Por segunda vez durante el gobierno de Javier Milei, se llevó a cabo una Marcha Federal Universitaria. Estudiantes, docentes, trabajadores universitarios, investigadores y graduados, junto a diferentes organizaciones políticas y sindicales, se movilizaron al Congreso Nacional. El motivo fue exigir la aprobación de la Ley de Financiamiento para las casas de estudio, que el presidente había anunciado que iba a vetar, como finalmente sucedió en la mañana de hoy jueves.
Ayer, algunos grupos se encolumnaron detrás de organizaciones estudiantiles, políticas o sindicales, mientras que otros se situaron tras las gigantescas banderas que representaban a cada universidad. Muchos llegaron de manera autoconvocada y otros asistieron en compañía de amigos. Todos se encontraron, a su modo, bajo una misma consigna. “Esta lucha no es una bandera partidaria o una doctrina ideológica, es defender una herramienta de progreso para un país que necesita en todas sus áreas profesionales capaces, eso queremos resguardar”, manifestó Nana Nodar, estudiante de Ingeniería en Informática de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
“A veces me imagino cómo sería mi vida si mis padres no hubiesen tenido la posibilidad de estudiar, nuestra realidad sería sumamente diferente”, reflexionó, por su parte, Josefina Guido y Spano, estudiante del Profesorado Universitario de Inglés en la Universidad Nacional de José C. Paz (UNPAZ). “Mi familia ha progresado gracias a la educación pública, pienso que es la base del avance de cualquier sociedad”, detalló. Siguiendo esta línea, destacó que “muchos fueron las primeras generaciones de graduados en sus núcleos familiares por obra de las universidades públicas presentes en el conurbano y a lo largo del país”.
Otro participante que reconoció el rol crucial de las instituciones bonaerenses es Sofía Mascovedro, alumno de la Licenciatura en Educación de la Universidad Nacional de Lanús (UNLA). “Pertenezco a una universidad popular, conurbana y nacional”, afirmó. Al consultarle sobre cuál cree que es el mensaje que la movilización quiere transmitir a la sociedad, comentó que “la cantidad de gente que salió hoy a las calles tiene que llegarle de alguna manera a aquel que no se animó, que no se sintió parte o que no se interesó lo suficiente”.
Al reflexionar sobre qué decirle a alguien que no comprende la importancia de defender la formación superior, puede ser complicado formular una respuesta clara. En este sentido, Rocío Romero, abogada y estudiante del Profesorado Superior de Ciencias Jurídicas de la Facultad de Derecho (UBA), afirmó que invitaría a ese ciudadano a cualquier universidad nacional a nutrirse de ella, de los profesores brillantes que alberga y de los no docentes que acompañan. “Hoy siento que puedo competir de igual a igual frente a un graduado que tuvo más posibilidades que yo y eso lo logran las instituciones públicas”, culminó.
Algo similar expresó Macarena Moreno, licenciada en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Moreno (UNM) y actual estudiante de Abogacía en dicha institución. “La formación profesional pública en el futuro siempre nos beneficia y nosotros tenemos que devolver a la comunidad lo que nos dio en su momento”, manifestó.
En tanto, Maitena González, estudiante de la Licenciatura en Trabajo Social en la Universidad Nacional de Lujan (UNLU), tiene en claro que la lucha no terminó, participó en ambas manifestaciones y cree que serán necesarias más. “En todas las marchas que voy siento lo mismo: compañía. Te das cuenta de que somos muchos los que estamos luchando por un país mejor, donde se respeten nuestros derechos, fui a la primera y pienso seguir yendo a las que sean necesarias”, expresó.
Esta sensación de unidad frente a un objetivo común es algo que numerosos estudiantes nombran. “Uno establece redes de solidaridad con el compañero. Yo lucho por muchas cosas que no me tocan. Para salir de la crisis, hay que romper con la lógica individual. Tenemos que bancarnos todos, pensar una salida en conjunto de las dificultades”, afirmó Milagros Pin, quien cursa la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
En medio de una recesión económica que afecta a diversos sectores de la sociedad argentina, la educación superior pública se encuentra en un momento crítico. La inflación, los recortes presupuestarios y la precarización laboral impactaron a las universidades nacionales, generando incertidumbre en los estudiantes que no siempre pueden sostener la cursada. “El contexto económico es muy limitante para cualquier estudiante. Debido a su costo, el transporte, la comida y fotocopias se convierten en lujos prohibidos”, explicó Pablo Barberán, alumno de la Licenciatura en Comunicación Social en la UNM.
“Después hablan de alumnos fantasmas, cuando la deserción muchas veces es producto de no poder solventar los gastos de cursar una carrera”, complementó Barberán.
Por otro lado, Leonel Mariani, quien cursa la Licenciatura en Historia en la Universidad Nacional de San Martin (UNSAM), afirmó: “Como estudiante, estoy tratando conseguir un trabajo para tratar de seguir estudiando”. A su vez, agregó que “en estos últimos meses el costo de vida se multiplicó mucho, donde en todos los trabajos los salarios perdieron valor ante la situación económica”.
“Esta lucha es de todos, si estudias en la universidad pública, para seguir estudiando tenés que defenderla. Si no, seguro conoces a alguien que sí, no te puede dar lo mismo que tus compatriotas puedan o no seguir cursando. La libertad está en elegir y nosotros elegimos la educación pública”, concluyó Mascovedro, la futura trabajadora social de la UNLA. Ahora, le toca al Congreso nuevamente jugar su rol.
