Un clásico de nuestro país como lo son los kioscos de diarios y revistas se encuentra en peligro de extinción. La situación se acrecentó en los últimos años a raíz del cambio de hábitos de consumo generado por la irrupción del mundo digital, entre otras cuestiones.
Estos puestos formaban parte del folklore de la sociedad y se reservaban para unos pocos debido a que en la mayoría de los casos eran hereditarios. “El kiosco lo tengo hace más o menos 10 años, antes lo atendían mis padres y abuelo, desde el año ‘75 pertenece a la familia y todas las generaciones nos dedicamos a lo mismo”, relata Nicolás Elías Penseroli, canillita de San Miguel de Tucumán. Lo mismo sucedía en la provincia de Buenos Aires, según cuena Carlos Taponeco, de Moreno. “El puesto era de mi papá, en el año 1952 tomé posesión porque él ya no trabajaba y con mi señora lo tuvimos durante 58 años”.
Frente al incremento de los productos digitales y la reciente pandemia, el oficio tuvo una baja en las ventas del 50%, comparado con 2019. Néstor Tori, quien tiene actualmente un kiosco en la ciudad de Rosario, cuenta que no solamente el declive es producto de cambios de costumbres en el hábito de la lectura en dispositivos digitales, sino también una cuestión de costos. “El papel es cada vez más caro, y hoy el lector de diario de papel es claramente del sector ABC1 de la economía, salvo los que leen diarios como Popular o Crónica, que son mucho más baratos y traen información de las carreras del hipódromo y las loterías”, comentó.
La situación durante el aislamiento social preventivo y obligatorio a raíz del Covid-19 obligó a cambiar las formas de trabajo de muchos rubros, incluido a los y las canillitas, lo que generó desde incorporar formas de pago con billeteras electrónicas hasta incluir el servicio de delivery. Tori expresa que “mucha gente dejó de comprar, los bares tenían prohibido atender al público primero, y después cuando podían tener gente adentro, no podían poner ni diarios o revistas en las mesas, así que hizo caer drásticamente la venta y produjo el cierre de muchas editoras como Pronto, Paparazzi y Cosmopolitan”.
“El diario ya ni siquiera trae suplementos, son unas cuantas hojas dobladas, más como un folleto que otra cosa”, relata Penseroli. Respecto a la situación en el noroeste de Argentina, se repite lo mismo que en Rosario y Buenos Aires. “Lo que hace subsistir a los y las canillitas es el cliente mensual, si fuera por la venta a la calle hay días que no se vende ningún producto”, sentenció el canillita tucumano.
Si bien la mayor parte de los dueños de kioscos de diarios consideran que el declive en las ventas se produjo a raíz de la pandemia, otros opinan distinto. “Calculo que entre el año 2017-2018 comenzó a decaer la situación en mi puesto, lo pude mantener gracias a una muy buena clientela que tenía, pero en 2019 lo vendí”, señala Taponeco, quien tenía su kiosco frente a la plaza de Moreno Centro.
Respecto a esto, en 2018 se realizó un acuerdo entre el por entonces ministro de Trabajo Jorge Triaca, el secretario de Sindicato de Vendedores de Diarios Revistas de la Ciudad Autónoma y Provincia de Buenos Aires (SIVENDIA), Aldo Lo Castro, los representantes de la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines (SDDRA), Carlos Taboada, Martin Codo y Héctor Emenguiya, y el secretario de Trabajo, Horacio Pitrau. Este convenio permitió a los puestos de diarios realizar diversos trabajos, como la entrega de correspondencia, papelería y paquetes, tarjetas de crédito y débito, DNI y pasaportes y servir como depósito y dispensa de productos adquiridos por medio del comercio electrónico.
A partir de ese momento es cuando muchos kioscos de diarios y revistas vieron la posibilidad de reconvertirse y comenzar a vender productos que les dieran una mayor rentabilidad. Santiago Luis Chaves, dueño de un puesto en la zona céntrica de Moreno señala: “El secreto está en buscar lo que tiene o se cree que tiene salida rápida para hacer una diferencia y seguir buscando ventas rápidas, todo lo que sea coleccionable, en nuestro caso también hacemos pago de servicios”.
“Hoy los kioscos de diarios y revistas tenemos ese nombre casi por uso y costumbre, porque literalmente somos tiendas de coleccionables, con agregado de diarios y revistas, vendemos juguetes, réplicas de autos a escala, figuras de acción, cosas de bazar, que siempre traen revistas incluidas en el paquete”, comenta Tori sobre la situación en Rosario.
Por otro lado, es importante aclarar que la mayor parte de los productos coleccionables pierden continuidad debido a que son importados, los costos son cada vez mayores porque van atados al precio del dólar y gran parte permanece varado durante largos períodos en la aduana, lo que repercute seriamente en los bolsillos de los canillitas.
Más allá de los coleccionables, muchos kioscos optaron por vender diversos productos alejados del rubro en sí mismo. En el caso de Penseroli, en Tucumán, que decidió incorporar al puesto artículos que se encuentran en la venta ambulante. “Empecé a vender medias, accesorios, porta tarjetas, juguetes, cosas que se podían conseguir en un mayorista, que resultaron siendo lo que más rentabilidad nos dejó”, declara.
Esto permitió que sobrevivan al cambio en las condiciones tecnológicas globales y se integren a los barrios. Aunque ninguno de estos rubros les otorga una sustentabilidad a los negocios que alcancen a reemplazar la caída de diarios y revistas.