El nuevo informe del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronostica, para los meses de mayo, junio y julio, un clima más frío y seco. El trabajo trimestral muestra un descenso en las temperaturas para todo el país, así como una baja en las precipitaciones, todo esto con respecto a inviernos de años anteriores. Los especialistas hablan sobre la construcción del informe, los actores involucrados, la incidencia del fenómeno de “El Niño” y la utilidad de gestión que tienen estas predicciones.
Los datos del nuevo documento arrojan datos llamativos respecto al invierno que se viene, que empieza el 21. En 2023, el país vivió una de las etapas invernales más cálidas desde que se tienen registros, pero el cambio para este año será abrupto. El SMN afirma que el descenso en las temperaturas será “menor a la normal” en varios lugares del territorio nacional. El meteorólogo José Luis Stella lo interpreta como un proceso que lleva hacia valores neutros: “En AMBA hace bastante no tenemos un ‘invierno propiamente dicho’ muy frío. Quizás el último que recordamos que hizo mucho frío realmente fue el del 2007 (año en el que se presentó el fenómeno de “La Niña”), el año de la nevada”.
Pese a estos antecedentes, se espera una estación más fría de lo habitual. El meteorólogo Ignacio Guglielmetti explica: “En temperatura se ve una marcada diferencia. Para el trimestre del 2023, se esperaba mayor probabilidad de temperaturas por encima de lo normal en el oeste de la Patagonia y todo el centro y norte del país, mientras que solo se preveían temperaturas menores a las normales para el extremo sur de la Patagonia.” A esto, Stella agrega que, desde su punto de vista, “podría decir que este invierno tendría una mayor chance (aunque siempre es muy baja) de que la nieve pueda sorprender en esta zona del país”. En este punto coincide Guglielmetti, quien asegura que “podríamos esperar tener mayores chances de nevadas cuando el pronóstico trimestral nos arroja una mayor probabilidad de temperaturas por debajo de lo normal en centro, norte y este de la provincia de Buenos Aires”.
Este trabajo es el resultado de varias reuniones entre especialistas diversos que tienen relevancia en temas meteorológicos, ambientales y de gestión. “Es un encuentro de muchos profesionales. Interviene el INTA, la INA (el Instituto Nacional del Agua), el SMN, las carreras de Climatología o de Ciencias de la Atmósfera y también la Secretaría de Recursos Hídricos”, cuenta Rubén Bejaran, Doctor en Ciencias de la Atmósfera y docente universitario (UNM). Además, dice, se tienen en cuenta índices trabajados a nivel mundial, donde uno muy relevante para el país es el fenómeno de “El Niño”.
Así entonces, este trabajo publicado en abril muestra situaciones distintas en lugares distintos del país, aunque el consenso es que en ningún lugar las precipitaciones y la temperatura serán mayores que lo que se acostumbra en esta época del año. El descenso en las lluvias incluye a la Patagonia, la Provincia de Buenos Aires y parte del norte argentino (Salta, Formosa, Chaco y Santiago del Estero). Se considera al NOA como “estación seca”, la cual usualmente registra ínfimas precipitaciones en este trimestre. “La región noroeste (NOA) se encuentra en su estación seca con escasa precipitación, por lo que no se realiza la estadística”, comenta Guglielmetti. Para el caso de las temperaturas, si bien la generalización implica una normalidad, hay zonas que se verán particularmente afectadas. Tal es el caso de las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, así como las zonas del noreste y noroeste argentino. Por un lado, en lo que respecta al NEA y NOA, las temperaturas serán levemente más altas que las habituales. Las provincias mencionadas, por otra parte, registrarán temperaturas inferiores a las habituales.
“El Niño continúa debilitándose y se espera una neutralidad, quizás corta, que dure hasta la finalización del invierno. A partir de la primavera las chances de ir hacia La Niña aumentan considerablemente según las proyecciones de los principales centros mundiales de pronóstico”, asegura Stella. El fenómeno de El Niño proporciona una gran cantidad de precipitaciones durante el verano para Argentina, y con ello un leve descenso en las temperaturas.
Stella destaca la influencia de estos fenómenos sobre los eventos que han sucedido en el 2023 y parte del 2024: “Desde mitad del año pasado el país viene siendo influenciado por el fenómeno de El Niño. Esto nos trajo un cambio bien notorio en las precipitaciones, especialmente en la región del NEA y centro-este en donde se observaron los principales excesos”. Estos excesos produjeron episodios meteorológicos de extrema gravedad, como el caso de lluvias y tormentas, granizo y vientos muy fuertes que causaron muchos problemas en los momentos mencionados. Ahora, “El Niño” se encuentra en retirada. Así lo declara el SMN, y acuerdan en ello los especialistas. Esto abre paso al invierno frío y seco que prevé el organismo.
Al contrario de lo sucedido con “El Niño”, el fenómeno de “La Niña” produce un clima más seco y con temperaturas más altas. La sequía del año 2022-2023 produjo una caída en la producción del agro del 50%, con una pérdida de us$20.000 millones de dólares para el sector. Dicha sequía fue producida por tal fenómeno y por eso mismo 2022 fue uno de los años más secos desde 1961. Aquí radica la importancia de estos informes del SMN. La utilidad de gestión impacta sobre los caminos a seguir por los distintos estratos de gobierno. “Con estos informes, cada una de las provincias y de los municipios toma decisiones”, afirma Bejaran, y hace referencia a un ejemplo sobre la disponibilidad de los recursos de agua que se proyectan según las precipitaciones, y las decisiones de gestión que se toman sobre una proyección adversa.