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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Confianza en las vacunas: Argentina en baja

De acuerdo a un estudio de la Fundación Bunge y Born, en la población argentina disminuye la confianza en las vacunas, aunque todavía está en niveles elevados. Los riesgos por no vacunarse, en ascenso.
Si bien se mantiene en valores elevados, los valores en Argentina han descendido respecto de 2019. Foto principal: Noelia Guevara (Anccom).

Desde hace algunos años, las vacunas encontraron un lugar en el centro de la discusión pública. Ya sea que se las considere una necesidad o un riesgo, la realidad es que luego de la pandemia mundial por covid-19, la confianza que tienen los argentinos en ellas ha disminuido. Según el Índice de Confianza y Acceso a las Vacunas (ICAV), elaborado por la Fundación Bunge y Born, si se comparan los niveles que había en 2019 con los niveles que se midieron el año pasado, hay una baja en la confianza del 9,1%. Esta es una tendencia que se vio replicada en otras partes del mundo. Aunque el estudio no llegó a incluirlo, el dato del retiro por parte de Astrazeneca de una de sus vacunas podría acentuar ese fenómeno.

“En Argentina existía la idea de que había una cultura muy fuerte en torno a la vacunación, pero no sabíamos si era un mito o una realidad”, señala Julio Ichazo, sociólogo y coordinador de proyectos de la Fundación Bunge y Born. “Investigamos temas de confianza en el mundo hasta que dimos con el Índice de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres. A partir de eso empezamos a indagar cómo podíamos trasladar ese índice a nuestro país”, explica.

Gracias a este estudio se sabe que, si bien hay una tendencia a la baja, la confianza en nuestro país es alta y generalmente estable. La medición que se hizo en 2019 dio como resultado un nivel de confianza del 93,7%. Ya en 2020 bajó al 86,9% y a partir de ahí se mantiene entre un 85 y un 86%.

El avance de la medicina a lo largo del tiempo demostró una y otra vez que las vacunas son algo clave para la vida en sociedad. El beneficio principal que tienen es el refuerzo del sistema inmunológico, lo que lleva a poder evitar o disminuir los síntomas de diferentes enfermedades. En el caso particular de Argentina, el país cuenta con uno de los calendarios de vacunación más completos del mundo: tiene 18 vacunas que pueden ser aplicadas de manera gratuita en diferentes hospitales y centros de salud. En otros países el calendario suele ser más acotado y no todos proveen el acceso a la aplicación gratuita.

Si bien nuestro país posee este calendario y cuenta con un sistema de salud que se caracteriza por ser público y gratuito, no todos logran acceder a él. Según el ICAV, el promedio del nivel de acceso a las vacunas en el año 2023 fue del 67,9%. Cuando en esta medición entra el factor del nivel educativo, se puede ver una clara desigualdad: las personas que tienen menor nivel de estudios son las que menos acceso tienen a las vacunas.

Desinformación y debates online

Los debates en torno a la eficacia y los efectos colaterales de las vacunas encontraron su camino a lo largo de los años sobre todo en redes sociales como Facebook y Twitter. Las fallas en la comunicación pública, la pandemia y la facilidad de las redes para esparcir noticias falsas pueden ser algunas de las razones por las que algunas personas empezaron a repensar su postura en cuanto a las vacunas. Ichazo, en su condición de sociólogo, explica que este puede ser un problema multicausal: “Creo, por un lado, que hubo un exceso de información que generó ruido y tapó, de alguna manera, los discursos de los científicos. Se valoraba de la misma manera el discurso de un científico que trabajó toda su vida en esto que el discurso de un influencer antivacunas. También hay que tener en cuenta una cierta mirada antisistema que lleva a desconfiar de todos los sistemas oficiales, como pueden ser el de salud y el de comunicación”.

El mayor problema de estos movimientos antivacunas es el resurgimiento de enfermedades que antes estaban controladas, como por ejemplo el sarampión. “Después de la pandemia quedó todo muy sectorizado. Están las mamás que saben que nace su hijo y hay que vacunarlo, y están las mamás que dicen que son antivacunas y quieren que su hijo genere anticuerpos”, explica Jesica Amendola, auxiliar de enfermería y vacunadora.

“A raíz de esto se están desencadenando un montón de enfermedades que estaban totalmente erradicadas. Un ejemplo es la varicela. Antes cuando éramos chicos eran solo unos granitos, pero ahora hay una varicela que se llama “varicela vertiginosa” que es muchísimo más grave. Por estos casos se agregó una segunda dosis de la vacuna al calendario nacional para intentar que se minimice la enfermedad”.

El mundo postpandémico y la vacunación

En 2020 el mundo se encontró con un panorama de salud insólito. El aumento de contagios con un virus, desconocido hasta ese momento, obligó a científicos de todo el mundo a trabajar rápidamente en alguna manera de frenar este avance. Diferentes laboratorios dieron con una vacuna, y esto abrió las puertas del debate público sobre la seguridad y la velocidad con la que fueron producidas.

“Con las vacunas que tuvieron sus estudios correspondientes, como la de la varicela y el sarampión estoy totalmente de acuerdo, pero desconfío de las que no tuvieron el tiempo de estudio suficiente como las del Covid. Puede tener efectos adversos que no conocemos”, comenta Fabiana Rodino, docente jubilada. Esta es una postura que fue muy común durante los primeros años de la pandemia en donde la gente, frente a lo desconocido, reaccionaba con miedo y desconfianza.

A pesar de esto, cuando las vacunas fueron accesibles en nuestro país, mucha gente se acercó a aplicarse las dosis necesarias. “En el vacunatorio tenías de todo, la gente venía muy nerviosa, con miedo, algunos elegían las vacunas, otros no querían esperar o no creían pero se daban la vacuna igual. Era algo nuevo para todo el mundo, para ellos y para nosotros”, comenta Amendola. “Nosotros estudiamos sobre la vacuna e intentábamos generar una confianza con el paciente: le explicábamos lo que uno le iba a aplicar, por qué se lo iba a aplicar, cómo se iba a minimizar la enfermedad. Así, sentándose con paciencia, tratábamos de calmar a la gente que venía asustada o con miedos”, agrega la vacunadora.

Según la OMS, más allá de que la pandemia se haya controlado, se recomienda igual continuar con la vacunación para prevenir el Covid. Mucha gente desconoce esto o desconfía de la idea de darse refuerzos. Según el ICAV, 4 de cada 10 encuestados creen que es falso que se deban aplicar un refuerzo anual de esta vacuna. Sobre esto, Amendola sostiene que antes había un miedo que ahora se perdió, y que por eso la gente le resta importancia.

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