Julieta Márquez es licenciada en Gestión Ambiental. Miguel Tolentino, biotecnólogo. Cecilia Flores, economista. Jonathan Roldán, licenciado en Comunicación Social. Y Dalma Farías, trabajadora social. ¿Qué tienen en común? Dos cosas: que son algunos de los graduados de la UNM que tienen becas para realizar posgrados y que se sumaron recientemente a la docencia en esa casa de estudios.
Julieta tiene 25 años y cursa el Doctorado en Ciencias Ambientales en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Tiene una beca doctoral CIC cofinancia por la Universidad Nacional de Moreno (UNM) desde agosto de 2022. Se recibió en febrero del mismo año y mientras buscaba trabajo en la industria, la Universidad le presentó una gran oportunidad. “Envié currículums por todos lados pero me pedían un montón de experiencia y a la vez que sea joven”, explica, frente a la dificultad de conseguir laboral y agrega: “En junio me llamaron desde la Secretaría de Investigación por mi promedio para saber si estaba interesada en la investigación. Yo no sabía que una posibilidad de trabajo era investigar”.
En presencia de esta oportunidad, Julieta se anotó y luego de un proceso de evaluación obtuvo la beca. Actualmente investiga sobre los datos de la tarjeta SUBE, para recolectar información que le permite estudiar los patrones de viaje que hay en el partido de Moreno, y con eso ver la oferta y demanda de transportes y proponer mejoras. Asimismo, busca las carencias y la accesibilidad que hay en cuanto al transporte para poder rediseñar el sistema y plantear avances relacionados con la sostenibilidad ambiental.
“Se va a buscar sumar espacios que incentiven el uso de bicicletas o las caminatas en condiciones urbano ambientales que se necesitan en zonas más barriales de distancia corta para no utilizar el colectivo e impulsar una movilidad más limpia”, explica Julieta.
Pero esto no hubiese sucedido si su hermana mayor no le hubiera recomendado el establecimiento y la carrera. “Estaba buscando algo relacionado con la ecología y empecé a comparar planes de trabajo de las distintas Universidades y me convenció más la UNM, además mi hermana tenía una experiencia muy buena”. Son las primeras de la familia que salieron de la secundaria e ingresaron a la universidad. Remarca que el apoyo de sus padres en sus carreras fue fundamental porque siempre sabían que, a pesar de que llegaran tarde de cursar o rendir, las esperaban siempre con un plato de comida caliente.
Además de la investigación, se sumaron más buenas noticias. A finales del primer cuatrimestre del presente año Julieta comenzó su puesto de docente interino en la casa de estudios que la formó. Brinda clases en las materias ‘Cartografía y Catastro’y ‘Sistema de información Geográfica”, de la carrera de Gestión Ambiental. “Es un proceso muy largo, nuevo y de aprendizaje. Me gusta ver cómo les surgen dudas a los estudiantes en relación a las problemáticas y el interés de querer mejorar el partido donde viven y estudian”, comenta respecto a la docencia y agrega: “Hay estudiantes de distintos lugares entonces todos tienen diferentes miradas sobre las problemáticas. Y está bueno brindarles las herramientas”, finaliza Márquez.
Miguel Tolentino, graduado de la carrera de Biotecnología, hoy también es docente en la UNM. Su comienzo por la docencia empezó durante la pandemia y vía virtual. “En ese momento estaba como auxiliar y era difícil porque no sabía cuándo los estudiantes estaban entendiendo o no”. No obstante, la vuelta a la presencialidad hizo más fácil su rol en el aula.
Tolentino brinda clases en las materias “Informática” e “Introducción a la Informática” que se dictan en el quinto año de la carrera. “Al principio me daba vergüenza pero con la práctica ya puedo dar las clases con más fluidez”, dice.
Si bien, la UNM ahora es su segundo hogar, antes de encontrarse con ella hizo un recorrido por otros establecimientos. Luego de haber pasado por las cursadas de distintas carreras, Miguel encontró Biotecnología en la UNM. “Hice unas materias de otras carreras pero no me sentía cómodo y las dejaba. Después empecé a buscar planes de estudio, el de la UNM me gustaba y por suerte, pude recibirme”.
Cecilia, la economista de la familia
“La primera vez que entré, supe que tenía que estar ahí” es el recuerdo de Cecilia Flores, licenciada en Economía. Luego de hacer una búsqueda de Universidades en su último año de secundaria se decidió por la UNM, fue a conocerla y preguntar por las inscripciones.
Su mamá ama de casa y su papá obrero fueron los que la motivaron y ayudaron para seguir con sus estudios. El paso por la casa de estudio lo caracteriza como algo hermoso.“Siempre sentí que la carrera que había elegido era lo que me gustaba y la quería terminar”, afirma Flores y agrega: “Siempre me sentí acompañada por profesores y directivos, compañeros. Desde que entras te tienen en cuenta y no sos uno más”.
Durante el cuarto año de cursada un profesor le preguntó qué quería hacer luego de finalizar la carrera y ella comentó que pensaba en dar clases. “Bueno, algún día podés pasar adelante y dar una clase, fue su respuesta”, cuenta la economista. Tiempo más tarde la misma persona le propuso participar de las becas e investigar su actual tema de Doctorado: revisar el papel de tres organismos multilaterales de crédito (el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y la corporación Andina de Fomento) y analizar la dinámica y el impacto de los flujos de capitales desde estos organismos hacia el desarrollo de América Latina, específicamente Argentina, Brasil y México.
Desde 2020 era auxiliar graduada en la materia “Instituciones, organizaciones y principios de la administración” de la carrera de Economía, pero hacia finales del primer cuatrimestre del corriente año, le comunicaron que es docente interina gracias a una nueva resolución de la Universidad. “Me sorprendió mucho, estoy logrando algo que quería hacer desde hace años”, concluye Flores.
Humanidades y sus historias
“Un primer error del investigador es tener esa perspectiva muy narcisista de querer inventar algo” comienza Jonathan Roldán, que tiene 30 años y es licenciado en Comunicación Social. En 2021 se postuló a la beca Conicet, su directora de investigación, la Doctora Adriana Speranza, le había propuesto un marco de trabajo. Sin embargo él decidió otro tema. “Ella respetó mi decisión y me acompañó en el proceso pero indudablemente no tenía las herramientas para crear un plan concreto y me rechazaron”.
No obstante, al siguiente año su directora le informó sobre la posibilidad de participar en las becas doctorales CIC cofinanciadas con la UNM. Él aceptó y fue con la línea de investigación que le propuso Speranza. “Yo no tenía mucho conocimiento en esta temática, pero confiaba en su perspectiva”, comenta Roldán. Su beca doctoral comenzó en agosto de 2022, se inscribió en el doctorado en Letras de la Universidad Nacional de La Plata, e investiga acerca de los procesos migratorios en el AMBA y el reconocimiento del aula multilingüe.
Es la primera generación de estudiantes universitarios y graduados de su familia. “Aspirar a un Doctorado en mi contexto es medio impensado y sobre todo, totalmente desconocido. Me resulta muy difícil a veces explicarle a ciertos familiares qué es lo que hago”, expresa Jonathan.
Dar clases estuvo siempre en su esencia. Comenzó siendo ayudante de una materia de la carrera de la Licenciatura en Comunicación Social entre 2015 y 2018. Cuando se recibió hizo el tramo de formación docente en nivel medio y desde entonces dio clases en escuelas secundarias. Luego en 2021 envió un curriculum a la UNM y fue auxiliar de la asignatura Lingüística, con Speranza, su actual directora de beca. En este momento, Roldán ahora es docente de dicha materia.
Dalma Farias, oriunda de Moreno, es licenciada en Trabajo Social. Su padre santafesino y su madre de nacionalidad paraguaya, ambos con un pasado difícil, pusieron todo de sí para que continuara con sus estudios. “Tuvimos muchas dificultades, pasamos por comedores, sufrimos las crisis económicas, después se le sumaron dificultades familiares. Entonces tenía que buscar una Universidad que sea accesible”, comenta Farias.
Desconocía la UNM pero gracias a la Expouniversidad que se realizó allí pudo conocerla y se inscribió a la carrera. “Soy la primera persona de mi familia que se inscribió, cursó y se graduó de la Universidad”, expresa Dalma. La Universidad fue un mundo totalmente nuevo porque no tenía un familiar a quien consultarle, no obstante se sintió orientada gracias al personal y cuerpo docente de la institución.
Respecto a su recorrido en la investigación, comenta que si bien el plan de trabajo de la carrera tiene mucha investigación aún no había participado en becas. Cuando recibió el correo con la convocatoria, asistió a las charlas y se animó a inscribirse a la beca doctoral CIC cofinanciada con la UNM, la cual le fue otorgada. “Tenía miedo y en una de las reuniones dijeron que era para quienes se animaban y me animé”, explica Farias.
Su investigación es acerca de las organizaciones sociales, sus prácticas asistenciales y la relación que tienen con el Estado en el territorio de Moreno. “Ya comenzamos con el mapeo de las organizaciones territoriales de la localidad y les estamos haciendo entrevistas”, comenta la Trabajadora Social.
Pero si hay algo que no se esperaba era la docencia y el puesto de docente en la UNM. “Es muy grato que la institución pueda valorar a sus graduados de esa manera”, reconoce Farías. Actualmente da clases en la materia “Taller V”, de la Licenciatura en Trabajo Social. “El recorrido por la Universidad tiene la potencialidad de abrir caminos. No solo la Universidad nos transforma sino que también nosotros la transformamos”, concluye.