Entre las calles desoladas y céntricas de la localidad de Morón, llegando a una esquina se encuentra el “Centro de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo”, un cartel en el frente, lo señala, aunque no muy visible. Suena el timbre. La puerta se abre y una persona sale. Al entrar, una sala de espera despliega leyendas como: “Entre todos podemos prevenir la ludopatía”, “¿Qué es el juego compulsivo?”, “Red de centros asistenciales”, “Cuando el juego se vuelve unanimidad, podemos ayudarte”, mientras, un hombre y una mujer esperan sentados, sin hablarse.
Entre letras y sensaciones, detrás de una enorme puerta de vidrio color blanca, aparece el licenciado en psicología, Gastón Gagliardi quien con amabilidad y simpatía invita a conocer los espacios. La tranquilidad reina en los pasillos, no hay murmullos, sólo silencio.
Al atravesar la puerta, Gastón indica tener cuidado con los pisos, pues están húmedos y resbalosos por la neblina y humedad que invade la provincia de Buenos Aires ese día. Luego de atravesar el jardín una antigua Casona recibe a los visitantes junto a una secretaria. Entonces, ya en su oficina, Gagliardi, mate en mano y en una sala llena del sillas dispuestas en forma de círculo, cuenta la historia del lugar.
El programa que aloja el Centro de Prevención pertenece al Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires y fue creado en 2006, ya que la problemática surge hace unos 20 años cuando se habilitó la creación de salas de juego en el Conurbano y la Capital Federal. “Antes para poder jugar las personas debían irse a ciudades como Mar del Plata, o Entre Ríos”, comenta Gagliardi. Esto fue generando que avance el problema de la Ludopatía y que crezca en términos de tiempo de forma rápida. El programa cuenta con más de diez centros que funcionan en la provincia de Buenos Aires.
“Desde el año pasado tenemos una unidad virtual, a la que acceden las personas que no tienen ningún Centro cerca. Algunos Centros se crearon de forma estratégica, por ejemplo este de Morón abarca algunas zonas del oeste. Tenemos diez centros, una unidad virtual de atención y una asistencia telefónica del 0800 que es el que recibe el 90 % de los llamados, ya que este número de teléfono tiene que figurar en todas las salas de juego y ahora en todas las páginas de juego también”, explica el licenciado. También comenta que al Centro llama mucha gente que padece la problemática, pero que luego no concurre al encuentro pactado. Gagliardi explica que es fácil salir de una adicción como ésta, y menciona que las dos personas en la sala de espera decidieron comenzar con el proceso que ellos brindan.
A partir de 2019, antes de la pandemia, se habilitó el juego virtual, que abre otra puerta a esta nueva problemática que afecta, sobre todo, a la gente más joven ya que son los que tienen más acceso a Internet y a las nuevas tecnologías. Las apuestas deportivas y los casinos virtuales, son algunos de los tantos nombres de juegos on line que resuenan en la actualidad. “Durante la pandemia, nadie jugaba de forma virtual de los que eran pacientes, luego cuando empezamos de vuelta con la presencialidad comenzaron a aparecer los casos. Nosotros atendíamos a personas de 40 años, actualmente tenemos jóvenes de 18 años”, analiza Gastón y agrega que la explosión fue a partir de 2022 con las apuestas deportivas, ahí aparecieron estos nuevos casos. “Nosotros estamos en un proceso de readaptación porque como mencioné antes teníamos pacientes entre 40 a 60 años y de repente estamos atendiendo a pibes jóvenes con otras problemáticas, con otra forma de ver el mundo”, asumió conmovido y pensativo.
La problemática que transitan los jóvenes actualmente es la misma pero con otro ropaje, la adicción sigue siendo adicción sea que juegan en una máquina virtual o si van a un casino. “Tiene diferencias, sí, como la virtualidad. Es peor por varios factores, ya que si vas a una sala de juego tenés que tener el tiempo disponible para acercarte, en cambio lo virtual permite que juegues desde cualquier lugar, estás en el baño de tu trabajo jugando y además genera otra cosa importante, el adicto clásico juega y en algún momento se le complica por todos lados. Lo que ocurre ahora es que la persona puede seguir trabajando porque trabaja y juega constantemente entrando en una rueda de rendimiento que es atroz”, cuenta Gagliardi. “Es el extremo de la autoexplotación esto que estamos viendo porque seguimos haciendo otras cosas”, suma mientras se escucha el ruido final del sorbo de mate.
La charla es fluida incluso en los momentos de mayor seriedad sobre la temática, Gastón lanza chistes o recomendaciones. De repente resuena “la publicidad es bastante perversa en torno a esta situación”, explica entre tono de decepción y tristeza. Describe que una cuestión con lo instantáneo, ya que la publicidad cumple el rol de incentivar a los jóvenes a que consuman este tipo de apuestas que los vincula con lo deportivo o con lo exitoso. “El juego está vinculado con el azar y no tiene que ver con la deportividad, hoy la gente exitosa es la que gana plata fácil eso es lo que quieren mostrar”, interpreta el licenciado.
Gagliardi deja en claro que el problema actual es catastrófico, que las leyes que están ya quedaron antiguas y que si bien hay muchos proyectos para regularlo no se sabe bien cómo abordarlo, porque las páginas ilegales complican peor la problemática, por eso las problemáticas son dos, lo ilegal por un lado y el juego, la ludopatía, por otro.
La visita al Centro deja un sabor amargo, porque la problemática es más grande de lo que uno percibe y aunque en los lugares como estos se brindan herramientas para quien lo solicite, quedan en el camino miles de historias que no llegan a saberse, que no tienen la suerte de encontrarse con la calidez de personas como Gastón que trabajan hace años ayudando y visibilizando la ludopatía. Ojalá esas esas sillas en círculo se llenen de nombres que puedan asumir su problemática y salir de la adicción.
