Que la explosión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) nos permiten mantenernos conectados desde cualquier lugar del mundo no es una novedad. Sin embargo, sobre todo con los cambios que trajo la pandemia, aquellas herramientas han superado límites impensados y dieron paso a la apertura de un debate importante: la necesidad de universalizar el acceso a la conectividad para acortar las brechas de desigualdad. En este campo, las cooperativas tienen mucho para decir y mostrar.
Un informe elaborado por los investigadores Diego Rossi (UBA y UNLP) y Milton Oddone (UNLP y UNM), de la Cátedra Libre “La conectividad como servicio esencial y garantía de derechos” (espacio formado por Universidad Nacional de La Plata junto a otras entidades), sobre la evolución de las cooperativas TIC en Argentina, demostró que actualmente hay 547 de ellas que están inscriptas en el registro del ENACOM con licencias operativas. El estudio demostró que desde 1999 casi duplicaron la cantidad de licencias, por lo que son un actor significativo, con presencia en 20 de 23 provincias.
En diálogo con ANUNM, Diego Rossi, señala: “Se pensaba que las cooperativas eran una especie en vía de extinción, y hoy están revisando esa mirada porque el sistema de telecomunicaciones y TICs es un sistema complejo. Estos actores de la economía social, con resiliencia y en contra de la corriente y del pensamiento hegemónico, se favorecieron territorialmente porque tienen el posteo del tendido de cable y hubo un trabajo interesante de reconocimiento como sujetos prestadores, más allá de no ser empresas comerciales, con las leyes de Servicios de Comunicación Audiovisual y Argentina Digital” y puntualizó que estas “se hicieron un lugar”.
Por su parte, Milton Oddone, docente de la UNM y de la UNLP, indica que, durante la elaboración del informe notaron como rasgo distintivo el arraigo y la proximidad que estas cooperativas tienen dentro de las comunidades, ya que perciben a los receptores del servicio como asociados y no sólo como clientes. En cuanto a la importancia que tiene actualmente este sector cooperativo, el investigador señaló: “Dentro de un mercado tan concentrado, estas organizaciones cooperativas han entendido que es fundamental generar canales de asociativismo y de alianzas para poder alcanzar ciertos objetivos, es un modelo de trabajo basado en lo colectivo y en formular escalas que permitan disputar con otros actores”.
De manera similar, Ariel Fernández Alvarado, presidente de la Cámara de Cooperativas de Telecomunicaciones -CATEL- afirma: “El modelo cooperativo nace de la necesidad de la comunidad”. En ese contexto, el crecimiento de estas cooperativas tiene un valor agregado, ya que contribuye a la autonomía nacional y fomenta un desarrollo sostenible.
Además, Fernández Alvarado dice: “Como sector, el desafío más importante que tenemos es terminar de conectar el interior, pero no alcanza sólo con conectar a los usuarios, sino que hay que conectarlos con calidad, es un desafío mucho más complejo conectar de manera simétrica”. Y explicó la gran apuesta de CATEL: Imowi. “Tiene que ver con llevar conectividad móvil a los lugares donde hoy no hay”, sintetiza.
Imowi (integración, movilidad, wireless) es el primer prestador nacional de telefonía móvil cooperativa en modalidad Operador Móvil Virtual y los posiciona como el cuarto operador a nivel nacional. “La segunda etapa es construir redes móviles en lugares en donde no hay conectividad”, anticipó el presidente de CATEL, entusiasmado en seguir expandiendo el sector y avanzar hacia el proyecto de federalización de la conectividad. De esa entidad forman parte cooperativas TIC como Telviso de Del Viso, Telpin de Pinamar y TelVGG de Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe, entre otras.
“El cooperativismo con su modelo de gran capital humano tiene una labor muy importante”, plantea por su parte Ramiro Martínez, presidente de la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados, refiriéndose a la capacidad que tienen para tejer redes e integrar a los excluidos del modelo económico hegemónico. Asimismo, reflexiona: “Las grandes empresas dicen que para generar puestos de trabajo necesitan una inversión de millones de dólares y el cooperativismo parte al revés, parte de cuanta gente hay, qué podemos hacer y vemos como generamos los recursos para que en principio sobreviva y después genere trabajo digno”.
Pensando en la postpandemia, Fernández Alvarado conjetura: “En la postpandemia nos vamos a encontrar con un usuario digital mucho más exigente y una necesidad de transformar a las organizaciones para hacer frente a las demandas”. Por ello, será imprescindible el trabajo mancomunado con el Estado y las diversas entidades que puedan aportar herramientas para fomentar y potenciar el desarrollo de estas cooperativas.
Sin dudas, este modelo económico fundado sobre el trabajo colectivo es un pilar clave en nuestra sociedad, ya que construyen relaciones más equitativas e inclusivas y dinamizan la economía, al tiempo que bregan por acortar las desigualdades en el acceso a las tecnologías digitales. Las cooperativas TIC y el proyecto IMOWI, entre otras iniciativas, lo demuestran,