El endometrio es el tejido que tapiza el interior del útero. En condiciones normales, sólo debe encontrarse dentro del útero, pero cuando dicho tejido se ubica por fuera de la cavidad uterina se denomina endometriosis. Este tejido alterado se puede adherir en los órganos genitales femeninos (útero, ovarios, ligamentos y órganos vecinos en la pelvis) pero también se ha detectado endometriosis en otros tejidos y órganos como cicatrices de cesáreas, pulmones, nariz, cerebro, entre otros.
“Una de las teorías más antiguas explica que ese tejido endometrial, durante la menstruación, fluye hacia atrás a través de las trompas de Falopio y, en lugar de salir del cuerpo a través del cuello uterino y la vagina (lo que conocemos como menstruación), se queda hacia dentro del abdomen donde se implanta y crece”, explica la ginecóloga Vilma Rosciszewski.
En su cuenta de Instagram @ginecoyvos, Vilma, se dedica a dar consejos para mejorar la salud, tips para una sexualidad sin tabúes y, con un gran aporte humorístico, explica cuestiones referidas a la educación sexual.
Signos
El síntoma más común de la endometriosis es la dismenorrea, es decir, períodos menstruales dolorosos que pueden comenzar antes y continuar durante varios días después de que comience el período menstrual. Además puede estar presente el dolor al tener relaciones sexuales. El sangrado excesivo y la infertilidad también pueden ser síntomas de endometriosis.
Aunque puede haber cólicos durante el período menstrual, quienes tienen endometriosis suelen describir un dolor mucho peor al habitual. “Yo siempre tuve muchos dolores y, desde que comencé con mi ciclo menstrual, padecí mucho la menstruación”, asegura a ANUNM Soledad Martinez, joven con endometriosis que conforma la seccional de Endohermanas Argentina de Bahía Blanca.
Soledad nos cuenta que siempre tuvo que aguantar el dolor y que, por ejemplo, cuando iba al colegio tenía bajas notas en Educación Física porque el dolor de la menstruación la imposibilitaba a moverse. Hoy narra en su Instagram @tengo.endometriosis todo su proceso por esta enfermedad, hasta el día de hoy, incluyendo la gestación de su hijo.
Un diagnóstico tardío
Llegar al diagnóstico es una tarea dificultosa. Si bien hay pacientes que presentan síntomas, hay otras que son completamente asintomáticas y esto complica la determinación de la enfermedad. Por otro lado, es difícil de detectar tempranamente mediante estudios médicos, puesto que la sospecha (visible) comienza cuando hay quistes ováricos.
Pero además de estas cuestiones hay algo fundamental: el dolor en las personas menstruantes se naturaliza por completo. La falta de información y de escucha en los consultorios lleva a normalizar el padecimiento de tal forma que esa primera advertencia de la enfermedad pasa desapercibida.
Soledad cuenta que nadie le habló de endometriosis al expresar los fuertes dolores que sentía durante su período. “Desde el 2017 al 2019 pasé por 5 ginecólogos, ninguno me habló de endometriosis, todos terminaban diciéndome que estaba ‘sanita’ y que me vaya a casa. Cuando leí ‘endometrioma’ en una de las ecografías lo tuve que googlear”, comenta.
“Lo que nos enseñan desde muy chicas es que la menstruación duele. En el imaginario colectivo eso está muy arraigado, pero no debe ser así”, afirma Elizabeth Amarillo, presidenta de la Asociación Civil de Pacientes Argentinas con Endometriosis (PAE). Y esto no solo trae consecuencias físicas, también trae consecuencias psicológicas, culturales y sociales. “Te dicen tantas veces que estás exagerando que te lo terminás creyendo y eso hace que termines encerrándote en tu casa, aislándote. Muchas mujeres con endometriosis terminan con ataques de pánico y ansiedad por estas cuestiones”, nos cuenta Elizabeth.
Esta subestimación silencia los síntomas de la endometriosis y retrasa su diagnóstico. El objetivo de PAE, en este sentido, es la concientización y la difusión de información. Su presidenta nos cuenta que esto es fundamental, no solo para que las personas menstruantes tengan esa primera alerta, sino para que sus familias sepan cómo actuar y acompañar.
¿Hay tratamientos?
En la actualidad, no se dispone de un tratamiento que cure esta enfermedad, por lo que el objetivo suele ser aliviar los síntomas. La doctora Rosciszewski comenta a ANUNM que esas terapias van a depender si la persona quiere maternar o no. “Uno de los tratamientos es el uso de anticonceptivos, sirven para que no se desarrolle un crecimiento aumentado del endometrio. Sin embargo, cuando estas lesiones crecen de tamaños grandes generando quistes, se deben operar”, afirma.
En algunos casos el embarazo en personas con endometriosis colabora al aminoramiento de los síntomas. Sin embargo, este no puede ser recetado como si fuera un remedio. Esto le pasó a una de las chicas que participa en Endohermanas, cuenta Andrea Crichigno, miembro de la comisión directiva de Endohermanas Argentina. Sucede que, “al estar embarazada la persona gestante, tiene un lapso de 9 meses donde no genera estrógeno, la hormona que nos afecta. Entonces, el cuerpo se recicla, en ese lapso de descanso no hay menstruación y hay mucha generación de progesterona, lo que hace que los focos donde se anida la endometriosis disminuyan notablemente”, explica Andrea.
Mónica Bonín, médica cirujana especialista en Tocoginecología, Jefa del Programa de Tratamiento Integral de la Endometriosis y encargada de la sección de Cirugía Mínimamente Invasiva Ginecológica en el Hospital Privado Universitario de Córdoba, recalca la importancia de incluir un abordaje ‘poli-accional’ que incorpore un radical cambio de hábitos nutricionales y de actividad física. “No podemos tratar más la enfermedad solamente con un tratamiento para frenar un poco el accionar del estrógeno y la cirugía como último recurso cuando el tratamiento hormonal no funciona”, afirma Bonin.
Dentro de este cambio de hábitos se prioriza la disminución del consumo de alimentos que colaboran a alterar el metabolismo de la glucosa. Esto lleva a fomentar la reducción de las harinas blancas y los azúcares en todas sus formas, incluidas harinas sin gluten y jugos de fruta, miel, entre otros alimentos. Además, la reducción de los lácteos como parte de un alimento que, lamentablemente, incorpora estrógeno, antibióticos que alteran la microbiota y proteínas como la caseína que es pro-inflamatoria intestinal.
La especialista hace hincapié en una alimentación que incorpore, en abundancia, todo lo que pertenece al reino vegetal: vegetales de hoja verde, principalmente, frutas de bajo índice de glucosa, aceites vegetales (coco, oliva, semillas), legumbres, entre otros. Pero también el ejercicio físico es un gran aliado para el tratamiento de la patología, sobre todo los ejercicios que incorporan peso para aprovechar el músculo como órgano metabólico. “El músculo no es simplemente un tejido que crece y se pone lindo cuando uno lo ejercita, sino que tiene funciones metabólicas muy importantes para pacientes con endometriosis”, asegura la médica. Entre estas, los músculos consumen glucógeno, el combustible de reserva de nuestro cuerpo, lo cual reduce el impacto de la glucosa en sangre, la insulina y el estrógeno, la hormona madre que alimenta a la endometriosis.
Una alimentación con bajo índice glucídico, antiinflamatoria y de bajo aporte estrogénico, sumada al hábito de ejercitar el cuerpo para fortalecer los músculos y fortalecer su función metabólica, debe ser central dentro del plan de pacientes con endometriosis. Tal como dijo la doctora Mónica Bonin: “Tenemos que fomentar e incorporar estas otras herramientas como parte fundamental del tratamiento, no como una cuestión alternativa”.
Calidad de vida… ¿a qué costo?
Los tratamientos hormonales son muy frecuentes para tratar la enfermedad. Es el caso del Dienogest, ya que presenta selectividad por el receptor de la progesterona, la hormona que hace que el revestimiento del útero, el endometrio, se vuelva más grueso. Sin embargo, es acá donde se presenta otro gran problema para las dolientes de una menstruación con enfermedad. El Dienogest hoy en día está 13.000 pesos, es decir, al año se gastan 156.000 “para tener calidad de vida, y depende cómo te hagan la receta algunas obras sociales te hacen descuento” explica Crichigno.
Además del tratamiento, las ecografías y los estudios médicos necesarios para controlar la enfermedad tampoco están cubiertos y, como dice Andrea, “no todas tienen obra social”. Ésta es una de las luchas de las que Endohermanas lleva militando desde sus inicios. Este colectivo de mujeres autoconvocadas surgió en 2017, tras el fallecimiento de una mujer mientras era intervenida para quitarle tejido que se le había adherido endometrioso al intestino. “La primera campaña que hicimos fue ‘Si duele no es normal’, porque todo lo relacionado a la endometriosis en ese momento estaba vinculado a la infertilidad y para nosotras era fundamental primero romper con la normalización del dolor”.
Ley de Endometriosis, una deuda sin saldar
Es en este sentido en que Endohermanas se propuso impulsar una ley donde el principal motivo sea el reconocimiento de la endometriosis como una enfermedad crónica, que deba ser tratada como tal por el sistema de salud. Hay dos pilares fundamentales: por un lado, la prevención, difusión, sensibilización y concientización de la endometriosis y por otro, asegurar el derecho a la salud y el acceso a una atención integral y de calidad a las mujeres y/o personas menstruantes que padecen la enfermedad.
El proyecto de ley quedó parado en el Senado. “No hay interés político en hacer investigaciones, relevos, ni tampoco concretar esta ley que tanto ayudaría”, dice la referente. A pesar de esto, la agrupación sigue trabajando interdisciplinariamente, dando charlas y talleres, articulando en sus redes “vivos” con especialistas y manteniendo constante comunicación en el grupo de WhatsApp donde hay chicas de todo el país. Recientemente organizaron, junto con la Dirección de Igualdad de la Cámara de Diputados, el primer Congreso Interdisciplinario de Endometriosis en Argentina.
Tal como cierra Andrea Crichigno: “Desde el ‘parirás con dolor’ nos dicen que tenemos que sufrir y bancarla. Las mujeres no tenemos permiso a quejarnos porque sino sos una floja, porque sos una exagerada. Ya no es más así, entendimos y seguiremos luchando por vivir una menstruación consciente y sin dolor”.