El malambo es una disciplina artística considerada una danza más, junto a la chacarera, el gato, el escondido, entre otras, del repertorio folklórico argentino. Consiste en realizar figuras y golpes en el piso utilizando los pies (denominado zapateo), al ritmo de instrumentos como la guitarra o el bombo legüero. Estos movimientos en conjunto se llaman mudanzas y son la estructura principal del malambo. También los bailarines tienen en cuenta elementos como la vestimenta, la coordinación con el cuerpo y su postura, el personaje (si es que se está interpretando alguno), entre otros.
Su origen se remonta en las tierras de la región pampeana Argentina del siglo XVII. Los habitantes se reunían en fogones o pulperías para desafiarse en un contrapunto de malambo. En el presente, el malambo sigue vigente gracias a distintos festivales de todo el país que mantienen su esencia. Sin embargo, a diferencia de su histórica tradición, las mujeres también han incursionado en practicarlo desde hace tiempo. Es por eso que ANUNM habló con diferentes malambistas y referentes del ambiente, para conocer qué está pasando con el malambo femenino. Y el tema se refresca en esta semana, porque Belén Medina, santiagueña, se consagró en el Campeonato Nacional de Malambo Femenino que se realizó el fin de semana pasado en Tanti, Córdoba.
Momento de cambios
El malambo es considerado una danza masculina propia del paisano argentino. Sin embargo, a pesar de que sigue vigente su tradición histórica, dejó de ser exclusiva de los hombres. La mujer gestó su lugar a fuerza de ganas y valentía, produciendo un aumento constante en la cantidad de malambistas. “Hay muchísimas mujeres más que, hoy en día, se están animando. Siempre hubo mujeres zapateando, pero nunca se profundizaron tanto como ahora”, expresa Candela Larrosa, malambista de José Mármol, de 22 años, y profesora de danzas folklóricas.
Además señala que en ese camino recibieron críticas por hacer algo que era considerado “cosa de hombres”. Gracias a la lucha que llevaron a cabo las mujeres, esa concepción mutó con el tiempo. En la actualidad el malambo es uno solo sin importar la identidad sexual de quien lo ejecute. “Ahora no está mal visto ni parecer varón por hacerlo”, enfatiza Candela.
Con el pasar del tiempo, esa danza dejó de ser pasatiempo de los gauchos para convertirse en un espectáculo cultural. Tanto es así que se crearon varios festivales a lo largo del país. Nuevamente, la mujer no tenía espacio en el malambo o, en su defecto, era escasa su participación.
Es por ello que en 2018 se produjo el Campeonato Nacional de Malambo Femenino (CNMF), con el objetivo de otorgarle a la mujer el lugar que se le venía negando. José Luis Báez, presidente y organizador de este festival, recuerda: “Habíamos visto que había muchas mujeres zapateando y que tenían muchas condiciones. Pero carecían de un espacio para poder desarrollar lo que venían practicando. No se las estaba valorando como realmente se tendría que haber valorado”.
El campeonato se organiza en Córdoba, lleva cuatro ediciones y sus rubros más atrayentes son los malambos femeninos (ya sean individuales o grupales). También incluye rubros de danzas en todas sus categorías (infantil, juvenil y mayor). En su primera edición tuvo 90 participantes en general. Para su segundo año, se hicieron los pre-selectivos (a modo de clasificación) en las 23 provincias del país y se obtuvieron cerca de 1000 participantes. En su tercera edición llevada a cabo en diciembre del 2021, se multiplicó a 2000.
Misma estructura, diferente interpretación
Existen dos tipos de malambos con diferentes características: el sureño (el más antiguo, originado en la región pampeana) y el norteño (iniciado en las provincias del norte). El primero tiene un estilo más suave y candente, donde el bailarín se despega del suelo y lo acaricia con elegancia. En el segundo, por su parte, predominan los golpes seco, s donde se luce el sonido de las botas.
Si bien son estilos distintos, ambos tienen la misma estructura. Lucía Nieva, malambista desde hace diez años, preparadora de malambo y asistente de dirección en el Ballet Municipal de San Miguel, dice que “los elementos para el malambo, es decir, las mudanzas, siempre salen de lo básico. A eso se le agrega alguna que otra habilidad (giros, juegos de sonidos, tripletes, fonéticas) o algo que sea original en la forma de ejecutarlo”.
Sin embargo, hay otros elementos que entran en juego, como la vestimenta, interpretación y la historia que hacen que el malambo femenino se diferencie del masculino. El hombre tiene como referente histórico al gaucho. En cambio, la mujer, parafraseando a Báez, es más libre de decidir si tomarlo como referente o jugar con otro tipo de coreografía, movimientos e interpretación que se separe de lo netamente tradicional, al poseer una historia mucho más libre de lo gauchesco.
En búsqueda de su historia
En este sentido, el coreógrafo y Director de Federación Ballet de la provincia de Salta, Leonardo de Jesús Chávez, sostiene que no usa una referencia gauchesca a la hora de preparar una propuesta de malambo. Esto se debe a que “hay malambistas que su personalidad o su estética no podría mostrar algo puramente tradicional. Entonces, uno busca desde el lado más artístico, desde el lado más interpretativo, que tenga esa persona”.
A su vez, las intérpretes mujeres tienen la posibilidad de crear su historia de malambo. Teniendo en cuenta esto, Leonardo preparó el conjunto femenino Awqa Sisa, quienes resultaron finalistas en el Festival Pre Cosquín 2022. En este sexteto buscó interpretar a seis heroínas a nivel nacional en la época revolucionaria, por lo que realizó una investigación para conocer en detalles de cada historia como, por ejemplo, si eran parte de la milicia su nivel socioeconómico. “Con base en eso fuimos detallando cada parte del vestuario y la coreografía, tratando de personificar lo más parecido posible al personaje que se ha interpretado”, agrega.
De la misma forma, Susana Medina, de José C.Paz y reciente subcampeona bonaerense, dice que, debido a la posibilidad de romper con los parámetros tradicionales, busca en su malambo tener un estilo propio y lo encuentra en la vestimenta. Utiliza un traje proveniente de España, para hacerse intérprete de las toreras andaluzas. Señala que en relación con el atuendo analiza el acompañamiento musical que le gustaría que suene por detrás y que tenga sentido con la propuesta.
Por otra parte, la malambista de Salta y profesora de danza de la academia Herencia Gaucha, Ana Berrutti, menciona que toma como referencia al gaucho, pero ajusta la vestimenta a su comodidad para darle una diferencia. Así por ejemplo, en el pasado usó la pollera pantalón que se asemeja a la bombacha gauchesca. Pero a partir de este año, su vestuario va a ser con pollera y adornar el sombrero con alguna flor.
Todos estos vestuarios tienen un valor económico. Ana confirmó que el traje que se realizó en el 2021 le costó 12.000 pesos, entre materiales y mano de obra. Y un par de bota norteñas, aproximadamente 15.000. Por lo que, la refacción o el cambio de prendas dependerá de las posibilidades económicas de la persona.
Preparación y entrenamiento
Son diversos los elementos que tienen que estar presentes en esta danza. Es un conjunto en sí, desde la vestimenta, la coreografía, la música, las mudanzas en ejecución y el encadenamiento de estas. No obstante, hay que agregar la preparación física y emocional. La evolución del malambo logró a que pase de ser un espectáculo cultural a una disciplina artística, profesional y deportiva.
Medina indica que el bienestar del cuerpo es una de las cosas fundamentales para ejecutar una coreografía de entre tres a cuatro minutos, ya que requiere de resistencia para conllevar todos los elementos de forma simultánea. Así, por ejemplo, Berrutti ensaya de lunes a viernes en turnos de una hora y media. Al mismo tiempo realiza preparación física los lunes, miércoles y viernes.
Candela Larrosa, por su parte, utiliza ejercicios de danza clásica para tener un mejor control en sus pies y mejorar su equilibrio en sus piernas. Aparte de ello, intenta correr mínimo 15 minutos diarios para ayudar a sus pulmones a resistir lo que duren sus presentaciones.
Malambo como forma de vida
La danza del zapateo, puede llegar a ser valiosa en la vida de las malambistas. Hay quienes solo lo hacen por pasatiempo o diversión. Para otros, como Berrutti, se convierte en estilo de vida. Remarcó que a pesar de las injusticias y del poco valor social que le dan al ambiente, sigue trazando sueños en esta danza.
Lucía Nieva admitió que llevar la disciplina a un nivel profesional se convierte en desafío, en sueños y en trabajo. De manera que va convirtiendo su rutina en torno al malambo. “Desayuno, almuerzo, meriendo y ceno, en beneficio del malambo. Eso hoy ocupa la mayor parte de mi tiempo y gran parte de mi vida. No recuerdo algún día no haber zapateado. Si no zapateé estuve pensando malambo y, sino, enseñando malambo”, finaliza.