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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

“Las ‘tierras raras’ son fundamentales para las tecnologías actuales”

La doctora en Ciencias Geológicas, docente e investigadora de la UBA Liliana Castro, dialogó con ANUNM sobre estos elementos, fundamentales para la fabricación de objetos como dispositivos electrónicos y paneles solares. El equilibrio entre protección ambiental y aprovechamiento económico, el gran interrogante.
Estos 17 elementos químicos son fundamentales para fabricar autos eléctricos, paneles solares, turbinas eólicas y dispositivos electrónicos, entre otros productos. Salta, Jujuy, Córdoba y San Luis son algunas de las provincias donde se encuentran estas sustancias.

Los elementos denominados “tierras raras” ocupan hoy un lugar central en la agenda científica y económica internacional. Se trata de un conjunto de 17 elementos químicos (los lantánidos, más el itrio y el escandio) que pese a su nombre no son tan raros, pero sí escasos.

Para adentrarnos en este tema, hablamos con Liliana Castro, doctora en Ciencias Geológicas, docente e investigadora de la UBA, con más de cuarenta años de experiencia en el ámbito de la geología minera. Desde sus primeros años en la minería hasta su labor actual en la docencia y la investigación, su mirada combina conocimiento científico, compromiso ambiental y una convicción: “Todo lo que nos rodea proviene, en algún punto, de la minería”.

Estas sustancias aunque forman parte del grupo llamado “minerales críticos”, no son lo mismo. Su valor radica en su papel estratégico: son esenciales para el desarrollo tecnológico global y su abastecimiento mundial depende de pocos países, entre los cuales Argentina podría incorporarse a futuro, ya que se encuentra en una etapa de prospección, no de explotación comercial.

Según explicó la especialista, los elementos de tierras raras se conocen desde el siglo XIX, con registros iniciales en Brasil e India. Sin embargo, fue China quien, a comienzos de este milenio, llegó a controlar casi el 90 por ciento del mercado mundial, porcentaje que hoy ronda el 70. Por esa razón, países con industrias tecnológicas desarrolladas como Estados Unidos, Australia y Canadá buscan diversificar sus fuentes e incluso muestran interés en colaborar o invertir en proyectos de investigación en la Argentina, un país que empieza a posicionarse como un territorio con potencial para el estudio y desarrollo de estos recursos. “Son fundamentales para las tecnologías actuales: energías renovables, autos eléctricos, paneles solares, turbinas eólicas, la industria espacial, la medicina y los dispositivos electrónicos”, explicó Castro.

El interés científico local también crece. Diversas universidades —la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y la Universidad Nacional del Sur (UNS), junto con el CONICET— llevan adelante investigaciones sobre yacimientos de tierras raras y otros minerales críticos. Para Castro, esa articulación “permitió ampliar el conocimiento geológico del país y pensar la minería como una posibilidad real de desarrollo económico”.

En la actualidad los estudios se concentran en zonas del norte, centro y este argentino. “En el norte, especialmente en Salta, hay depósitos conocidos como carbonatitas, también se analiza el potencial en zonas de Córdoba y San Luis, y en la provincia de Buenos Aires se están estudiando arcillas con este mismo fin”, detalló la doctora.

Ampliando lo mencionado por la especialista, el último mapa oficial elaborado por el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR) hace tres meses, muestra que el potencial argentino en tierras raras se concentra principalmente en las Sierras de San Luis y Córdoba, donde se ubican los puntos más estudiados como: Rodeo de los Molles, Cañada Honda y La Aurelia. En el norte, provincias como Salta y Jujuy también presentan zonas de interés vinculadas a formaciones volcánicas, mientras que en el sur, en sectores de Río Negro y Chubut, se registran rastros menores asociados a rocas de hierro y manganeso. En todos los casos, se trata de áreas con posibilidades geológicas y no de minas activas, por lo cual permite orientar futuras investigaciones. Sobre esto la especialista advirtió que “un proyecto minero puede tardar años en pasar de la exploración a la producción” y agregó que solo uno de cada cien prospectos llega efectivamente a convertirse en proyecto, lo que expone el alto nivel de inversión y riesgo que implica esta actividad.

Castro remarca que la información y la educación pública son esenciales para construir una mirada equilibrada sobre la minería. “No se trata de decir sí o no: se trata de hacerlo bien, de manera sustentable, y de poder compatibilizar esta actividad  con otras, como la agricultura o el turismo.” Enfatizó además sobre el hecho de que los recursos mineros pertenecen a las provincias, y que cada una define sus propias normas y controles ambientales.

En ese sentido, explicó que cada etapa del proyecto minero (desde la prospección hasta el cierre y el monitoreo posterior) debe contar con un estudio de impacto ambiental aprobado por la autoridad provincial. Los procesos utilizados son los mismos que en el resto del mundo y el objetivo es prevenir, controlar y mitigar cualquier posible impacto. “Una empresa seria no puede permitirse un accidente ambiental: no solo por ética, sino porque afectaría directamente su valor económico”, remarcó.

Las condiciones varían según la región, algo que también destacó la especialista. Chubut mantiene una prohibición total para la minería, aunque posee yacimientos de plata y uranio (recursos distintos de las tierras raras) aún sin explotar. En cambio, Río Negro y Mendoza han mostrado mayor flexibilidad para debatir el tema. Para Castro, el desafío está en encontrar un equilibrio entre desarrollo económico y cuidado ambiental: “No se trata solo de la mina, sino de todo lo que se genera alrededor: transporte, servicios, empleo. Es una actividad que moviliza las economías locales.”

Finalmente, la especialista sostiene que el camino a seguir implica continuar investigando, fortalecer el diálogo entre comunidades y empresas, y promover una minería responsable. “En resumen todo lo que nos rodea proviene de la minería: el vidrio de una ventana, el cobre de un cable o el cuarzo de un vaso. Comprenderlos es el primer paso para valorar de dónde vienen los recursos que usamos todos los días.”

En tiempos en que los elementos de tierras raras cobran relevancia mundial, pensar en su aprovechamiento nos invita a mirar la minería más allá de los prejuicios. No se trata de apoyar o rechazar, sino de comprender que se trata de un recurso escaso y con presencia en el país, cuyo conocimiento científico podría ser clave para su desarrollo. Sobre esta misma línea, desmitificar y familiarizarnos con estos procesos, resulta tan necesario como mantener una mirada crítica frente a los intereses geopolíticos que atraviesa la explotación de los recursos naturales.

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