
“Santiago era una persona comprometida, solidaria, que en realidad era un ser libre que vivía como decía, no tenía un doble discurso, era coherente con su forma de pensar, y su posición, si lo vemos desde el lado político, era con orientación e ideas anarquistas”, dice Sergio Maldonado, hermano de Santiago, y agrega: “Y en ese compromiso es que también se relaciona con el acompañamiento a diferentes luchas”.
Poco se dice de la elección de vida de Santiago, El Lechu, El Brujo, Vikingo, Ardilla, quien eligió vivir despojado de lo material, en contacto permanente con la naturaleza, manifestando su desprecio a los distintos poderes que mancillan la vida plena y libre, expresándose a través del arte en sus distintas formas: “Más allá de gustarle la música, rapear y un montón de derivados culturales de esa línea, del punk, escribía y sobre todo plasmaba todas sus luchas en murales, y como oficio era tatuador”, recuerda Sergio.
¿Qué lo llevó a poner el cuerpo por la causa mapuche? ¿En qué sentido esta lucha por un bien colectivo se relaciona con su ideario anarquista? ¿Qué es ser anarquista?
Sentir, pensar y actuar
“El anarquismo es una ideología que se basa justamente en los principios de libertad y de solidaridad”, dice Bruno Nápoli, investigador de temas referidos a la dictadura/posdictadura y los derechos humanos. “Es una ideología libertaria que no reconoce las jerarquías de autoridad de ningún tipo y mucho menos del Estado”, explica, y aclara: “Considera que los hombres deben elegir libremente su destino, pero en comunidad, no en términos individuales ni en términos del más fuerte, porque si no eso sería establecer otra jerarquía”. En este sentido, advierte: “Claro que tiene sus complejidades. El anarquismo no es ni de izquierda ni de derecha, por eso es tan denostado por ambas”.
“Respecto de Santiago, él era un anarquista muy ligado a las corrientes que reivindican la defensa de la naturaleza”, sostiene Nápoli, que luego asegura que “por eso sus decisiones y acciones tenían que ver con esa vida, primero en comunidad, segundo nómade, de viajar, de conocer, de la noción del cuerpo libre, y de solidarizarse con causas que tuvieran que ver con la relación con la tierra y con la naturaleza”.
“A mí lo que me interesó fue el reflejo de las lecturas (de los grandes pensadores del anarquismo) en relación a su decisión vital, de esta especie de desarraigo elegido en función de tener nuevas experiencias vitales y a la vez conocer gente y sumarse a las luchas y reclamos de aquello que él creía justo”, declara por su parte Santiago Rey, periodista que logró entrevistar a los últimos compañeros de vivienda de Maldonado, en el barrio Usina de la ciudad rionegrina de El Bolsón.
“Me parece que él tenía algo muy malatestiano (nota de la r: por Errico Malatesta, pensador anarquista), es decir, del ejercicio en el sentido de la praxis, de la cotidianidad, vinculado con el pensamiento anarquista. Me atrevo a decir que era algo muy personal y muy intuitivo, del estar”, comenta Rey, quien también preside la Fundación de Periodismo Patagónico.
Con respecto a la relación con el pueblo mapuche, manifiesta: “Me da la sensación de que hubo algo de la intuición y de la sensibilidad de reconocer a los más oprimidos entre los oprimidos, en el sentido de que la pertenencia genera un doble rango de opresión”, y agrega: “Los pueblos originarios no solo son pobres, no solo sufren la violencia institucional que se vive en los barrios más pobres de las periferias de las ciudades de la Patagonia, sino que, además, son discriminados por su pertenencia originaria”.
Desarrollando esta línea, Rey sostiene: “Esa intuición viene de una emocionalidad muy a flor de piel, de una percepción muy clara de qué es lo que, en términos históricos, pasa en estas regiones en relación a esta doble situación de opresión”, y concluye: “Tal vez hay una síntesis, buscada o no, en relación a la necesidad de la acción, y no tanto de la intelectualización sobre cómo converge el ideario anarquista con el reclamo histórico de un pueblo originario”.

Del rol de las instituciones mediáticas y el aparato estatal
Al preguntarle al hermano de Maldonado sobre el abordaje mediático, expresa que “algunos medios lo hicieron con absoluto respeto y compromiso por la figura de un desaparecido y los medios de derecha que acompañaban al oficialismo hicieron totalmente lo contrario, tratando de desinformar y llevándolo a un terreno en el cual lo utilizaron políticamente”, y denuncia: “Acusaron a los espacios que pedían la aparición con vida de Santiago de golpistas y de esa manera justificaron la desaparición forzada, alegando que él se lo había buscado, siempre culpando a la víctima y sobre todo justificando y mintiendo, al día de hoy, instalando falsedades”.
A este respecto, Rey señala: “Ahí te das cuenta hasta dónde llegan los niveles de manipulación del lenguaje que pueden realizar los medios más concentrados en la demonización de la elección de vida de Santiago. A mí me parece que no hubo un debate alrededor de la condición de anarquista de Santiago, lo que hubo es estigmatización”. Al preguntarle sobre el objetivo de dicho tratamiento, el periodista afirma que “esto tenía que ver con la justificación del rol que cumplió el Estado a través de sus Fuerzas de Seguridad y del Ministerio de Seguridad y después de la Justicia para intentar invisibilizar la gravedad que tuvo ese crimen”.
Asimismo, cabe mencionar: “Una cosa interesante es cómo, hacía un siglo largo, quienes realmente desafiaron los cimientos del sistema habían sido perseguidos, absolutamente por todos los gobiernos de las democracias y las dictaduras que se sucedieron en la Argentina durante todo el siglo XX”, señala el periodista, insistiendo en que “se llega a ese momento de la desaparición forzada de Santiago con una carga negativa del ser anarquista, ya cristalizada en la historia argentina, que permitió que esos sectores, con la sola mención de la palabra, tuviesen que ahorrarse cualquier explicación o cualquier debate profundo sobre lo que significaba”.
Al abordar el accionar de las distintas instituciones estatales, Maldonado, quien lleva adelante la búsqueda de verdad y justicia por su hermano, asegura que “no hubo ninguna de las instituciones que funcionara e hiciera su trabajo como corresponde; por el contrario, desde el Poder Judicial lo que hacían era actuar en defensa de la Gendarmería”, y denuncia: “Por eso digo que es una violencia estatal y no es un caso de violencia institucional, sino que son todas las instituciones unidas para sostener y garantizar la impunidad”.
“Recordar a veces también es medio difícil, porque hay toda una parte de la sociedad que lo recuerda permanentemente y sobre todo por ser un antes y un después en nuestra democracia, porque es la primera vez que interviene una fuerza federal en defensa de un terrateniente como Benetton, que es extranjero, por el contrario de los intereses de defender la soberanía nacional”, expresa Maldonado, quien recientemente publicó el libro Olvidar es imposible. Santiago, mi hermano, publicado por Marea.
Sobre el contexto de recuperación territorial
“Santiago en realidad defendía una causa noble, estaba defendiendo los recursos naturales de manos de un extranjero, en la cual se estaba recuperando una tierra y sin estar con ningún aparato, ninguna organización, es decir, desde lo solitario, solamente desde la solidaridad”, afirma Maldonado. Reflexionando sobre el significado de la desaparición forzada de su hermano, comenta: “Lo hizo no desde lo individual, sino desde la parte solidaria y eso es lo que se trató de aleccionar con su desaparición: que nadie fuera solidario”.
Al indagar sobre si podría interpretarse el caso de Santiago como símbolo de la violencia estructural que enfrentan los pueblos originarios, el periodista Rey, que en 2018 publicó el libro Silenciar la muerte – Crónica e investigación sobre la vida y asesinato de Rafael Nahuel, apunta a creer que hay una continuidad histórica que empieza efectivamente con la mal llamada ‘Conquista del Desierto’, que tiene su continuidad en las distintas etapas.
Siguiendo esta línea, comenta: “Lo que más enerva a los sectores concentrados económicos y políticos de esta región, en relación a los reclamos de los pueblos originarios, tiene que ver con la restitución territorial”, y reflexiona: “Mientras los reclamos sean de reconocimiento cultural, filosófico, espiritual, siempre le han encontrado una salida, pero cuando el reclamo es territorial ahí en general los poderes más concentrados saltan”.
Como bien recalca Rey, a este propósito sirvió una batalla de sentido, de instalación permanente de discursos nacionalistas y del derecho a la propiedad privada, y la idea de la instalación de la violencia siempre del lado del que reclama.
“Hubo todo un proceso muy largo y aceitado, con muchas complicidades mediáticas, judiciales, económicas y políticas para que la lectura que se haga de ese proceso tenga las características que vemos que son casi justificatorias de los asesinatos que ha cometido el Estado: Santiago Maldonado, Rafael Nahuel; pero también por privados como el de Elías Garay en la comunidad de la zona de Mallín Ahogado”, sostiene el periodista.
“Hay una gran política de estado que cruzó absolutamente todos los gobiernos, que es la estigmatización, la discriminación, el desconocimiento, el no apropiarse de un reclamo que podría enriquecer el debate público y la idea del buen vivir, eso no existió en ningún lado”, concluye Rey.
Santiago Maldonado, presente en la memoria activa
Luego de 78 días desaparecido, el cuerpo sin vida de Santiago apareció a orillas del Rio Chubut. Hoy, luego de incontables irregularidades en todo el proceso judicial, donde el caso fue abordado desde una lógica encubridora más que investigativa, el Poder Judicial sigue sin poder explicar qué pasó. Tampoco sentenció responsabilidades de ningún tipo, ni sobre las Fuerzas de Seguridad que ejecutaron el hecho, ni sobre quienes cumplían con cargos políticos y judiciales.
“Las demandas son saber qué le pasó a Santiago, que se llegue a una justicia general sobre todos quienes son los responsables, no solamente de quienes actuaron, sino quienes fueron cómplices, quienes dieron la orden, toda la cadena, y seguir manteniendo la memoria”, exige Maldonado.
Ante la pregunta por cómo quisiera que se lo recuerde a su hermano dice que desea que fuese sin catalogarlo con etiquetas, sino “simplemente de una persona, un ser humano que era libre y que apoyaba y defendía la soberanía, los recursos naturales, que estaba en contra de la megaminería, de la explotación y que quería un mundo más igualitario, y no tan desigual, donde se ataca a los más vulnerables”.