
Cada 24 de marzo se conmemora en nuestro país el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, en homenaje a las víctimas de la última dictadura cívico-militar que usurpó el gobierno del Estado nacional argentino entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. El golpe militar no solo rompió con el orden constitucional y democrático, sino que también dio lugar a siete años signados por la violación a los derechos humanos, el terrorismo de Estado y los crímenes de lesa humanidad.
La fecha fue establecida en 2002 mediante la Ley de la Nación N° 25.633, cuyo artículo 1º establece: “Institúyase el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en conmemoración de quienes resultaron víctimas del proceso iniciado en esa fecha del año 1976”. El objetivo de este día es construir memoria colectiva a partir de la reflexión y el análisis crítico de lo sucedido.
Además de los crímenes cometidos, la dictadura pretendió borrar y silenciar los nombres e historias de las víctimas. Sin embargo, a lo largo de los años, tanto los distintos organismos de derechos humanos como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, han impulsado una incansable lucha por la memoria, la verdad y la justicia, en un camino contra el olvido y la impunidad.
Una de esas tantas historias es la de Yamila Grandi, hija de Claudio Nicolás Grandi y María Cristina Cournou, ambos secuestrados y desaparecidos el 22 de junio de 1976 en la ciudad de Paso del Rey, Moreno. Su padre era poeta y periodista, mientras que su madre, hermana del cantante Víctor Heredia, trabajaba como maestra de grado en la Escuela Nº 19 de Moreno y en ese momento estaba embarazada de cuatro meses. “Yo tenía solamente 2 años y medio, los recuerdos que tengo son muy pocos. Lo que más recuerdo es el sonido de golpes a la puerta y el avance de los militares en mi casa”, recuerda Yamila.
“Por un lado, tengo recuerdos oscurecidos por todo lo que significó el secuestro de mis padres. Por otro lado, tuve a mis abuelas Antonia Heredia y Julia Grandi que siempre me acompañaron e hicieron cargo de mi crianza hasta mis 18 años”, cuenta. La lucha por encontrar a su segundo nieto o nieta durante el secuestro de sus hijos también fue motivo y fuerza para esas abuelas.
Actualmente Yamila se encuentra viviendo en Potrero de los Funes, San Luis, y tiene dos hijas, de 13 y 9 años. Su interés por lo artístico, surgido principalmente en las obras que desempeñaba en la Escuela Secundaria Mariano Moreno, la llevó a apasionarse por el mundo del teatro hasta el día de hoy. Además, dicta talleres y se desempeña como docente de Literatura. “Es como si hubiese hecho una síntesis de mis padres. Hice la carrera de Letras, que es la que había empezado mi padre y no pudo terminar, y también me dedico a la docencia, como mi madre. Esto sumado a mi carrera teatral, que es mi mayor actividad en lo laboral”, cuenta.
Cabe destacar que este jueves 23 de marzo, a partir de las 15 horas, se va a presentar el libro de poemas de Nicolás Grandi titulado Causas y broncas, en la Universidad Nacional de Moreno. Se trata de una iniciativa del Programa de Promoción de los Derechos Humanos de la UNM, junto a la editorial de la casa de estudios. “Este libro había sido publicado de manera artesanal por mi padre. Me propusieron hacer una edición y, tanto mi tío Víctor Heredia como yo, hemos podido participar del libro con algunas palabras introductorias que hemos escrito”. Además, se llevará adelante la presentación de la obra “Hijar, la fuerza de la trama”, un espectáculo de narración oral dirigido y protagonizado por Yamila Grandi.
En cuanto a los avances y retrocesos en estos 47 años menciona que “hay luchas que siguen vigentes y que, de fondo, no han cambiado”. En ese sentido, menciona a los discursos negacionistas que, aún hoy, siguen presentes en nuestra sociedad. “Estos discursos son muy dolorosos no solo porque están cimentados en una falsedad, sino también por el odio que hay ahí, esa es la mayor complejidad. Cuando hay emociones tan potentes como el odio es difícil llegar a un razonamiento o a un punto de encuentro. Los organismos y las personas que estamos vinculadas a los derechos humanos venimos trabajando desde el ejercicio del amor. No hay un caso de víctima de terrorismo de Estado que haya cometido un acto de venganza, eso habla de cómo somos”, enfatiza Yamila. Pese a que entiende que es complejo generar algún tipo de diálogo con los discursos de odio, menciona la importancia de “dar esa batalla”. “Hay que hacerlo desde el único lugar que sabemos, desde el amor y el respeto a las instituciones”, concluye