Según un estudio realizado por el Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Investigación (CIICTI), la ejecución de la Función Ciencia y Tecnología (CyT) del presupuesto nacional cayó un 24,2% durante los primeros cinco meses del año, en comparación con el mismo periodo de 2023.
Específicamente en el CONICET la reducción de la ejecución es de 26,7%; por caso, en dicho organismo se otorgarán 600 becas con inicio para el 1 de agosto, mientras que el año pasado habían confirmado que eran 1300. Por consiguiente, los científicos advierten que la falta de fondos incrementa la decisión de los jóvenes talentos de emigrar.
“Este es un sector que es muy competitivo, en el cual si vos no le das una beca a un joven talento en abril se va a Alemania, España o Chile, países que los reciben con los brazos abiertos porque acogen gente ya formada y que va a trabajar allá”, explica Galo Soller Illia, doctor en Química especializado en Nanotecnología y docente e investigador de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y del CONICET.
Además, este recorte perjudica en otras áreas que afectan a la formación de los futuros científicos: “Con la no política en ciencia y técnica se cortaron los subsidios para investigación y no se otorgaron becas e ingresos a carrera este año lo cual no solo afecta el presente de la ciencia, sino su futuro”, denuncia María Eva Natalia Rosetti, doctora en Ciencias Biológicas especializada en genética poblacional y también investigadora del CONICET y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires
Por su parte, Martín Graziano, doctor en Biología por esa misma Facultad y docente en esa casa de estudios, comenta que allí experimentan reducciones en los subsidios que otorga el gobierno nacional: “Hemos sufrido bloqueos en los nuevos desembolsos de los subsidios que ya se nos habían sido otorgados. En la docencia, tuvimos que recortar la salida de campo y otras cosas más porque no había plata suficiente para garantizar el dictado normal de las materias. Estamos en una situación difícil”.
Esto se ve replicado en las distintas universidades e instituciones que se dedican a la ciencia, investigación y tecnología. Por ejemplo, un equipo de la UNSAM ganó un subsidio que les permitiría armar un nuevo laboratorio para producir recubrimientos nanoestructurados, pero no saben qué va a suceder. “Ganamos un proyecto muy competitivo como grupo y como instituto el año pasado que nos permitía equiparnos con un marco instrumental moderno que sirve para desarrollar ciencia y tecnología; nos permitiría realizar cosas mejores y más avanzadas. No sabemos qué va a pasar. No nos dieron ninguna novedad y cuando preguntamos no pasa nada. Eso es muy triste”, explica Soler Illia.
En un contexto donde el Gobierno practica sistemáticos ajustes en el gasto público, los científicos refuerzan la idea de que necesitan un Estado presente. “En vez de generar más libertad como dicen va a generar mucha menos libertad. Porque el Estado tiene funciones para garantizar sobre el país y ahora el mismo va a tener una llegada más reducida a la sociedad y eso genera un impacto en la calidad de vida”, considera Graziano.
En ese sentido, Rosetti sostiene que “la degradación de la ciencia no solo nos hará más pobres sino que menos soberanos porque vamos a tener que comprar tecnología a un precio vil que podríamos generar en nuestro propio país. Estas políticas de reemplazar lo comunitario, el Estado, por lo individual, el mercado, conlleva indefectiblemente a la destrucción del entramado social que es básicamente la vida en comunidad.”
“Espero que cuando pase esta crisis el Gobierno se de cuenta que tiene que trabajar con el sistema científico tecnológico argentino, las universidades, los organismos de tecnología, las empresas, y tiene que hacer una profunda revolución educativa, científica y tecnológica. Debe poner a las mismas como motor del país. Yo creo que si se mejora un poquito ayudaría mucho al progreso del país”, concluye Soler Illia.