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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Verduras y frutas: ventas que no maduran

Los problemas para llegar a fin de mes también impactan en las verdulerías. ¿Qué dicen comerciantes y clientes? El rol de los negocios de barrio y las estrategias de la gente para hacer rendir el dinero.
En agosto, según el CEPA, las verduras aumentaron en promedio un 4,1 %, con subas destacadas del 58 % en el tomate y 19,5 % en la batata. Foto: @tiendadefrutaslujan

“Llego a las seis de la mañana, y lo primero que hago es actualizar la lista de precios. Cada vez que entra mercadería algo cambia: a veces un producto sube al doble o baja a la mitad de un día para otro”, explica Federico Pighin, uno de los tres socios y dueños de Tiendas de Frutas, la verdulería más grande de Luján..


Hace cinco años que trabajan en el rubro y, tras el éxito del primer local, abrieron una segunda sucursal en Pueblo Nuevo. “Es un negocio rentable, pero muy sacrificado”, asegura. El caso de Federico refleja la dinámica de un sector que vive pendiente de la oferta, la demanda y la inflación. Según el informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en agosto de 2025 las verduras aumentaron en promedio un 4,1 %, con subas destacadas del 58 % en el tomate y 19,5 % en la batata, mientras que productos como la lechuga bajaron 35,3 %.

En la verdulería de Federico, la política es clara: cuidar al cliente.  Dice orgulloso: “Nuestro lema es ‘te vendemos con garantía; si te salió malo, tráemelo y te lo cambio’”. Con más de 70 clientes mayoristas y un público minorista en crecimiento, su equipo intenta mantener precios accesibles ofreciendo diferentes calidades de mercadería, para que las personas lleguen a poder comprar sus alimentos.

A pocos kilómetros, en el barrio La Fraternidad de General Rodríguez, Mariano López abre su verdulería familiar cada día antes de las ocho .“Trabajo con mi esposa y mi cuñado. Lo que más cuesta es mantener los precios. Cada vez que voy al Mercado Central, los valores cambian. Si no actualizo pierdo plata; si subo mucho, pierdo clientes”, explica el verdulero mientras acomoda cajones de zapallitos.

Mariano combina compras mayoristas en el Mercado Central con verduras y frutas  de productores locales. “Las hojas, la frutilla, el zapallito, trato de comprarlos en la zona porque llegan más frescos y me salen más baratos. Eso también ayuda a mantener el precio bajo. Además, lo local siempre se vende más rápido”, afirma el verdulero

Su verdulería se ha convertido en un punto de encuentro barrial.  Él afirma que “la gente viene a comprar, pero también a charlar. Te preguntan por los precios, por la vida, muchos te cuentan sus problemas. Acá uno escucha de todo.”

María Rosamonte, vecina de General Rodríguez, dice que cambió sus hábitos de compra, y afirma: “Antes compraba todo en el supermercado, pero ya no me alcanza. En la verdulería encuentro mejores precios y me llevo lo justo. Además, el trato es distinto: te conocen, te recomiendan. Eso en un súper no pasa”

Los cambios en los hábitos de consumo  son evidentes. Según un informe del CEPA, más del 60 % de los consumidores redujo la frecuencia de compra y prioriza los productos de temporada. Esto también modificó la estrategia de los verduleros, que ahora ofrecen distintas calidades del mismo producto.

En las veredas, los clientes también sienten ese impacto, Valentina Ríos, vecina del barrio La Fraternidad, clienta habitual de Mariano, cuenta que “antes compraba todo de una vez en el supermercado. Hoy ya no puedo. Los precios cambian todas las semanas y la plata no alcanza. Empecé a venir más seguido a la verdulería, compro lo justo y aprovecho las ofertas del día.

El Mercado Central de Buenos Aires registró, durante agosto, subas superiores al 20 % en el morrón y la berenjena, mientras que productos como la papa y la cebolla mostraron descensos. Esa variabilidad constante hace que los comerciantes deban actualizar sus precios casi a diario.

Por otro lado, productos importados, como la banana ecuatoriana, el kiwi, la palta o la naranja extranjera, se convirtieron en una preocupación constante. “Todo lo que viene de afuera está atado al dólar y a la inflación”, explica Federico. Estos productos están directamente ligados a la cotización del dólar, a los costos logísticos y a la inflación interna, lo que genera un escenario de gran incertidumbre tanto para comerciantes como para consumidores. “Muchos clientes ya no compran esos productos como antes. La palta, por ejemplo, pasó a ser un lujo”,  agrega.

Según datos del CEPA, el costo logístico puede representar hasta un 15 % del valor final de algunos productos importados, un factor que se suma a las variaciones cambiarias y termina golpeando directamente a la góndola. Cada aumento en el transporte, en los impuestos o en el dólar oficial repercute de forma inmediata en el precio que paga el cliente.

A eso se suman las condiciones climáticas. Por ejemplo en el verano, comenta Mariano que “la producción se reduce a la mitad debido al calor extremo”.  Las olas de calor y las sequías prolongadas afectan la calidad y la cantidad de los productos, lo que se traduce en precios más altos para los consumidores. “Hay semanas en las que no sabés cuánto vas a pagar hasta que llegás al mercado”, agrega el verdulero de Fraternidad.

Mientras los precios siguen subiendo y el consumo se ajusta, los verduleros argentinos continúan reinventándose cada día. Entre madrugones y camiones cargados,  su tarea cotidiana se volvió símbolo de resistencia frente a un contexto económico desafiante

Pese a la inflación, los costos logísticos, las variaciones climáticas y la competencia de las grandes cadenas, las verdulerías siguen siendo un eslabón esencial de la economía popular. En muchos barrios, son el primer lugar al que la gente recurre cuando el presupuesto se achica. Los comerciantes ajustan precios, ofrecen promociones, mientras que los clientes reorganizan sus compras, priorizan lo esencial y buscan aprovechar cada peso.

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