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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Sociedades Anónimas Deportivas: ¿la era del capital?

El gobierno impulsa la llegada de empresas al mundo del fútbol profesional. ¿Qué dicen quienes están a favor y quienes se oponen? ¿Cómo sobreviven hoy los clubes ante la recesión que sufre el país?
Ferro entregó unos años el manejo de su fútbol a una empresa. Subió de la tercera a la segunda categoría. Ya con ese deporte en manos de los socios, el club de Caballito pudo levantar la quiebra en 2014.

Una de las primeras medidas que tomó el presidente Javier Milei fue promover la llegada de las Sociedades Anónimas Deportivas (SADs). Esto significa ponerle fin a una larga tradición en nuestro país, como son las asociaciones Civiles y los clubes de barrio como únicas instituciones que pueden afiliarse a la AFA. Los que están a favor se amparan en que la llegada de capitales privados al fútbol permitirá un salto en las instituciones; los que están en contra sostienen que la pasión no se vende y los clubes deben seguir siendo de los socios.

El ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona, brindó una conferencia de prensa para justificar su postura sobre las SADs: “En el mundo todos los clubes son sociedades con capitales privados”, sostuvo. Sin embargo, aquellos que están en contra, como Cristian Malaspina, presidente de Argentinos Juniors, afirmó que Chile el modelo no funciona y, por esa razón, no es competitivo a nivel internacional

Uruguay, un sistema mixto que permite la convivencia de las SADs y las Asociaciones Civiles

“Creo que en Argentina no terminan de entender que el club puede seguir funcionando con todas sus actividades sociales. Lo único tercerizado es el fútbol: en Uruguay todo está regulado con el contrato de ‘cesión de artículos deportivos’, que establece garantías para que el fútbol sea gerenciado”, sostiene Adrián Leiza, abogado deportivo, impulsor de las SAD en Uruguay, exsecretario de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y exvicepresidente del Tribunal de Disciplina de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL).

En Uruguay el fútbol permite la llegada de los capitales privados desde el 2001; sin embargo, no fue hasta el 2007 que comenzaron a invertir en los clubes. Rápidamente se expandió en las distintas categorías que tiene, en la actualidad, más de la mitad de los equipos como Sociedades Anónimas Deportivas. “En Argentina casi todos los clubes deben plata: la excepción son los equipos que pagan en fecha”, reconoce Leiza, que también es mánager de futbolistas uruguayos.

Otro de los aspectos que se destaca en la reglamentación uruguaya es su modalidad optativa: esto significa que son los socios los que deciden la llegada o no de los capitales privados. Esto no ocurre en otros países, como Chile o México, que sí o sí las instituciones deben ser SAD para poder competir. De esta manera, permite que convivan los dos modelos libremente.

Asimismo, los clubes reciben, según el contrato que realice con la SAD, hasta un 25% del traspaso de jugadores, lo que permite un dinero extra en el desarrollo de las actividades sociales. A eso, se le suma el precio que pagan los empresarios por hacerse cargo del primer equipo de fútbol, como por ejemplo el abono anual de un canon por ceder los derechos o un porcentaje de los premios obtenidos.

La AFA mantiene su postura: “Solo asociaciones civiles sin fines de lucro”

La postura de Claudio Tapia, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) fue clara: “Solo asociaciones civiles sin fines de lucro”, posteó en su cuenta de X, el 19 de julio, en referencia a las intenciones del Gobierno nacional en permitir la llegada de las SADs. Ese pensamiento lo comparte Adán Valdebenito, presidente de Sol de Mayo, equipo que milita en el Federal A: “El club siempre debe ser de los socios. Obviamente, debe haber sponsors que acompañan un proceso deportivo. Sin embargo, no se deben involucrar en las decisiones que tome un club”.

Leiza, por su parte, se encuentra sorprendido por el rechazo que existe en Argentina a la llegada de las SAD: “Los tratan como si fueran Satanás. Los socios, obviamente, son los dueños de los clubes. Pero los socios no son los que ponen la plata para pagar los sueldos. ¿Cómo hacen para juntar 3 millones de dólares mensuales para pagar sueldos en los clubes? Es imposible e inviable. Solo se mantienen por la venta de jugadores”, sostiene.

Sin embargo, Guillermo Gutiérrez, presidente de Deportivo Merlo, equipo que milita en la Primera B, ve a esto como un reto positivo para el club: “Nosotros, como comisión directiva, debemos mejorar el ingenio para poder competir. Cuando vengan empresas, van a invertir como un negocio y será más difícil armar equipos a la altura. Por eso, debemos trabajar aún más y estar a la altura”, resalta.

Sol de Mayo, de Viedma. Su presidente, Adán Valdebenito, dice, que si avanzan las SAD, “todo va a quedar a manos de una empresa o una persona física. Las disciplinas amateurs van a desaparecer, porque no son redituables.”

El ingenio, la clave para mantener la economía saneada de los clubes

En los últimos meses, el club Sol de Mayo agrandó su patrimonio deportivo: “Los clubes pueden desarrollarse de cualquier manera, siempre y cuando los dirigentes tengan ingenio para desarrollar obras claves para el club. En una negociación increíble, cedimos dos hectáreas y a cambio recibimos la renovación del club en todas sus instalaciones. Luego, agrandamos nuestro patrimonio en nueve hectáreas más”, cuenta Valdebenito.

Por su parte, Gutiérrez reconoce que los principales ingresos de Deportivo Merlo llegan “mediante las publicidades, los derechos de transmisión y las actividades deportivas. El ingreso que entra por la cuota social no es muy alto. De todos modos, podemos sostener la estructura del club”.

Es más, el Charro fue un club que tuvo los dos modelos: fue gerenciado desde el 2007 al 2012, bajo la empresa World Sport Management. Justamente, con esa empresa logró ascender de la Primera C, a la B Nacional y codearse con equipos gigantes como River Plate. “Fue una experiencia positiva. Pero tuvimos momentos difíciles con las internas en la barra con los hermanos Salazar”, reconoce el presidente. “Considero que a los clubes hay que manejarlo como una empresa, donde se gaste acorde a los ingresos que tiene. Entonces, así, podemos mantener una experiencia parecida a la SAD, con capitales propios, y pelear por cosas importantes”, agrega.

Sin embargo, ambos presidentes están de acuerdo en una misma premisa: el rol de los socios pasa a un segundo plano: “Todo va a quedar a manos de una empresa o una persona física. Las disciplinas amateurs van a desaparecer, porque no son redituables”, resalta Valdebenito. En paralelo, Gutiérrez remarca que los socios solamente se van a encargar de controlar que la empresa cumpla con lo firmado.

Justamente, este es el rol que tienen los socios uruguayos en los clubes que son privados: los asociados son los encargados de seguir detalladamente el cumplimiento del contrato que tiene la SAD con la institución. Si no lo hace, la Comisión Directiva puede reclamar en la Justicia para obtener una rescisión del vínculo y que le pague una compensación económica.

“La única forma de prevenir malas inversiones es eligiendo grupos empresarios y personas físicas. No es lo mismo que venga el City Group o Red Bull, que la llegada de alguien como Fernando Marín. Hay que saber con quién se contrata y ver las garantías que hay que adoptar”, resalta Leiza.

Las principales experiencias de las SADs en Argentina no fueron positivas

En los últimos años hay una tendencia cada vez más clara: los equipos que compiten en el país son River y Boca, que son los que más títulos acaparan. Por su parte, a nivel sudamericano, los clubes de Brasil son los que se quedan con los títulos. “Yo me imagino que un grupo inversor grande, en equipos como Racing o Independiente, con la gente que tienen, pueden hacer un destrozo. Lo mismo con clubes históricos como Ferro”, sostiene Leiza.

Lo curioso es que tanto Racing como Ferro fueron equipos que estuvieron gerenciados. Para el caso de la Academia, luego de la quiebra decretada en 1999, desde el 2000 hasta el 2008, Blanquiceleste S.A., presidida por Fernando Marín, se hizo cargo del primer equipo y del mantenimiento del estadio; por su parte, en el Verdolaga, también por la delicada situación económica, el fútbol profesional estuvo a cargo de Gerenciar S.A., presidida por Gustavo Mascardi.

“Fueron épocas difíciles para Ferro: entró en convocatoria de acreedores. Se debía el pago de servicios, el club estuvo a cargo de un órgano fiduciario designado por la Justicia”, sostiene Claudia Valerga, presidenta de la revista Gente de Ferro, escritora del libro Timoteo y con más de 20 años de socia activa. “No hubo jugadores a la altura del club. Apenas hubo una pequeña levantada cuando ascendió de la B Metropolitana a la B Nacional. Pero fue eso: un aire de respiro nomás”, agrega.

En esos tres años, Ferro estuvo lejos de sanear sus deudas: la quiebra se mantuvo hasta el 2014, momento en el que sus socios lograron levantarla. “Ferro no deja de ser un club de barrio: es distinto a lo que genera Boca o River, que no hacen tanto hincapié en lo social. Delegar en una gerenciadora estos aspectos no eran bien vistos en el socio”, resalta Valerga.

Por su parte, en Racing la experiencia tampoco fue positiva. Si bien es cierto que logró el Torneo Apertura 2001 y logró cortar con una racha de 35 años sin títulos, la gerenciadora no estuvo a la altura: jugadores que fueron vendidos por precios bajísimos (como Mariano González), una deuda que solamente crecía y un rendimiento futbolístico en decaída. Tal es así, que en el último campeonato, Blanquiceleste S.A. afrontó la promoción por la permanencia y con varios jugadores del club: lejos quedaron las supuestas figuras que iban a llegar.

“Cuando me consultaron en su momento para ir a jugar a Racing, no dudé ni un solo segundo. Sinceramente, no me interesó lo más mínimo que no esté bien económicamente. Es más, llegué cuando ya estaba peleando la promoción y tampoco me importó eso”, reconoce Roberto Bonet, exfutbolista del club en la temporada 2007/2008.

El volante, que también supo desenvolverse como lateral izquierdo, cuenta que su llegada fue puramente por lo deportivo, por llegar a un club grande como lo es Racing. “En los entrenamientos, por suerte nunca nos faltó nada. Eso sí, en los salarios hubo atrasos, pero es algo que pasa siempre en todos lados. No es algo puntual que ocurrió en Racing”, remarca.

Los dos gerenciamientos terminaron de la misma manera: los socios de Racing y Ferro colmaron las instalaciones del club para pedir el fin de la Sociedad Anónima. En el caso de Blanquiceleste S.A., la empresa que tuvo a Fernando Marín y Fernando de Tomaso como mandatarios, quebró el 7 de julio de 2008 y a fin de ese año eligió a su nuevo presidente, Rodolfo Molina. Por su parte, Gerenciar S.A., dejó al Verdolaga en el 2005; es más, Gustavo Mascardi debió responder ante la Justicia por el manejo de la quiebra de la institución.

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