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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Costando está el Carnaval

A lo largo y ancho del país, murgueras y murgueros aportan su particular brillo musical y visual. Pero poco se conoce sobre cómo se organizan y mantienen estas agrupaciones. En esta nota,, todas las claves.
Integrantes de Caprichosa Alegría, murga marplatense. Foto: Facebook Caprichosa Alegría

En Argentina las murgas barriales llenan de color y cultura las calles, especialmente en febrero y parte de marzo pero también durante todo el año. Se componen de personas de todas las edades y logran un sentido de pertenencia en ellas. Y cumplen un gran rol social y comunitario, ya que alojan a muchísimos jóvenes y niños de los barrios emergentes con actividades de aprendizaje artístico como lo son el baile y la música. ¿Pero cómo se organizan internamente? ¿Y cómo se sostienen económicamente? ANUNM lo cuenta a continuación, luego de recoger testimonios de representantes de la movida de todo el país.

 “Las decisiones de nuestra murga se toman en las reuniones de directivos. Cada uno plantea las necesidades de su grupo a cargo y posibles soluciones. Igualmente se tienen en cuenta los aportes de todos los que formamos la murga. En un principio solo había una directora general hasta que fuimos creciendo y eso llevó a tomar la decisión de delegar un poco las responsabilidades”,  comenta Andrea Ruiz,  de la Murga Rompiendo Esquemas,  de Salta Capital, nacida en 2012, mientras se preparan para el Carnaval 2022.

Del mismo modo, Sasha Mautouchet, referente de Caprichosa Alegría,  del barrio 9 de Julio ubicado en Mar del Plata, explica cómo se gestan las tomas de decisiones de su grupo: “Nos manejamos de forma independiente. Nuestra murga no tiene directores. Somos referentes que siempre vamos a votación”. En Buenos Aires, Athiana Kelly,  de la murga Furia de Carnaval de La Matanza, dice:  “Somos una murga independiente y autogestiva. Nos dividimos por comisiones: baile, percusión, fantasía, escenario y admiración. Luego, para tomar decisiones nos manejamos con voto popular”.

En tanto, Malena Sabaidini, integrante de la murga Quita Mufa de Neuquén Capital, cuenta: “Nuestra murga en general es autogestiva, quisimos muchas veces trabajar con el sector Cultura de la Municipalidad, pero luego de muchas discusiones decidimos seguir así”. Por otro lado, nos cuenta su experiencia Enrique Aballay, referente de Incorregibles de Maipú.  Mendoza: “Nosotros comenzamos con una directora.  quien era la fundadora de la murga y luego al crecer nos manejábamos con reuniones de un grupo que motorizaba todo y lo que se proponía se le comunicaba a los referentes y la directora para que comiencen a gestionar, organizar y si había que pedirle alguna donación al intendente, se hacía”.

En la Patagonia también hay murga. En la imagen, Quita Mufa, de Neuquén. Gentileza Malena Sabaidini

Cuestión de números

Es importante recalcar que las escuelas o academias de baile generalmente son pagas, como también las clases para aprender a tocar algún instrumento. Pero en el caso de las murgas, se presta un servicio gratuito a la sociedad. De todas formas es necesario realizar gastos para que las actividades se lleven adelante.  Sasha de Caprichosa Alegría, detalla: “Los principales gastos de la murga son los arreglos a los bombos que siempre se rompen, pagar las trompetas o fantasía, que vendrían a ser paraguas, banderas y estandarte. A veces, también en pirotecnia tipo bengalas de humo. Otro gasto es cuando viajamos a Buenos Aires a alguna presentación; se gasta en comida más que nada en esas ocasiones. Una referente lleva la cuenta de cuánta plata tiene la murga, en qué se gasta y demás, siempre guarda los recibos y cada año cuando termina febrero lo muestra a los integrantes de la murga’’.

Una experiencia similar presenta Enrique, de los mendocinos de Incorregibles. ”Parches, platillos, trompetas o las mazas de los percusionistas son los gastos que se dan más seguido. Después, renovar trajes, lo que significa gastar en tela para todos o gomaespuma para hacer las galeras. También el transporte”.

También acerca su perspectiva la referente de la murga neuquina: “Los gastos más grandes que hizo nuestra murga fueron comprar los bombos nuevos que son fundamentales, porque si no los percusionistas no aprenden. Generalmente representa un gran gasto a pesar de que siempre hay alguien que se puede comprar su bombo propio. Después, algo que no puede faltar en las murgas son las guitarras para no depender de que cada persona lleve la suya y así poder enseñarle a otros participantes que no tengan. También, las bengalas y las banderas salen caras. Por último, lo más doloroso son los viajes; el último colectivo hacia Suard,  en Santa Fe nos salió 65 mil pesos en 2019”.

El oeste del Conurbano también aloja a numerosas murgas. En la imagen, Los Caprichosos de Merlo. Foto gentileza de Joel San Martín

La creatividad al palo

Con la característica autogestiva que presentan, las murgas en todo el país recurren a su ingenio y buena voluntad para resistir económicamente. Reflejo de esto es el panorama que cuenta la salteña Andrea,  de Rompiendo Esquemas: “Hacemos rifas la mayoría de las veces, si no vemos si nos sale alguna presentación privada. Todo lo recaudado queda en un fondo común y de allí vamos sacando para lo que se necesita”.

En la misma línea  comenta Athiana,  de la matancera Furia de Carnaval: “Los ingresos los logramos haciendo corsos, rifas, choripaneadas, a veces hacemos cumpleaños de 15, casamientos o egresados. Con esto compramos telas, instrumentos y pagamos parte de los micros con los que a veces nos trasladamos. Todo sale de nosotros, no recibimos ayuda de ninguna organización.”

En Mar del Plata se repiten estas experiencias: “Para cubrir nuestros gastos organizamos corsos; por ejemplo, para el Día del Niño armamos un festival en la plaza donde nosotros ensayamos para los vecinos del barrio, donde vendemos algo para tomar mate y demás. También en nuestro corso de febrero generamos plata para cubrir los gastos de la murga.  La mayoría de lo que tenemos es por gestión propia,” explica la referente de la murga de esa ciudad.

Por último, Malena de Quita Mufa describe la modalidad que su murga aplica para cumplir los objetivos económicos que se proponen: “En principio, todos los domingos quienes participan de la murga aportan lo que pueden, sean 100 o 200 pesos y se guarda en un bidón que sirve de fondo en común. En el caso que no alcance la plata para lo que queremos comprar, por ejemplo una bandera de muchos metros, se utiliza esa plata para comprar pollo y venderlo algún fin de semana y sacar una diferencia. Una cosa que hacemos seguido como murga son los cumpleaños de 15 o la apertura de algún boliche y los que podemos participamos para sumar. Siempre se intenta ayudar al que no puede pagar un pasaje o lo que necesite para ser parte, activando con rifas, donando o prestando al fondo lo que se pueda”.

En resumen, el ingenio y la unión colectiva es la que mantiene de pie a estas organizaciones populares como las murgas, quienes cumplen grandes labores comunitarios en los barrios y mayormente de forma autogestiva.

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