Desde hace más de 10 años, en la provincia de Buenos Aires, el 20 % de chicos en contexto de pobreza, que cursan de tercero a sexto grado, tienen dificultad para leer y escribir. Una de las causas para ese retraso fue la enseñanza virtual durante la pandemia de COVID-19. Hubo estudiantes que no tuvieron acceso a los dispositivos electrónicos e Internet estable, lo cual aminoró el tiempo de instrucción que redundó en bajísimos estándares de aprendizaje. ¿Cómo seguir?
.Para Milagros Aldana del Valle, licenciada en Psicopedagogía, quien tiene experiencia en adaptación de contenidos curriculares en instituciones educativas, la pandemia ocasionó un efecto negativo en los estudiantes, particularmente de los primeros años de nivel primario. “El uso de la pantalla no les permitió a los alumnos sostener la atención y concentración que se necesita especialmente para los primeros aprendizajes”, aclara.
El informe de resultados que publica la actual Secretaría de Educación de la Nación, en cuanto a los niveles de desempeño, demuestra que, en 2018 el 24,7% no alcanzaba el nivel satisfactorio, y en cambio en 2021 esa proporción ascendió al 44 %. Las pruebas Aprender 2023 revelan un estancamiento en los niveles de aprendizaje. Hoy, en el caso de la materia de Lengua, tres de cada diez estudiantes no demuestran haber alcanzado el nivel mínimo esperado.
Del Valle, que también se encuentra a cargo de un equipo interdisciplinario en Merlo, amplía tales observaciones afirmando que el aislamiento obligatorio en los años de jardín, primer y segundo grados, no les permitió a los niños tener una formación sólida. “La presencialidad y el juego de la estimulación permite detectar indicadores que impulsan interconsultas con algún profesional. La detección temprana es vital”, reflexiona del Valle.
Condiciones generales y específicas del aprendizaje
En la Argentina, hasta fines de los 80, en las aulas se alfabetizaba con el método fónico o con la palabra generadora, sistema muy estructurado y rígido de enseñanza. En la década del 90, se implementa el método basado en la “psicogénesis de la escritura”. A partir de la consolidación de este último enfoque de enseñanza, impulsado desde el ex Ministerio de Educación, se pasó a un modelo constructivista o de inmersión.
Sin embargo, Beatriz Diuk, licenciada en Ciencias de la Educación (UBA), doctora en Psicología Universidad Nacional de La Plata (UNLP) e investigadora del CONICET, sostiene: “Impulsar la idea de que el simple trabajo en contextos es suficiente para que los niños aprendan a leer y escribir es contraproducente y perjudicial, especialmente para los sectores más vulnerables”.
Lidia Márquez, docente de primaria de la escuela N° 701, Aeronáutica Argentina de Moreno, afirma que aplica en las aulas el nuevo prototipo en el proceso de lectura y escritura y amplía: “Nosotras creamos las condiciones y damos lugar a que los niños construyan su formación de manera global a partir de la interacción con el medio y las experiencias culturales, pero no siempre son efectivas”
Indudablemente, la exigencia primordial del primer año reside en el aprendizaje de la lectura y la escritura como instrumentos básicos de la comunicación y soporte de todas las formaciones posteriores. Por lo tanto, aclara del Valle que “es fundamental precisar con claridad si un alumno no aprende a leer por ausencia de alguna condición general o por padecer de alguna anomalía específica”
La lectoescritura como problema. Los puntos sobre las íes
La apropiación de herramientas para el desarrollo de la lecto-escritura es un proceso que se lleva a cabo con una serie de situaciones fundamentales en las que participan el hablar, el leer, el escuchar al maestro y todo lo que tiene que ver con los procesos iniciales de escritura. Así lo afirma Susana Burgos, directora de la Escuela Primaria N° 70 “Juana Azurduy de Padilla” de Moreno.
“Como escuela observamos, a lo largo de la trayectoria de un chico de primero a sexto año, que los nenes y nenas van adquiriendo la lecto-escritura si tienen dentro de su ámbito familiar un espacio donde se lee, un lugar donde se escribe y donde ellos puedan imitar estas conductas. Dichos contactos facilitan los aprendizajes”, enfatiza Burgos
Las primeras manifestaciones de dificultad en la lectura y escritura se observan en el contexto de la actividad escolar pero también en el entorno familiar. Se examinan ejercicios perceptivos y motores, la ejercitación rítmica, y a veces la esfera del lenguaje (omisiones, confusiones o inversiones de fonemas, pobreza de vocabulario) que en algunos casos deriva a dificultades específicas del tipo de: disgrafías, disortografías y/o discalculias.
Ante la presencia de ciertas anomalías de aprendizaje que se observan en los chicos de la escuela, del Valle aconseja que se debe convocar a los padres y brindar la explicación pertinente. Las interconsultas en pediatría permiten evaluar, diagnosticar y derivar adecuadamente a un profesional especializado y/o gabinete de apoyo, amplía.
Las escuelas, esas trincheras
Aunque la escuela por sí sola no puede cerrar ni solucionar la brecha existente, sí puede ser parte de un proceso que ayude a reducirla, mantenerla o profundizarla. En otras palabras, los procesos de aprendizaje están condicionados por factores internos (orgánicos, mentales, afectivos) que conforman la personalidad del niño y externos (socioculturales, familiares, escolares) que constituyen la realidad externa.
Al respecto, aclara Burgos que se debe tomar en cuenta la situación económica por la que están atravesando las familias vulnerables. Observa que los padres están focalizados en resolver sus condiciones sociales como la vivienda, el ámbito de trabajo o incluso conseguir los productos alimenticios que es una cuestión muy básica en un ámbito familiar. Sumado a esto Márquez apunta que muchos chicos faltan a la escuela porque no tienen quién los acerque hasta allí.
Efectos de la Pandemia COVID-19
Tanto directivos como docentes coinciden en afirmar que la pandemia tuvo efectos muy negativos en el estudiantado. En ese sentido, Burgos amplía que hoy en día el uso de las pantallas agudiza mucho más la situación fonoaudiológica. Los estudiantes utilizan el celular como un espacio de recreación. Para que los chicos estén silenciados las familias les brindan el celular como si fuera un sustituto de los padres. “Ese intercambio directo tan necesario e imprescindible está siendo sustituido por el celular”, agrega.
Para Márquez, la pandemia tuvo mucho impacto en las escuelas dado que los docentes y alumnos tuvieron que acomodarse a un nuevo sistema de enseñanza–aprendizaje. Si bien las clases virtuales fueron una herramienta fundamental en ese entonces, los sectores más vulnerables, sin tecnología a su alcance, sufrieron los perjuicios del aislamiento forzoso.
Fracasos escolares y sus posibles causas
La exigencia fundamental del primer año escolar, como se expuso en análisis anteriores, reside en el aprendizaje de la lectura y la escritura como instrumentos básicos de la comunicación y soporte de -prácticamente- todos los saberes posteriores. Por lo tanto, la “cultura lingüística” es el fiel reflejo de la estadía en la escuela. El fracaso en esa formación podría ocasionar el decaimiento en otros procesos de aprendizaje y adaptación.
Juan Grabois, líder del Movimiento de Trabajadores Desocupados, se preguntaba en un evento: “¿Cómo es posible que tantos chicos de los barrios que van a la escuela todos los días y durante varios años no aprendan a leer de corrido?”. Ante esa interpelación suele argumentarse que dicha deficiencia sobrepasa a cualquier docente y todas las herramientas pedagógicas posibles.
En la Argentina postpandemia, con altísimos niveles de pobreza e indigencia, se hace casi imposible aprender a leer y escribir con el estómago vacío. Las preocupaciones vinculadas a la subsistencia, que visualiza Burgos en la escuela bajo su dirección, o incluso, con las consecuencias de vivir situaciones de violencia dentro y fuera del hogar en forma cotidiana, responderían este interrogante.
Pamela Menéndez, docente de primaria y maestra de apoyo en la E.P. 24 de General Rodríguez en Moreno, explica que las causas del fracaso escolar en los primeros años se podrían analizar como producto de dos posibles causas: aquellos estudiantes que poseen déficits sociales, económicos o psicológicos y, en segundo lugar, el fracaso de lo escolar, es decir, aquellas políticas educativas que determinan modos de escolarizar.
En la actualidad se atribuye al estudiante la responsabilidad del fracaso escolar, insistiendo que debe volver a cursar hasta aprender. Sin embargo, esta situación contrasta con la ineficacia del sistema educativo, que al no proporcionar soluciones efectivas que permitan lograr los objetivos mínimos de aprendizaje, perpetúa esas deficiencias promoviendo al estudiante al siguiente curso sin haber logrado resultados satisfactorios.