Las batallas de gallos forman parte de la cultura hip-hop, movimiento urbano cuyo origen se remonta a fínales de los años ‘70 en los Estados Unidos, más específicamente en el Bronx, New York, como respuesta a la segregación y discriminación hacia la población afroamericana. En este contexto es donde se origina el género musical del rap, cuyo nacimiento se adjudica al tema The Sugarhill Gang del grupo Rapper’s Delight considerada como la primera canción comercial en el año 1979.
Pero con el éxito del rap, el hip hop comercial se alejaba de la esencia callejera. La escena underground se rebeló y un grupo de MCs (raperos) empezó a juntarse en Washington Square para improvisar y competir en lo que llamaron cyphers. En 1981 se registró la primera competición de freestyle con un premio económico, entre Cold Crush Brothers y The Fantastic Romantic 5. Tras una hora de batalla, el flow de los segundos se impuso a las rimas de los primeros y fue aquí donde las batallas de gallos comenzarían a ver la luz del día.
La música rap comenzó a llegar a la Argentina en un contexto donde no existían las redes sociales y donde Internet no es como lo conocemos hoy en día. Poco a poco los jóvenes comenzaban a empaparse de esta cultura y formándola dentro de nuestras fronteras con un estilo propio. Para conocer más de este fenómeno de la improvisación, ANUNM habló con distintos referentes del género.
Los orígenes
En los primeros años de actividad en Argentina, las llamadas batallas de gallos se daban solo en las calles entre raperos, sin ningún premio de por medio más que el del respeto. Ya en el año 2005 una marca de energizantes creo la primera y la más grande competencia, que consistía en eventos nacionales en varios países de habla hispana y el ganador de cada uno de ellos competía en una final internacional.
El primer campeón Argentino fue Sebastián Maximiliano Paoli, más conocido como Frescolate, quien no solo ganó la batalla nacional de Argentina sino que fue el campeón de la primera internacional de Red Bull Batallas de Gallos, que se llevó a cabo en Puerto Rico, lo cual lo convirtió en leyenda hasta el día de hoy. Con respecto a esto, Frescolate cuenta a ANUNM: “Cuando yo empecé a hacer freestyle en Buenos Aires no existía un circuito como hoy en día, la gran mayoría eran MCs que rapeábamos canciones, pero no habían competencias, ni nada. la primera competencia a la que yo me presenté fue a la batalla de los gallos y fue la que gané”.
A partir del 2005 fue cuando en Argentina comenzó a crecer esta cultura, aunque las batallas aun no eran un fenómeno y la única competencia que existía era la de Red Bull, que se daba una sola vez al año, con lo cual la esencia del género todavía se mantenía en el underground. La movida tuvo un bajón entre 2008 y 2012 y desde ese año renació con más fuerza.
El arte de la guerra
El elemento principal de las batallas de gallos es el freestyle (estilo libre); esto significa improvisar rimando con palabras. Dos (o más) MCs se enfrentan entre sí en una lucha de improvisación, “atacándose” argumentativamente el uno al otro. Quien consiga mejores “ataques” y logre imponerse al rival será el vencedor. Matías Guzzardi, Mc de Villa Luro, conocido como Ofaso, afirma que“cualquier persona le puede ganar a cualquiera, es cuestión de hacerlo y acostumbrarse al rechazo, hay que romper a la fuerza de voluntad. El que gana es quien tiene la cabeza más fría, el que piensa tranquilo sin importar lo que diga el otro”.
Los competidores se enfrentan entre sí en una batalla de improvisación; en ocasiones el número de participantes puede variar, aunque lo más común es que sea uno contra uno. Las reglas son iguales, independientemente de la cantidad de competidores. Existe una serie de jurados, quienes tomarán la decisión en base a sus criterios de cuál competidor ganó. Con respecto a esto, Nahuel Villaba, joven jurado en competencias del interior, dice: “Es muy difícil votar, hay que tener una serie de criterios bien establecidos. A veces el público también te hace confundir, hay que estar sumamente atento a lo que dice cada freestyler porque si te distraès perjudicàs a los competidores”.
Otra característica es que está prohibido el contacto. Si bien pueden existir aproximaciones, está totalmente penada la violencia física, y para que esto no ocurra hay un host en las competencias. Cristian Franco, que cumple ese rol en competencias del under cuenta que “la labor del host es muy importante, no solo es el presentador y animador del evento, sino que se encarga de que las reglas se cumplan. Si veo que la tensión comienza a subir mi deber es calmarlos para que no pase a mayores”.
Actualmente existen muchos formatos; el más común es de un minuto libre para cada competidor, de ataque y defensa. La “deportividad” de las batallas se justifica en el demostrar que realmente improvisan, con lo cual se añadieron variantes con temáticas, rondas de palabras, objetos, imágenes e incluso hasta noticias de actualidad, obligando a los MCs a rimar con ellas. El tiempo de duración puede variar dependiendo de las competencias pero actualmente hay disputas que pueden superar los 30 minutos.
Por otro lado, en sus inicios y en las competencias más callejeras los formatos no eran bien vistos, ya que el freestyle, como el mismo término lo indica, es “estilo libre”, por lo cual lo más común eran los minutos clásicos, sin ningún factor que lo altere. Los jurados y los host tampoco existían y los freestyler exponían sus rimas sobre una base de beatbox y no sobre una instrumental. Con respecto a esto Frescolate cuenta que ”las competencias del under de antes eran muy diferentes, se daban en los cypher, o sea en las rondas, sin jurados ni nada, no había público, eran todos raperos”.
De la calle al negocio
En la actualidad las batallas de gallos indiscutiblemente son un fenómeno cultural de masas. Hay un circuito enorme armado y consolidado alrededor de las mismas y existen muchísimas competencias y marcas que las promocionan. Y los MCs o freetylers que logran llegar al mainstream, es decir a las competencias más importantes, comienzan a ser reconocidos como figuras públicas y la gran mayoría utiliza las batallas como una catapulta y un medio por el cual visibilizar su música.
Pero más allá del impacto masivo que provocan hoy las batallas de gallos, sus orígenes callejeros siguen intactos. Hay que destacar que la esencia verdadera de ellas se encuentra en las profundidades del underground. El ejemplo más claro en Argentina fue la competencia callejera llamada Quinto Escalón, que se organizaba en el porteño Parque Rivadavia y con los años fue creciendo cada vez mas hasta convertirse no solo en la competencia under más grande del país sino también a nivel hispano.
En esa movida batallaban jóvenes como Duki, Paulo Londra, Wos, Trueno, Acru y muchísimos otros que hoy en día son reconocidos a nivel mundial por su música, lo cual muestra la magnitud y la importancia que puede tener una competencia callejera. Ailén González, de Florencio Varela, conocida como “Brasita”, explica: “La esencia se va a encontrar en las calles siempre. La plaza tiene una esencia única, lo que se vive ahí no lo encontràs en otro lado, tenès mucha libertad para expresarte; lo único es que tenes que estar atento a lo que pasa a tu alrededor”.
En definitiva las batallas de gallos comenzaron simplemente por influencias del exterior y los jóvenes empezaron a nutrirse de ello. “No sabíamos ni por qué, pero queríamos hacerlo, porque se sentía bien”, dice Crow, rapero de Buenos Aires. Con el paso del tiempo cada vez había más chicos en las calles rapeando y haciendo freestyle, lo que llevó a un crecimiento escalonado hasta que explotó, convirtiéndose en lo que es hoy en día. Pero el ojo actualmente está puesto en las grandes competencias y en los freestylers más famosos quienes ya están consagrados, pero es muy importante remarcar y revivir la esencia natural callejera. En este sentido Frescolate razona: “De un día para otro no apareció el freeestyle, esto viene de hace mucho tiempo. Para que hoy la cultura este explotada es porque años atrás, gente se rompió para que esto llegue, rapeando cuando no había ni un peso, cuando no había para grabar y cuando eran discriminados”.
El freestyle y las competencias se convirtieron en el estilo de vida de muchas generaciones. Es una disciplina que despierta pasiones a lo largo del mundo y el medio que muchos jóvenes utilizan para cumplir sus sueños. “El Freestyle es nuestro medio para expresar lo que sentimos. Cuando voy a la plaza a rapear siento que saco todo lo malo qué tengo adentro, me sirvió para aprender, crecer como persona y dejar aspectos de mí vida que no me gustaban”, cuenta el joven Mc de Córdoba Valentín Giobellina, conocido como Giobe.
Sin dudas esta disciplina es más que una simple competencia, es aprendizaje y crecimiento, es pasión y amor “Peleen por sus sueños, practiquen y sacrifíquense porque otra no queda, lo mejor es escribir y practicar freestyle todos los días si quieren competir”, recomienda Frescolate. .