El 15 de junio de cada año, en nuestro país, se conmemora el Día del Libro. Esta fecha fue fijada por el Ministerio de Educación en 1941, tras un largo legado de generaciones lectoras. Este año, la 48° edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires registró una caída de asistencia del 10%. ¿ Acaso ya no se leen obras en papel?
De acuerdo con recientes encuestas realizadas por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA), sólo el 44.2% de la población lee regularmente libros. Sin embargo, según el informe de 2023 de la Encuesta Nacional de Consumos Culturales, el 51% de los argentinos lee por lo menos uno al año. Por otro lado, el 38% de la población lectora sostiene que lee por entretenimiento.
Pero más allá de las idas y vueltas de números, las prácticas y consumos culturales han sido atravesados por el avance de la digitalización y, es por ello que el libro en papel se ha convertido en un objeto de estudio debido a su resistencia en este cambio de paradigma. “Siempre ha estado la idea de que el libro en papel va a desaparecer como sucedió con el CD. El libro se mostró bastante resistente. Si hay una clase de desafío no es por el libro digital, en todo caso, tiene que ver con otras formas de consumos culturales que demandan la atención y tiempo que requiere la lectura”, sostiene Alejandro Dujovne, investigador del CONICET y director del Centro de Estudios y Políticas del Libro de la Universidad Nacional de San Martín.
Tal parece que el libro en papel se ha convertido en un espectro de la “vida predigital” que se contrapone al actual auge delstreaming. A esta altura debemos preguntarnos cuál es el valor que tiene el libro, hoy en día, y qué beneficios nos brinda a diferencia de nuestros consumos on demand.
María Laura Migliarino, docente y miembro de la Dirección General de Promoción del Libro, Bibliotecas y Cultura, dependiente del gobierno porteño, sostiene: “Desde mi perspectiva como docente de nivel medio, considero que, para un sector de la sociedad, el libro en papel termina siendo un refugio. Para los chicos, la lectura es un momento de concentración. El libro es algo que muchas veces en sus casas no existe y si uno como docente no se los ofrece o si no hay bibliotecas en la escuela, es algo a lo que los pibes no acceden”.
Si bien muchos autores y sociólogos sostienen que leemos más que nunca porque nuestro mundo digital es a través del código escrito, la práctica de la lectura crítica o de entretenimiento, a través del libro en papel, parece sufrir alteraciones. Según Dujovne y Migliarino, otros factores como el entorno cultural y nivel socioeconómico contribuyen a la vigencia de una sociedad lectora, sin determinarla.
“Impulsar la lectura tiene que ver con el encuentro con una madre o padre lector, un docente o una bibliotecaria que te da un libro que te vuela la cabeza”, sostiene Migliarino, y agrega: “Que te lean de chico tampoco garantiza que te vuelvas lector. No es tan lineal el recorrido”. Por su parte, Andrea Nagore, bibliotecaria de la Universidad Nacional de Moreno (UNM), expresa: “Mis papás no eran lectores. En mi casa no había libros y yo los elegí. Mi tía me sumergió en el mundo de la lectura. A mi hijo intenté transmitirle esto de leer juntos”.
El libro es un portal a nuevas experiencias, historias y desafíos. Dujovne define al aquel como la capacidad de construcción de la imaginación y la posibilidad de ampliar sus fronteras, además de que refuerza en el sujeto la capacidad crítica, a través de la lectura de argumentos. En ese sentido, agrega: “El libro es entendido de acuerdo con la propia experiencia y al vínculo con ese objeto. Es por ello que quien tuvo ese acercamiento de niño esté más predispuesto, en el futuro, a la comprensión”.
Según Sonia Budassi, escritora, docente y editora, “leer es una sensación de otro planeta”. Ella, cuyos libros más recientes son las crónicas y ensayos reunidos en Donde nada se detiene. Literatura y resto del mundo y los cuentos de Animales de compañía, aporta que la lectura tiene que ver con una experiencia de estímulos intelectuales. “La lectura es una actividad dinámica, basada en vivir aventuras y crear un diálogo en el que intentamos entender qué nos pasa con lo que leemos”, asegura.
Uno de los obstáculos a la lectura tiene que ver con el contexto de digitalización e inmediatez con la que deseamos ver o tener el mundo a través de nuestras pantallas. La comprensión lectora y prestar atención cada vez se hacen más difíciles en el marco de constantescrolleo que responde a la lógica capitalista de tener todo al alcance de nuestro dedo. En cuanto a esta idea, Budassi comenta que “hay una especie de sabor contracultural en leer un libro. Los libros tienen una impronta rebelde porque si todos estamos en el subte con el celular y al lado hay alguien leyendo un libro en papel, a esta altura nos parece raro”.
“Los hábitos de lectura han cambiado. Lo tecnológico nos ha atravesado, pero el libro en papel va en paralelo. No va a perder su valor y perpetuidad”, aporta, por su parte, Nagore. En línea con esto último que comenta la bibliotecaria de la UNM, debemos pensar las nuevas formas que ha adquirido la lectura, tanto en un Kindle como en un celular. Como bien sabemos, la atención se dificulta mucho más si leemos desde nuestro teléfono, al que no le paran de llover notificaciones. Sin embargo, la lectura digitalizada se ha convertido en una solución a la crisis económica vigente.
Más allá de que el libro digital se volvió una alternativa para un amplio sector de la sociedad, también debemos considerar que muchos son parte de una generación que nació entre dispositivos y con Internet al alcance de un “click”. Hoy en día, las formas de leer son distintas porque estamos sobreestimulados de información y datos, en todo lo que vemos y leemos. Ante este panorama, se hace realmente difícil poder llevar adelante una lectura linea, l donde los tiempos no son inmediatos. Vemos el video del resumen de un libro para no perder tiempo en algo que quizás no nos guste.
“La inmediatez y masividad hicieron que se pierda lo sensorial”, reflexiona Nagore. La lectura de un libro en papel es una experiencia que requiere de nuestros sentidos. “Me parece que, en la primera infancia, el libro en papel es fundamental, ya sea por los beneficios en la motricidad, al tener que pasar de una página a la otra, como por entender el cuidado de un libro. No me imagino leerle a mi hijo desde una tablet. La pantalla requiere de lecturas individuales”, sostiene Migliarino.
En este marco, la importancia de leer en papel radica en la preservación de las prácticas intelectuales colectivas como las lecturas en voz alta, en las que habita la mirada a un otro y en las que apartamos la vista del celular para vivir una experiencia sensorial, alejada del régimen de datos en el que estamos inmersos. El libro impreso funciona como un nexo a ese mundo de menor sobreestimulación que nos invita a vivir una aventura sin tener que suscribirnos a una plataforma.