Él es economista por la Universidad Complutense de Madrid y realizó una Maestría de Administración de Empresas (MBA en inglés) en la Darden School de la Universidad de Virginia (EEUU). Pese a su formación de grado, siempre estuvo vinculado al ámbito de la empresa privada y no al académico. Sin embargo, la crisis financiera mundial desatada en 2008 lo llevó a interesarse por la macroeconomía y encontró en la Teoría Monetaria Moderna las respuestas a sus interrogantes. En esta ocasión, Medina Miltimore dialogó con ANUNM sobre las tasas de desempleo que enfrentan los países y las políticas que deberían implementar los gobiernos para resolver esta problemática. Además, nos adelantó sobre su participación virtual en el Congreso, el próximo 9 de noviembre desde las 14:30 horas.
¿Cómo surge su interés por defender los principios de la Teoría Monetaria Moderna?
Aquí la crisis financiera global del siglo XXI tuvo consecuencias sociales y económicas bastante agresivas para buena parte de la comunidad española y europea en general. En ese momento me empecé a interesar por la macroeconomía, a revisar a los autores keynesianos y poskeynesianos. En esa búsqueda por entender la crisis económica por la que estábamos pasando me topé con el trabajo del economista Randall Wray y empecé a entender muchísimo mejor lo que estaba ocurriendo. Me parece que la Teoría Monetaria Moderna aportaba una explicación mucho más certera de las causas de las crisis y de los errores del diseño. Esa teoría para mi es la mejor interpretación de la realidad.
Usted forma parte de la Red MMT España, ¿puede contarnos un poco sobre cuáles son los objetivos y qué trabajos realizan desde esta organización?
Somos una asociación compuesta por 50 miembros de España y hay algunos latinoamericanos también. Nuestro principal objetivo es hacer una labor de divulgación de la Teoría Monetaria Moderna para dar respuesta a problemas económicos y sociales. Uno de nuestros propósitos es abordar desde esta teoría las distintas problemáticas a las que nos enfrentamos. Tratamos de explicar que los Estados cuando ejercen su soberanía monetaria, es decir, cuando tienen un Banco Central y no emiten deuda pública en una divisa extranjera como el caso de Argentina, tienen que fijarse más bien en los recursos disponibles en la economía. Por ejemplo, si queremos ir hacia un modelo donde no dependamos de combustibles fósiles el análisis que hay que hacer no es si el Estado tiene suficientes recursos financieros para abordar esa transformación. Lo que se debe hacer es prestarle atención a si hay suficientes recursos para instalar paneles solares. Es decir, hay que enfocarse en la disponibilidad de recursos.
Desde la Red apuntan también a alcanzar una gestión responsable orientada al pleno empleo. En relación a esto, ¿cuáles son las problemáticas que enfrenta hoy España y, en nuestro caso, los países en desarrollo?
El empleo es uno de los mayores problemas a los que se enfrentan países como el mío. Las tasas de desempleo han sido muy altas desde la década de los ´80 y las causas son variadas. Las más importantes desde mi punto de vista tienen que ver con la reconversión industrial y las restricciones del Sistema Monetario Europeo (SME) que condicionan mucho el espacio fiscal de los gobiernos. En el caso de los países en desarrollo yo creo que, con demasiada frecuencia, las recomendaciones de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Desarrollo (BID) suelen ir ligadas a políticas de austeridad, que restringen la capacidad de actuación de los gobiernos.
Una de las reflexiones de la Teoría Monetaria Moderna es que el desempleo surge en gran parte porque hay una obligación tributaria que recae sobre la población. Observamos que el Estado no es capaz de aplicar políticas fiscales expansivas que reduzcan el desempleo, lo hemos visto en España durante la crisis financiera global. Durante el 2010 y 2011 se llegó al 27% de la tasa de desempleo y también lo vimos en Argentina en los años 2000 como consecuencia de la convertibilidad.
Frente a este panorama, ¿qué políticas deberían implementar los gobiernos?
En primer lugar, entendemos que el posicionamiento fiscal debe ser más expansivo de lo que es en la actualidad. En el caso de España, las normas fiscales de la zona euro obligan a un posicionamiento fiscal excesivamente contractivo y eso es un problema. Por ejemplo, para el 2023 el gobierno español prevé un aumento del gasto público inferior a la inflación, es decir, una reducción del gasto público y un aumento de la recaudación. Hay que pensar en la política fiscal sin fijarse tanto en el saldo contable y lo que representa ese saldo, sino que hay que fijarse más bien en los impactos que tienen las políticas de gasto público sobre la economía. Esta apreciación nosotros la llamamos “finanzas funcionales” y consiste en entender que hay que valorar el déficit público principalmente por el impacto que tiene sobre el bienestar de la población, en el sentido de que tiene que asegurar el máximo empleo posible y la estabilidad de precios.
Y frente al problema de la inflación, presente tanto en España como Argentina, ¿qué es lo que recomienda hacer?
Nosotros entendemos que el Estado también tiene que gestionar los episodios de inflación y por eso hemos propuesto, desde la MMT, la creación de un Programa de Empleo Garantizado. Este permite que todas aquellas personas que se están quedando desempleadas en el sector privado puedan encontrar uno nuevo en ese plan gestionado desde las administraciones públicas. Es decir, abordamos el problema del desempleo, creamos una herramienta de gestión de las tensiones inflacionarias y mantenemos a un colectivo de trabajadores preparados para reincorporarse al mercado de trabajo. La idea es que el programa sea financiado desde el gobierno central, que es el que cuenta con la capacidad fiscal para hacerlo.
Usted se va a estar presentando el día 9 de noviembre en el eje 2 de “Política de pleno empleo en países en desarrollo”. ¿Qué nos puede adelantar sobre el trabajo que va a presentar?
Principalmente voy a estar hablando de la experiencia que hemos tenido en España con el proceso de industrialización que se vivió en los años 60 y 70. Esta etapa fue muy apoyada desde la banca pública y permitió un importante desarrollo industrial que posicionó a España como uno de los países más industrializados. Sin embargo, ese modelo empieza a desmontarse a partir de los 80 cuando se hace la transición desde el régimen de la dictadura franquista al régimen democrático, que coincide a su vez con el triunfo ideológico del neoliberalismo donde se cuestiona el papel del Estado en la economía. La frase paradigmática que caracterizó este momento fue la de Carlos Solchaga, Ministro de Economía, cuando dijo que “la mejor política industrial es la que no existe”. A partir de ese momento se liquida la banca pública, se empiezan a desmontar las empresas públicas y empieza a aumentar la tasa de desempleo en España a niveles muy altos.
Por último,¿cuáles cree que son los desafíos que tienen los países frente a este escenario de pospandemia?
A largo plazo, lo más importante para todo el planeta, es la crisis climática. No estamos haciendo la transición energética de forma inteligente, estamos tardando mucho. El impacto en el clima ya está siendo evidente y podría tener un coste económico altísimo, también en términos de salud, de vidas humanas, de hambrunas y de cosechas fallidas.
En cuanto a la superación de la crisis pandémica creo que tiene que haber una respuesta mucho más ambiciosa desde el punto de vista de la política fiscal. Aquí en España se prometió durante la pandemia que íbamos a tener un plan de expansión y recuperación económica muy fuerte con la financiación de unos fondos europeos. Sin embargo, lo que estamos observando en los países europeos, en Estados Unidos y también en Argentina a partir del acuerdo con el FMI, es un posicionamiento fiscal contractivo. Considero que esta, para mí, es la principal causa de que nuestras economías estén marchando hacia una recesión.
Lo que en realidad estamos viendo es que hay un crecimiento del gasto público muy tímido y que las inversiones están creciendo, pero no tanto como para recuperar los niveles de inversión pública que había antes de la pandemia. La crisis de los precios de la energía, el gas natural y el petróleo, así como también los problemas logísticos que se generaron después de la pandemia, generaron el piso inflacionario que se está viviendo en Europa y que afecta a Argentina también. El problema es que ese episodio de inflación sabotea los planes de recuperación y obliga a los gobiernos a adoptar un posicionamiento fiscal en política monetaria mucho más restrictivo. Es decir, están conteniendo el aumento del gasto público y el aumento de la inversión como respuesta a la inflación, sin advertir que en realidad la peor respuesta es ésta. Si hay un problema de cuellos de botella y de precios de energía lo que se debería hacer es un plan de inversiones para un cambio de modelo energético. Subir los tipos de interés, como anunció recientemente el Banco Central Europeo, es absolutamente inútil para resolver el problema, y tiene un efecto regresivo en términos de distribución.