciencias Aplicadas y Tecnología de la UNM se desarrollan distintos proyectos de investigación vinculados con el ADN. Uno de ellos se titula “Evaluación de vacunas antirrábicas basadas en vectores plasmídicos asociados a nanovehículos” y el otro se denomina “Desarrollo de una plataforma para la producción de proteínas recombinantes de interés biotecnológico. Producción de ADN Polimerasas termoestables para la amplificación de ácidos nucleícos”. Ambos proyectos son dirigidos por docentes de la UNM y cuentan con la participación de auxiliares estudiantes.