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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Hay que pasar el invierno : ¿qué pasa con la venta de ropa?

¿Cómo impacta la inflación en el precio de la vestimenta? ¿Qué materiales son importados? ¿Qué grado de informalidad tiene ese rubro? Hablan comerciantes, empresarios y un economista de la UNM.

Espacios informales como el de la calle Avellaneda, en el barrio porteño de Flores, acaparan buena parte de las ventas de ropa, Foto: Milagros González, de Anccom.

Entre los meses de noviembre de 2022 y de febrero 2023 el IPC de prendas de vestir había registrado una variación mensual inferior al nivel del IPC general. Cristian Samaniego, economista graduado en la UNM y analista sectorial de la cadena textil e indumentaria, señala que “esto respondía a tres hechos: una relativa estabilidad del tipo de cambio; un ralentizamiento de la demanda y finalmente, al cumplimiento de los acuerdos de costos llevados a cabo por las empresas formadoras de precios junto con la Secretaría de Comercio”. Siguiendo esta línea, Samaniego argumenta que esos mismos factores que explican la baja, también justifican subas presentes y futuras.

El poliéster y el algodón (los llamados commodities) son insumos que se encuentran dolarizados y su cotización se define internacionalmente. En consecuencia, “una devaluación cambiaria se traduce directamente en presiones sobre los precios de la cadena productiva”, según Samaniego

Por su parte, Ricardo Meguerian, gerente de comercio de la empresa textil argentina Norfabril, que fabrica y comercializa prendas, explica que el país tiene buena calidad y cantidad en fibras naturales como es el caso del algodón. No obstante, es importador en todo lo que es sintético, como por ejemplo poliéster o licra. “En cuanto a esas fibras, no hay producción nacional prácticamente; la materia prima básica viene de afuera”, dice Meguerian. Los precios de la ropa aumentaron en julio un 2, 6 % respecto de junio, aunque, dentro de ese rubro, el calzado subió más, alcanzando un 4 %. En lo que va del año, la indumentaria elevó sus precios un 50%.

“Estamos a nivel mundial, es decir, medidos en dólares a nivel internacional la indumentaria argentina vale lo mismo que en Miami o Europa. No tenemos costos altos, nuestro problema es el ingreso”, asegura. Además, explica que los dos convenios colectivos de trabajo más bajos son el textil y el calzado.

Fabricantes directos y pequeños comerciantes

Durante el invierno se usa una mayor cantidad de ropa por la llegada de las bajas temperaturas, lo cual implica la fabricación de prendas de vestir con telas más gruesas, como la frisa por ejemplo. Esta característica implica procesos de confección diferentes a una prenda de verano.

Hay locales de ropa que al no ser fabricantes directos y depender exclusivamente de terceros, encuentran dificultades constantes al momento de fijar un precio en las prendas que comercializan. María de los Ángeles Strina, vendedora de ropa en Maru Sports en la zona de Moreno, explica que para la venta se basan en valores que están sujetos a lo que el proveedor les comunique. “Las listas de precios se modifican todo el tiempo. Nosotros no somos fabricantes; los aumentos nuestros dependen mucho de los proveedores, es decir, si a ellos les aumenta la tela, ese aumento se traslada a nosotros”, enfatiza.

“Tenemos una lista establecida y de repente llaman para avisar que determinadas marcas aumentaron un 10% o un 15%”, dice Gabriela Villalva, vendedora de ropa en Cira Multicarcas, también ubicado en Moreno. Ella comenta: “Quienes nos proveen la mercadería nos avisan más que nada para mantenernos el margen y así aumentemos los precios, ya que cuando vayamos nuevamente, no vamos a poder comprar la misma cantidad de ropa porque la estamos vendiendo más barata”.

Por otra parte, Jésica Martínez, encargada en Núcleo, sucursal minorista de ropa ubicada en la misma zona, explica que desde que arrancó la temporada de invierno modificaron los precios una sola vez. “Al ser fabricantes podemos manejar más los costos y también tenemos más chances de brindar promociones en efectivo, descuentos, cuotas sin intereses, outlet dos por uno, etcétera”, dice.

El hecho de otorgar facilidades de pagos que hagan más accesibles las prendas a las personas que desean comprarla, es muy importante en estos tiempos dónde renovar el guardarropa se ha convertido en un lujo. Según Martínez, está un 80% más caro que el año pasado.

Meguerian relata que un buzo de frisa puede estar alrededor 6,500 como precio de fábrica, t ese mismo buzo en un local al público puede salir 14,000 y en una casa de primera marca unos 30,000. Asimismo, el detalla que un pantalón de hombre puede estar 30,000, una camisa ronda los 25,000, una campera 50,000 o 60,000. “Si una persona se quiere vestir razonablemente y sin ningún lujo, tiene que hablar de 200,000”, concluye.

Las prendas de invierno comenzaron a venderse con semanas de retraso, ya que el cambio climático dio lugar a que las temperaturas altas se quedaran un poco más. “Digamos que el invierno llega en mayo/junio, entonces, en febrero/marzo ya empiezan a confeccionar. Como el frío tardó en llegar, esa ropa que ya estaba lista para vender quedó estancada”, explica Strina. Según Meguerian,  en lo que va del invierno, hay un 25% de unidades menos vendidas que el año pasado. Lo climático influye pero no es determinante, porque tarde o temprano se compra”.

La informalidad en la industria: los niveles de producción y comercio

Luego de lo expresado anteriormente sobre la venta de ropa en la actualidad, es igualmente relevante contemplar los datos sobre la informalidad en la industria textil, debido a que aborda el tema de las cantidades de producción que se genera en esos ambientes para su posterior lanzamiento en el mercado. En palabras del economista Samaniego: “Resulta interesante el rol que juega la alta informalidad de la industria de la confección local, con las importaciones de países con normas laborales y ambientales más laxas.”. Según el analista, lo primero que hay que mencionar es que en cantidades de prendas, de acuerdo con la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, cerca del 80% de la producción se da en un contexto de informalidad, y son La Salada, La Saladita y el mercado de Flores (calle Avellaneda) los principales canales de comercialización.

“Especialistas del sector sostienen que este tipo de producción muestra una particular resistencia frente a las importaciones al contener salarios muy bajos, en condiciones muy precarias y sin pagar tributos”, explica el economista. Por su parte, el 20% restante de la producción nacional, es realizada por las marcas a través de sus talleres o talleres externos formalizados. “Frente a una política de flexibilidad de importaciones son las mismas marcas las que optan por colecciones que cuentan con una mayor participación de prendas importadas, en desmedro de prendas de producción propia”, concluye Samaniego. Por último, en relación al sector textil, resulta importante saber si habrá o no incrementos. Para el economista, se espera que el sector siga obedeciendo a los factores observados a lo largo de estos párrafos, por lo que estará sujeto al ritmo de cambio de la brecha cambiaria respecto al dólar y no tanto al ritmo del mercado interno

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