En el oeste del conurbano bonaerense, surgen espacios que apuestan por la educación y promoción de las ciencias para los más pequeños de la zona. La escuelita de ciencias Eureka, de Ituzaingó, y el Planetario Móvil del Oeste, con base en Moreno, son propuestas que despiertan la curiosidad y el interés por el conocimiento científico a través de experimentos y actividades lúdicas.
Eureka: ciencia, comunidad y futuro para los niños de Ituzaingó
La idea de Eureka nació en 2020, impulsada por un grupo de jóvenes voluntarios con formación en ciencias y educación, quienes también son militantes políticos y sociales comprometidos con el trabajo con infancias. Preocupados por la falta de socialización de los niños, debido al aislamiento durante la pandemia, decidieron realizar ferias de ciencias al aire libre en jornadas especiales como el Día del Niño y Reyes.
Facundo Alonso, profesor de Ciencias de la Educación y director de Eureka, comenta: “Esas experiencias nos dieron una idea de lo poco que se trabaja la ciencia con las infancias, cuando quizá ambos van de la mano porque la curiosidad que tienen los nenes y nenas es muy difícil que después continúe en la vida adulta si no se alimenta”. El director también recuerda que esas ferias caían en lo que ellos llaman “eventismo”, es decir, cuando el público asiste a muestras o museos de ciencia sólo en ocasiones puntuales, quedando esos saberes en un pedestal.
“Fue entonces cuando empezamos a idear un espacio de encuentro con la ciencia como eje, dirigido a un grupo de chicos y chicas interesados a priori en aprender, o cuyas familias deseen trabajar ese interés, en aquellas edades donde la curiosidad es el mejor aliado”, asegura Alonso. Con tal objetivo, en 2022 alquilaron un local en el Barrio Aeronáutico de Ituzaingó donde abrieron la escuelita Eureka y comenzaron a ofrecer talleres semanales gratuitos para niños y niñas de 5 a 12 años.
El profesor aclara que la planificación de los contenidos en Eureka se basa en el currículum de Ciencias Naturales de nivel primario de la provincia de Buenos Aires. Asimismo, la estrategia didáctica consiste en realizar observaciones empíricas de fenómenos, utilizando elementos cotidianos que se pueden encontrar en casa. “Aprendieron sobre el pH y a medir la acidez y la alcalinidad de algunos productos que tenemos en las alacenas, como el shampoo, el jabón líquido y el bicarbonato”, comenta Alonso.
Además, este proyecto educativo busca mostrar un horizonte de posibilidades para el futuro de los chicos, ya que varias familias desconocían la opción de acceder a la educación secundaria técnica, así como la existencia de escuelas técnicas gratuitas en su distrito. “No hacemos Eureka en pos de formar a los futuros científicos de este país, sino para que el nene venga, se interese, aprenda, se divierta y, si después quiere, que sepa que es un camino que puede acceder y tomar. Pero nunca nadie va a caminar por un camino que desconoce”, explica Facundo.
Para mantener esta propuesta gratuita de divulgación científica en el conurbano, se necesita de la colaboración activa de la comunidad. Los padres se ofrecen permanentemente a mantener el lugar, ya sea reparando persianas y estufas, pintando paredes o lavando guardapolvos. “Para nosotros eso es importantísimo y netamente esencial, en el sentido de la esencia de nuestras comunidades del conurbano. Nuestro pueblo tiene esos mecanismos de solidaridad, más aún cuando se trabaja con infancias, en el sostenimiento de los clubes de barrio y otros espacios de encuentro de la comunidad”, sostiene Facundo.
Florencia Vásquez, licenciada en Comunicación Social y profesora de Eureka asegura: “Esa identidad conurbana está presente en Eureka porque la mayoría de los profesores nos recibimos o estudiamos en una universidad del conurbano. Yo me recibí en la Universidad Nacional de La Matanza e hice toda mi vida en el conurbano. Existe esa identidad de forma intrínseca, aunque no sé si uno la piensa continuamente, pero está en cómo nos vinculamos y también en lo que queremos pensar para nuestro proyecto”.
Los profesores cuentan que Eureka es lo que hubiesen querido tener a la vuelta de sus casas cuando eran chicos y ahora representa una forma de retribuir a la comunidad en la que crecieron. Actualmente reciben a más de 140 estudiantes por semana, en clases de grupos reducidos a cargo de una pareja pedagógica compuesta por un profesor especializado en saberes técnicos y otro en saberes pedagógicos.
Cada clase comienza con una breve explicación introductoria, seguida de la práctica de laboratorio donde los niños son los protagonistas. Siembran placas de Petri con estornudos para observar bajo el microscopio la proliferación de bacterias, buscan con lupa seres vivos en el barro y aprenden sobre los gases de efecto invernadero midiendo la temperatura de una gaseosa antes y después de agitarla, entre otras experiencias.
“En cada uno de los talleres, a través de un experimento que definimos anteriormente, abordamos alguna temática en particular. Por ejemplo, cuando tratamos el pH, el experimento que vamos a hacer es algo fenomenológico que pueda demostrar eso que estamos queriendo ver. En ese caso, cómo trabaja el pH en los cambios de color con el jugo de repollo”, explica la profesora Vásquez.
La consigna de las clases es que los chicos aprendan manipulando los elementos de los experimentos, evitando siempre el uso de fuego o materiales peligrosos. Asimismo, se busca que comprendan y apliquen el método científico, por eso elaboran una bitácora para documentar las hipótesis iniciales, las preguntas que se hicieron, el registro de las observaciones, el resultado final y hacer ilustraciones del fenómeno.
Llevando el Cosmos a las aulas: la experiencia del Planetario Móvil del Oeste
Eureka no está sola en su misión de divulgar las ciencias y democratizar el acceso al conocimiento en el oeste del conurbano bonaerense. En la localidad de Moreno, otro proyecto también busca despertar el interés por la ciencia en niños y adolescentes. Se trata del Planetario Móvil del Oeste, que ofrece a las instituciones educativas de todos los niveles una experiencia inmersiva sobre temas astronómicos, a través de un domo inflable en el que se proyectan imágenes en 360°.
Desde el año 2018, esta iniciativa ha estado llevando a las aulas el estudio de los cuerpos celestes mediante un domo que recrea una bóveda celeste. La iniciativa es llevada adelante por Sonia Carosella, licenciada en Comunicación Social con orientación científica, graduada en la Universidad Nacional de Moreno, junto con su socio, un apasionado de la observación del espacio y una acompañante terapéutica.
“Los docentes siempre nos reciben muy bien porque el Planetario Móvil representa una herramienta didáctica que complementa lo que ellos enseñan en sus clases. En general, nuestra visita se integra a la planificación de temas que ya vienen trabajando con sus estudiantes. Y es muy gratificante recibir sus comentarios de agradecimiento por despertar el interés y la participación de los alumnos de manera lúdica”, afirma Carosella sobre las escuelas que los convocan.
Con respecto a la implementación de una propuesta educativa de ciencias en el conurbano, Sonia destaca que la curiosidad y el deseo de aprender están presentes en los niños de todos los lugares. Sin embargo, remarca la importancia del acceso a experiencias como las que brinda un planetario itinerante, porque permite explorar la astronomía a los hijos de familias con recursos limitados. Una oportunidad que de otro modo podría resultar inaccesible si dependieran de visitar un planetario tradicional.
“Siempre los estudiantes nos reciben con mucho entusiasmo y expectativa. Especialmente en el nivel inicial nos esperan con mucha euforia. En estos casos las funciones son algo bulliciosas, pero está bien que así sea”, explica la comunicadora. Durante las presentaciones, el equipo se enfrenta a una variedad de preguntas de los alumnos, como por qué brilla el sol, por qué cambia la forma de la luna, cómo se descubren nuevos planetas y por qué Plutón ya no forma parte del sistema solar, entre otras inquietudes. Las iniciativas por la educación científica en el conurbano, como la escuelita Eureka Ituzaingó y el Planetario Móvil del Oeste, no solo fomentan en los más pequeños la curiosidad por el conocimiento y la posibilidad de soñar con futuros en el campo de la ciencia y la técnica, sino que también fortalecen el compromiso y los lazos de solidaridad de las comunidades, en pos del mejor desarrollo de las infancias.