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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Investigación binacional relaciona el uso de fertilizantes con la aparición de cianobacterias

Un estudio realizado en forma conjunta por la Universidad de la República de Uruguay y la Facultad de Agronomía de la UBA concluyó que la principal causa del aumento masivo de cianobacterias es el uso excesivo de fertilizantes con fósforo. Tres investigadoras explican el esquema productivo del agronegocio y sus efectos en el ecosistema.
Este desequilibrio aumenta la probabilidad de que las cianobacterias produzcan cianotóxinas, las cuales representan un riesgo para la salud, dice la bióloga Carla Kruk, de la UdelaR.

Una investigación conjunta entre Uruguay y Argentina revela que el uso excesivo de fertilizantes con fosfato contribuye a la proliferación de cianobacterias. Este estudio fue realizado por científicos de la Universidad de la República de Uruguay (UdelaR) y de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA). La investigación analiza históricamente el aumento de cianobacterias en el río Uruguay. En diálogo con distintas investigadoras, conversamos sobre el vínculo entre el monocultivo de soja y el aumento de cianobacterias.

Carla Kruk es bióloga, docente e integrante del equipo de investigación de Udelar. En la investigación de la que participó ella, publicada en la revista científica Global Change Biology, se realizó una descripción histórica desde 1960 hasta el presente de la cuenca del río Uruguay. “Trabajamos con esa cuenca porque es un río fundamental para la economía, la vida y la salud de varios países incluyendo Uruguay, Argentina y Brasil”. Kruk afirma: “Lo que encontramos fue un aumento drástico a partir del año 2000. Pasamos de tener a las bacterias con valores variables pero estables, a tener un aumento exponencial. Aumentó cuatro órdenes de magnitud rápidamente en pocos meses. Eso está directamente explicado por el cambio en la cobertura de soja en la cuenca del río Uruguay. La superficie dedicada a la soja pasó del 0% al 40%, y así creció el uso de insumos que se usan para producirla”.

Las cianobacterias son organismos microscópicos capaces de realizar fotosíntesis. Habitan en ecosistemas acuáticos y terrestres y se caracterizan por tener un color verdeazulado. Son microorganismos que forman parte de ecosistemas naturales, pero la acción humana puede producir un aumento masivo que resulta perjudicial. Este desequilibrio aumenta la probabilidad de que las cianobacterias produzcan cianotóxinas, las cuales representan un riesgo para la salud. Kruk sostiene que en base a los resultados de su investigación, este incremento “está directamente explicado por el cambio drástico en la cobertura de soja en la cuenca” ya que “el principal factor que favorece el desarrollo de las floraciones de cianobacterias es la fertilización con fósforo.”

 “Que haya proliferación de cianobacterias es algo que sucedía naturalmente, pero en determinados momentos y bastante aislados” señala Carolina Vilches, doctora en Ciencias Naturales, especializada en el estudio de algas y en el estudio de cuencas, y añade que no todas producen toxinas, pero que los efectos son variados: “Algunas producen malos olores, otras pueden causar una dermatitis, también pueden afectar al hígado si son hepatotóxicas o al cerebro si son neurotóxicas”. Esto puede suceder por haber estado en contacto de forma directa con cianobacterias al bañarse, ingerir o salpicarse, o de forma indirecta al consumir animales o vegetales que tuvieron contacto con estas toxinas.

Para comprender mejor el impacto de los fertilizantes, Anahí Minvielle, ingeniera agrónoma recibida en la Universidad Nacional de Luján (UNLU) que actualmente se encuentra cursando una maestría en Agroecología en la Universidad Nacional de Río Negro, cuenta que “las plantas utilizan mayormente tres elementos químicos para poder crecer: nitrógeno, fósforo y potasio. Estos tres elementos los absorben de la tierra. Una de las posibilidades que tiene la planta de absorber el fósforo es en forma de fosfato, que es una molécula inorgánica”. Y añade “en la agricultura extensiva industrial lo que se hace es agregar estos tres elementos. El tema es que al fertilizar tanta cantidad, las plantas no llegan a absorber todo ese fósforo y tras las lluvias, todo lo que no fue absorbido sigue el curso del agua y termina desembocando en una cuenca”.

Vilches explica sobre los factores que favorecen a la proliferación de cianobacterias. “Se fertiliza mucho, incluso en donde no hace falta”,  dice, pero aclara que “la fertilización no es la única razón, también suceden otras cosas: la ganadería o la urbanización están involucradas. Si a la vera de los arroyos se le quita la vegetación tras arar, cuando llueva se va a arrastrar toda la tierra hacia el agua y eso también va con fósforo. En mi tesis doctoral observé que el avance de la agricultura desplazó a la ganadería hacia terrenos no tan agrícolas. Esos terrenos son las veras de los ríos y los arroyos. Eso también es un problema, cómo también lo es el glifosato, que es un herbicida que contiene mucho fósforo”

La investigación en la que participó Kruk discute con publicaciones también recientes que plantean que hay otros factores, además de la fertilización, que son más importantes. Para ello, analizan otras posibles causas, tales como las referidas al cambio climático. Los resultados apuntan a que estos fenómenos no explican el cambio exponencial de cianobacterias en los caudales. “El principal resultado es que la forma de producción intensiva hace que tengamos una situación grave de pérdida de calidad de agua y de soberanía hídrica, sumado a una impactante crisis sanitaria”. Agrega que “el modelo de producción agroindustrial es destructivo” y que se trata de un problema de salud pública.

Al ser consultadas por posibles soluciones, las tres entrevistadas hacen una reflexión sobre el esquema productivo. Minvielle sostiene que para cuidar el suelo las alternativas que se proponen son la sustitución de insumos (que consiste en fertilizar de forma orgánica), la rotación de cultivos y la rotación de actividades. Sin embargo, agrega que “la lógica tiene que cambiar, tengo que pensar en cómo restablezco la estructura y en cómo cuido al suelo. Hay posturas que dicen que se debe seguir produciendo de la misma manera, pero de forma más eficiente. Lo que nosotros decimos es que hay que cambiar ese modo de producir. Hay que pensar qué producimos, cómo producimos y para quiénes producimos”.

Vilches considera acciones de plazos más cortos que son efectivas para controlar la proliferación de cianobacterias como las riberas. “Hay que respetar las riberas, no hay que construir hasta el borde, no hay que sembrar hasta el borde, no hay que poner la vaca dentro del agua. Es increíble los cambios que podés ver en muy poco tiempo cuando eso se cumple. Darle un espacio sin fertilizar es darle un espacio a las plantas para que absorban el fósforo”.

Kruk afirma que es necesario “un cambio del sistema productivo, optar por una producción agroecológica de pequeña escala, más familiar y que esté basada en la soberanía local de producción de alimentos. Hay que cambiar la forma de producir”. Sobre las riberas, la investigadora señaló que “es importante que se respeten”, pero que esta propuesta puede considerarse un greenwashing cuando no se discuten los temas de fondo. Cabe aclarar que el greenwashing es una práctica del marketing que consiste en crear soluciones ilusorias ante problemáticas ambientales complejas. También sostiene que en la práctica real, estos protocolos son evitados continuamente. Kruk concluye que “la alternativa debe ser cambiar la forma de producción”.

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