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Vicedecano-Coordinador de la Licenciatura en Comunicación Social UNM

“El pragmatismo es como el colesterol, hay uno bueno y otro malo”

Juan Gabriel Tokatlián es uno de los especialistas argentinos más renombrados en relaciones internacionales. A las 18 ofrecerá una conferencia en la UNM, organizada por el Centro de Estudios de Economía Política y Desarrollo (CEEPyD). A continuación, las principales ideas expresadas en su último libro.
“El primer cuarto de este siglo ha sido vertiginoso y tumultuoso; y todo indica que lo será todavía más en los años por venir”, dice el docente, investigador y ensayista. Foto: UTDT.

Sociólogo, con una Maestría (1981) y un Ph.D. (1990) en Relaciones Internacionales de The Johns Hopkins University School of Advanced International Studies en Washingon, D.C. (Estados Unidos), Tokatlián es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Di Tella y entre 1981 y 1998 vivió en Colombia. Su último libro es Consejos no solicitados sobre política internacional. Conversaciones con Hinde Pomeraniec (Siglo XXI) y a las 18 estará en la Universidad Nacional de Moreno para ser el orador del conversatorio «La geopolítica de un mundo en transición. Implicancias para Argentina y la región«.  La actividad se realizará en el SUM de Daract II y contará con la participación del vicerrector de la UNM, Alejandro Robba en la apertura y de Juan Cruz Campagna (docente de la UNM e investigador del CEEPYD) y de Yésica Tallarico en la moderación y presentación.

Precisamente su reciente libro se conecta con las tensiones geopolíticas actuales y cómo repercuten ellas en Argentina y América Latina. “Lo que tenemos ahora es un mundo que paradójicamente abre el abanico de las opciones estratégicas disponibles para aquellos que pueden y saben cómo alinear voluntad, capacidad y oportunidad. A diferencia del pasado, el actual actor ascendente, China, no viene con promesas de ideología, viene con billetera”, señala Tokatlian en el inicio de su nueva obra.

Además señala que la intención de Washington de construir como un “actor maligno” al gigante asiático hasta ahora ha tenido poco eco en la región. No obstante, afirma que Beijing “no pretende dominar a todos, pero sí que graviten a su alrededor”.

Por otra parte, plantea que la hora actual coloca a las elites del país en el siguiente dilema: “o entiende cuáles son los intereses que defender en medio de estos cambios profundos  o vamos a seguir tomando decisiones erráticas, mal informadas, inconsistentes, anacrónicas, confusas”. En ese sentido, y con el correr del texto, Tokatlian también remarca un aspecto crítico de la política exterior Argentina, durante décadas, que es la “reincidencia de racionalidad binaria” en las relaciones internacionales. Así, se adoptan posturas que dividen esquemáticamente a los países y se desperdician oportunidades de establecer vínculos políticos, comerciales y culturales provechosos.

Contra los discursos que menosprecian el rol que puede jugar América Latina, el autor afirma que la región ciertamente perdió gravitación en el escenario internacional pero no deja de ser un actor relevante. Por ser una zona de paz (a diferencia de los demás continentes), no hay armas nucleares ni de destrucción masiva y, con los matices de cada caso, ha habido alternancia entre diferentes partidos políticos en todos los países. La riqueza en minerales y en biodiversidad también la colocan como un lugar con mucho potencial.

La importancia de la autonomía tecnológica de los países es decisiva para el desarrollo de estos, afirma. Y, en esa línea, considera que el gobierno de Javier Milei. “El desfinanciamiento y la discontinuidad en las áreas de ciencia y tecnología tienen efectos onerosos y perversos sobre el crecimiento nacional y sobre las posibilidades de un modelo de desarrollo sustentable”, advierte Tokatlián.

“El pragmatismo es como el colesterol, hay uno bueno y otro malo”, ilustra. Y la metáfora es oportuna, porque permite entender cuando en nombre del pragmatismo el país se coloca en un lugar dependiente, ajustado a las restricciones externas de manera obediente y acoplado en forma subordinada a los objetivos de un solo bloque (Occidente, por caso), estamos ante el pragmatismo malo. Y el positivo consiste en ponderar el balance entre intereses y valores, alejando de la hiperideologización y que reconoce los atributos reales de poder que se tienen.

Otro de los hallazgos del libro de Tokatlián es advertir sobre sesgos que implican relativizar la importancia de determinados países sobre otros, al priorizar afinidades culturales y simples inercias. Por caso, ilustra cómo Argentina con India, en 2022, intercambió bienes y servicios por 6400 millones de dólares, mientras que con España lo hizo por 3000, y pese a eso concita más atención del “aparataje burocrático institucional”. El investigador recuerda que en ese año 2022 Argentina recibió 8 de cada 10 dólares de exportaciones de países no occidentales. Y que las naciones africanas y del Sudeste asiático son cada vez más importantes en términos comerciales para el Estado nacional.

Por otra parte, Tokatlián recalca como la histórica descoordinación institucional afecta la solidez de las posiciones exteriores argentinas. Por esta característica por un lado  aquellas parecen erráticas y por el otro toman decisiones diferentes áreas sobre un mismo tema, anulándose o complicándose entre sí. Esa falta de coordinación es aprovechada, señala el autor, por actores ajenos al Estado para sacar ventaja de las políticas públicas.

Otro de los tópicos de su libro describe la “internacional reaccionaria”, entendida como el conjunto de fuerzas de derecha y ultraderecha que comparten buena parte de su agenda, ya sea en Estados Unidos, España, Alemania, Italia, Brasil o Argentina.  Y reconoce que esos partidos encontraron campo de cultivo en grupos “para quienes las promesas de más justicia, equidad y dignidad han sido reiteradamente incumplidas”. De hecho, este surgimiento de la “internacional reaccionaria” expresa las crisis tanto del capitalismo y del progresismo. Además, resalta que es fundamental volver a poner en agenda la lucha de clases, habida cuenta de la agudización de los problemas socioeconómicos en distintas partes del mundo.

El autor también aborda el giro a la derecha de muchos jóvenes. Y considera que más que desencanto en ellos, observa miedo. “Y tienen miedo porque no se les ofrece nada”, reconoce. La falta de empleos con sueldos razonables y  la imposibilidad casi de alquilar, por no hablar de comprar una propiedad, generan respuestas violentas basadas en el miedo a un futuro sin ninguna certeza positiva.

El narcotráfico, el peso de la religión en la política (muchas veces soslayado por la academia), las reverberaciones imprevisibles del conflicto en Medio Oriente y la política pendular argentina respecto de Malvinas también son tópicos revisitados por Tokatlián. “El primer cuarto de este siglo ha sido vertiginoso y tumultuoso; y todo indica que lo será todavía más en los años por venir”, advierte. El libro y la actividad en la UNM permiten intuir algunas las líneas para pensar ese futuro de la mano del autor.

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