Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores del Laboratorio de Investigaciones en Tecnología Ambiental de la Universidad Nacional del Nordeste demuestra la permanencia de un herbicida en suelos arroceros. ¿Cuáles son sus implicancias?
El arroz es uno de los principales cultivos de la provincia de Corrientes. El mismo representa más de la mitad de las exportaciones y su aporte a la economía local supera al de otros cultivos. Mercedes constituye una de las localidades que lleva adelante la producción arrocera y para ello utiliza un tipo de herbicida particular cuya permanencia fue objeto de análisis del artículo publicado en la Chemistry Research Journal por químicos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura (UNNE).
El ácido 2-metil-4-clorofenoxiacético o MCPA, es un tipo de herbicida utilizado frecuentemente en cultivos de arroz para el control de malezas, el cual suele aplicarse una vez que la planta ha crecido (post-emergencia). Qué es lo que pasa cuando el compuesto químico entra en contacto con el suelo representa el interrogante que trató de resolver el equipo encabezado por la doctora en Ciencias Químicas, y directora del laboratorio, Nelly L. Jorge.
La adsorción constituye el primer fenómeno fisico-químico que se desencadena una vez que el herbicida entra en contacto con el suelo. Natalia Pila, miembro del equipo y quien recibió su título de doctora en Química con esta investigación, explica tal proceso de la siguiente manera. “La adsorción es cuando queda -el herbicida- en contacto con la superficie. Es diferente ‘absorción’ de ‘adsorción’: cuando se absorbe algo ingresa, cuando se adsorbe algo se pone en contacto con la superficie”.
Y aclara que “es básicamente lo que pasa por ejemplo cuando ponemos un pedazo de carbón adentro de una heladera para que no agarre olor, porque las partículas de olor se adsorben a la superficie del carbón. Ese mismo fenómeno pero que ocurre con las partículas de los herbicidas o pesticidas que se ponen en contacto con el suelo. Hay un intercambio de cargas, uno tiene carga positiva otro tiene carga negativa, se atraen y -el herbicida- queda retenido.”
Según los resultados del estudio, el herbicida MCPA demuestra una gran fijación a la capa superficial del suelo, cuya permanencia máxima es de 16 días antes de verse degradado por la acción microbiana. Si bien en este tipo de plaguicida se produce más rápido la degradación, no obstante, hay un pequeño porcentaje de desorción -proceso inverso a la adsorción por el que la sustancia se libera de la superficie- que da lugar a la movilidad de partículas del agroquímico. Sin embargo, este bajo porcentaje de desorción reduce la posibilidad de contaminación de las aguas subterráneas.
Para arribar a tales conclusiones, el grupo de investigación replicó en el laboratorio las condiciones de la zona de cultivo arrocero de Mercedes, contemplando variables como la humedad, la temperatura y el tiempo. A partir de la extracción de muestras de suelo cercano al área cultivada, y luego de su análisis, comenzó la recreación: se aplicó la solución del herbicida al suelo, el cual fue previamente distribuido en bandejas grandes y tubos de pvc con motivo de observar los diferentes procesos químicos desatados, entre ellos la adsorción.
Si bien el estudio se dedicó a analizar la permanencia en suelos del MCPA, la atención estaba puesta en la movilidad del mismo y su potencial desemboque en la principal fuente de agua dulce de la provincia, como es el Acuífero Guaraní.
Más allá del hecho de que no se sugiera la contaminación de las aguas subterráneas, el MCPA es un compuesto que para las personas que lo manejan o viven en áreas cercanas a la zona de siembra, puede resultar neurotóxico y un posible cancerígeno. Con relación a los animales, dicho herbicida también acarrea efectos tóxicos pudiendo causar hasta la muerte.
El impacto derivado del uso de este tipo de agroquímicos, que pone en estado de emergencia la biodiversidad y la salud de los seres humanos, constituye así un llamado de atención para repensar los modos de producción vigentes.
Volver a las raíces
“Yo le digo modelo convencional, porque la tradición viene como la hacíamos nosotros. Menciono tradicional a lo que hacíamos en su época y que hoy en día yo estoy retomando”, asevera Néstor Leones, productor de arroz de manera agroecológica, con respecto al modelo actual de producción.
Si pensamos en formas de producir más sustentables, podemos emprender una retrospectiva hacia los tiempos en los que ningún compuesto de origen químico mediatizaba la práctica del cultivo. Volver hacia los tiempos en donde la misma naturaleza era el mecanismo encargado de regular el crecimiento de la planta tanto como de hacer el control de plagas o malezas, funciones que con el advenimiento de la Revolución Verde se encomendaron a los agroquímicos.
El proyecto de arroz biodinámico iniciado en el 2008 en la localidad de San Javier (Santa Fe) y del que forma parte Leones, se dirige en esta dirección. Este contó con el acompañamiento de la Secretaría de Agricultura Familiar y el Instituto de Investigación para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF) de la Región Pampeana bajo la órbita del INTA. En palabras del productor, el objetivo es que este cultivo “a futuro sea biodinámico, o sea, incorporado a la dinámica de la biodiversidad”.
La última cosecha de arroz fue en el año 2020 y ya se comenzó una nueva etapa. Con respecto a la forma de cultivar, primero se comienza nivelando el terreno para luego inundarlo con agua y arrojar las semillas pregerminadas. Sobre la autorregulación que ejerce la naturaleza, Leones expresa: “Para nosotros los años secos, por ejemplo, que hay mucha sequía, el mantener inundado es excelente. Excelente porque se llena de pájaros, entonces eso mantuvo el arroz limpito y limpito de plagas también”.
Por el contrario, con la lluvia los animales se dispersan provocando la aparición de especies indeseables que deben controlarse con repelentes no tóxicos. De aquí el rol fundamental que tienen los diferentes tipos de animales que se ven involucrados en este proceso y que resultan, asimismo, beneficiados.
Actualmente son dos las variedades de arroz que se producen en la región: jazmín y yamaní. Por motivos de almacenamiento no puede ampliarse la oferta, situación que se suma a otras barreras de corte tecnológico o la falta de apoyo político. Estos son los principales condicionantes que vuelven fragmentarias tales experiencias y obstruyen la capacidad para demostrar la viabilidad de un modelo de producir en armonía con el ecosistema.
Sin embargo, Leones se mantiene firme y convencido de que este es el camino correcto. El objetivo consiste en demostrar que se puede producir de manera sostenible, sobre la base de un desplazamiento que pone el eje en la importancia de la salud, la buena alimentación y fundamentalmente el cuidado por el medioambiente.