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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

El secreto de sus ojos: iris, criptomonedas y secretos

En Argentina, desde 2023 una empresa toma imágenes del iris a cientos de miles de personas, a cambio de dinero. ¿Para qué lo hace? ¿Quién accede a esa información? Los riesgos de perder la poca privacidad que queda.

Nuestros ojos son ahora la herramienta que valida nuestra humanidad en Internet. La composición del iris es única e irrepetible y es un bien que muchos desean tener. Hoy en día, estos globos oculares cotizan en bolsa y su valor se traduce en 70 WLD, que equivalen a unos 160 mil pesos argentinos.

Pero, ¿por qué Worldcoin, un agente privado, toma imágenes del iris a cambio de criptomonedas? ¿Con qué fines utiliza esos datos biométricos que son parte de la identidad de una persona? ¿Quién garantiza que serán protegidos, si la empresa no es clara con sus políticas de privacidad?

Tools For Humanity – cuya traducción es “herramientas para la humanidad” – es un proyecto estadounidense-alemán que busca desarrollar soluciones tecnológicas para problemas como la pobreza y desigualdad. Worldcoin es una criptomoneda que forma parte de esta iniciativa y ha sido ampliamente conocida en nuestro país en los últimos meses debido a las populosas filas que se formaron en distintos lugares del Área Metropolitana de la provincia de Buenos Aires.

Esteban Magnani, licenciado en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y periodista especializado en el impacto de las nuevas tecnologías digitales en la sociedad, explica: “En un futuro sin trabajo, todo el mundo tiene que ganar lo suficiente como para comer. Lo que Worldcoin dice es que eso se puede hacer desde una entidad supranacional que no dependa de los Estados y, para lograrlo, necesitan demostrar que cada individuo es un humano de forma indiscutible”.

Con sólo poner el ojo en una esfera metálica llamada Orb, automáticamente se genera un código alfanumérico único que permite diferenciar al humano de una inteligencia artificial. Esa identificación se llama WorldID y se aloja en la aplicación WorldApp en la que, además, se encuentran las criptomonedas (WLD) que la empresa deposita en “agradecimiento” de que el usuario sea de carne y hueso. De un total de 5 millones de personas a nivel mundial, aproximadamente 500 mil argentinos ya han verificado su identidad a través de Worldcoin.

Tan rápido que escapa a la vista

Es julio de 2023. Una formación del tren Sarmiento acaba de llegar a la estación Once de Septiembre. Valentina baja de uno de los vagones junto a su hermana y comienzan a caminar por el andén, cuando unas chicas muy amistosas le ofrecen generar ingresos virtuales a través de una aplicación. “Conocí Worldcoin ese mismo día. Me hicieron descargar WorldApp y los datos a completar eran mi fecha de nacimiento, sexo, mail y contraseña. Después me escanearon el ojo en el aparato. Siendo sincera, no quería hacerlo, estaba apurada. Fue muy rápido e invasivo”, explica la afectada.

Mientras más personas se escanean, más sube el precio de Worldcoin. Cuando esta empresa llegó a Argentina a mediados de 2023, nadie la conocía y parece ser que de esta manera comenzó a tener “voluntarios”. Valentina, aún un poco confundida con la situación, cuenta que en ese momento le explicaron cómo funcionaba la aplicación pero que nunca pudo entenderla ni pudo generar ingresos con esas criptomonedas que le pertenecían por haber probado su humanidad.

“Eliminé la aplicación al otro día de haberme escaneado porque no la entendía. Un par de meses después, me enteré que había gente que estaba sacando bastante plata, pero yo no pude volver a entrar porque hay datos que tienen que poner los promotores”, concluye Valentina. ¿Qué ocurrió con esas criptomonedas? O, mucho más preocupante, ¿qué sucedió con esa identidad única e irrepetible que ahora está en manos de Worldcoin?

La Agencia de Acceso a la Información Pública (AAIP), en agosto de 2023, inició una investigación para saber más sobre la sorpresiva llegada de la empresa al país y sus posibles infracciones a la Ley 25326 de Datos Personales. Eliana Andrade, socia fundadora del Observatorio de Derecho Informático Argentino (ODIA) y asesora legal del mismo, fundamenta: “La información que se obtiene del iris es un dato biométrico y, al formar parte de los datos personales, debe ser protegido como tal”.

“Los agentes públicos o privados que recreen una base de datos con datos personales deben registrarla ante la AAIP y decir dónde está alojada, quién es el responsable, qué tipo de información almacena, qué medidas de seguridad tiene, y si consta con un plan de borrado para cuando termine con su cometido. Esta empresa no hizo nada de eso”, declara Andrade, que también es coordinadora de proyectos de Democracia en Red, una organización que busca potenciar la inteligencia colectiva a través de la tecnología.

Además, remarca que “los datos tienen que estar asegurados mediante sistemas de seguridad que sean acordes a la información que guardan y, en caso de que haya una transferencia internacional, el que los transfiere debe verificar que estos estándares sean los mismos”. La asesora legal afirma que esto tampoco se estaría cumpliendo, lo cual es preocupante ya que se trata de datos de aproximadamente medio millón de argentinos que saldrán del país con fines aún desconocidos.

La última información que se tiene sobre la investigación de la AAIP sobre Worldcoin es de enero de 2024, en la que la Agencia le dio a la empresa una serie de recomendaciones para que se adapten a la Ley de Datos Personales. Aún no se tiene conocimiento de si siguieron las sugerencias y lo que se puede llegar a hacer con esa información. Mientras tanto, el negocio se expande en distintas provincias y el número de escaneados va en aumento.

“Los tiempos de reacción del Estado y de la justicia son muy lentos para la forma de avanzar de estos proyectos tecnológicos”, observa Magnani. Propuestas como Worldcoin aparecen de un día para el otro y obtienen una gran cantidad de datos debido a la rapidez con la que operan. Pero, cuando empiezan a llamar la atención de los organismos estatales, se ven obligados a retroceder, pedir las disculpas correspondientes y amoldarse a las normativas.

Privacidad como privilegio

Si bien Martín Mazza, representante regional de Tools For Humanity en Latinoamérica, alega en numerosas entrevistas que la imagen del iris se elimina y lo que queda es solo el código, Eliana Andrade insiste en que “la empresa no ha podido demostrar que en verdad destruye esa información porque no hay transparencia en sus políticas”. También, señala que no es casualidad que estas acciones se realicen en países con fuerte inestabilidad económica y con marcos regulatorios débiles.

“En diez años la privacidad va a ser un derecho de clase y un privilegio según la situación económica”, sentencia Eliana Andrade, y agrega: “No es casualidad que la mayor cantidad de datos biométricos hayan sido recolectados en países precarizados, las ilegalidades siempre terminan atravesando a los sectores más vulnerables”.

En la misma línea, Magnani explica que “todas estas soluciones mágicas florecen en momentos de crisis” en las que es el mismo sistema el que genera las condiciones para que prosperen “todos estos discursos mesiánicos”. El solucionismo tecnológico se ve así materializado en la idea futurista de que a través del escaneo del iris los problemas de desigualdad y precariedad, que muchas veces es por la misma tecnología, serán resueltos. Sin embargo, la pobreza no puede resolverse únicamente con un pasaporte virtual en manos de una empresa privada cuyas intenciones no se comprenden.

“Cuidar los datos personales es cuidar el impacto que esta información puede llegar a tener en la vida diaria con respecto a la privacidad”, reflexiona Andrade. Es importante considerar esto como un problema que va a tener consecuencias concretas en la sociedad civil, y no como algo que queda en la virtualidad. El entrenamiento de inteligencias artificiales con datos biométricos generará sistemas automatizados de discriminación mucho más sofisticados que pueden llegar a acrecentar desigualdades sociales, étnicas, raciales o económicas. Andrade hace hincapié en que estos datos hacen a nuestra identidad, y entregárselos a una empresa de la que no se sabe cabalmente cómo funciona, puede tener graves resultados.

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