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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

“Por parte del Estado lo que hay solamente es ausencia”

Rodrigo Guantay estudia Trabajo Social en la Universidad Nacional de Moreno y trabaja en forma voluntaria en un centro cultural de Merlo. Un testimonio sobre cómo el ajuste impacta de lleno en los barrios.

Rodrigo hace trabajo social en forma voluntaria en el Centro Cultural Marcela Maidana, ubicado en el barrio Parque el Sol de Merlo. Desde ese lugar reflexiona sobre la importancia de los merenderos y comedores comunitarios en los barrios más vulnerables y habla sobre el rol del Estado como intermediario en la asistencia alimentaria.

¿Cuál es la importancia de los comedores y merenderos comunitarios en Argentina?

Los merenderos y los comedores comunitarios en los barrios son muy importantes en  contextos de crisis. Y cuando el país está en mejores situaciones socioeconómicas quienes acceden a los comedores y merenderos populares son las personas que están vulneradas socioeconómicamente, cercanas a la línea de indigencia y de pobreza. Pero en contextos de crisis socioeconómica de gran magnitud, a nivel nacional, como la que estamos viviendo en estos momentos, no solamente participan de esos espacios las personas que están por debajo de la línea de pobreza o sobre la línea de pobreza, sino que además se empiezan a sumar personas que se quedan sin trabajo, personas que no pueden llegar a fin de mes y que no pueden comprar los alimentos para el día a día. Por lo general los pibes y las pibas de este barrio comen una vez al día en esto contextos, así que, dos veces a la semana que alguien le resuelva y ayude a mejorar su economía, les permite guardarse el mango para los otros días.

¿Cómo se han consolidado estos espacios como asistencia alimentaria territorializada?

Creo que los espacios que se consolidaron en el territorio fue porque tenían algún trabajo social previo en el lugar, o desde sus propias organizaciones tendían a colaborar. En 2019 también habían surgido ollas que no se pudieron sostener ni siquiera durante la pandemia, duraron muy poco y sobre todo quedaron los espacios comunitarios que trabajaban previamente territorialmente. Ese es nuestro caso,  que desde 2012 se consolida este espacio tras una tormenta y desde allí nunca se paró de trabajar en el territorio, así que creo que el trabajo territorial es fundamental para consolidar cualquier espacio comunitario.

¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los comedores y merenderos en la actualidad?

El principal desafío que tienen los comedores comunitarios ahora es cómo mantenerse, porque la entrega de donación de alimentos, que también se daba a través de los municipios, se frenó. Así que antes se podían conseguir recursos para cubrir los gastos de la garrafa o se iba solucionando el tema y, como no había tantas crisis, la gente donaba más alimentos. Pero en estos contextos la gente deja de donar, se provee a sí misma y no apela tanto a la solidaridad, no porque no quiera sino porque no puede. Entonces el principal desafío que tiene ahora es sostenerse, sostenerse en pie y seguir continuando con esa tarea comunitaria que se asume. Tarea, que asumen sobre todos las mujeres de los lugares populares que son quienes la llevan adelante con mucho compromiso y con mucha responsabilidad.

¿Qué rol desempeñan las intervenciones estatales en la asistencia alimentaria?

Lo que se puede encontrar en el barrio, desde el Estado es a nivel provincial, una vez por mes a cada alumno le corresponde una caja con alimentos entre 6 y 12 productos dependiendo como venga la caja que se llama “Programa Mesa Bonaerense”. Y desde el nivel estatal a las familias, que son evaluadas previamente y cumplen con unos requisitos en cuanto a su situación socioeconómica, se les brinda un bolsón también alimentario por mes en la delegación más cercana, en este caso sería la delegación Reconquista, y se entregan allí bolsones a las personas que están por debajo de la línea de pobreza. Esto se complementa con el plan de la Tarjeta Alimentar que se transfiere directamente a las madres de los niños y también, por ejemplo, al programa de “Los mil días” que cubre la alimentación de los primeros meses del bebé. Así se complementan desde esas áreas sociales del Estado y la demanda alimentaria.

Pero creemos que esto es insuficiente, no se iguala al alza generalizada de inflación en los precios de los alimentos y demás bienes esenciales para que las personas vivan con una base en sus casas. Hay una ausencia total, no hay ningún tipo de contacto con organizaciones como la nuestra, así que por parte del Estado lo que hay solamente es ausencia, por ahora.

¿Qué opinión tiene sobre las campañas mediáticas que estigmatizan a los comedores y merenderos comunitarios?

Creo que quienes critican o hacen campaña negativa sobre los comedores no conocen la importancia que tienen en el barrio y no conocen la regla de la particular de ese comedor. Porque si no tienes qué poner en la olla, no podés cocinar nada y claramente los comedores funcionan en casas o en locales y si no hay para cocinar ese día, no se va. O sea, las personas siguen trabajando, cuidando a sus hijos, cuidando sus casas, con sus tareas habituales cotidianas y cuando se consiguen nuevos recursos se puede cocinar. Es totalmente complejo, entonces siempre es muy fácil recurrir a las calumnias, a las injurias de decir que son fantasmas, porque en realidad si no tenés para cocinar no cocinás. Entonces ahí me parece que lo que hay que desvelar es lo que está pasando y preguntarse por qué no se cocina hoy,  ¿no?

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