Nuestro derecho, nuestro lugar, nuestro futuro…

Texto:

Vicedecano-Coordinador de la Licenciatura en Comunicación Social UNM

“El contratiempo mayor y más grande que he vivido en estos 12 años y que aún enfrentamos es la paralización de la obra edilicia del ITUNM-ESPUNM”

¿Qué sucede con la Escuela Secundaria Politécnica de la UNM? ¿Qué cosmovisión sostiene la creación de nuevas universidades públicas? ¿Qué prejuicios recaen sobre ellas? El rector Hugo Andrade responde, entre otras, a estas preguntas

Como continuación de la entrevista realizada como cierre del año, el rector habla en esta ocasión de los principales obstáculos que atravesó y atraviesa la casa de estudios, como así también de los prejuicios subsistentes en algunos sectores sobre las universidades del Conurbano. La relación con la comunidad, el nuevo modelo universitario que plantean las instituciones creadas en el Bicentenario y el rol que debe jugar la universidad pública también están entre los elementos que se abordan en la nota.

¿Cuáles son las principales dificultades que ha debido enfrentar como rector?

La responsabilidad de un rector es planificar capacidades a desarrollar para llevar adelante la tarea y procurar y administrar recursos para lograrlo, en un proceso de desarrollo institucional y de participación creciente de la comunidad universitaria, que por la naturaleza de la institución, es cogobernada y autónoma. En este sentido, quiero enfocarme primero en los logros, que siempre son el resultado compartido de la participación y el esfuerzo de sus miembros.

También creo que los logros que hemos tenido son el resultado de haber logrado mantener el espíritu fundacional y por tal motivo, los contratiempos que hemos transitado los hemos podemos enfrentar con mayor fuerza para superarlos satisfactoriamente. En este sentido, el hecho de que muchos de nosotros tengamos roles compartidos, es decir, los profesionales que integran la gestión, también son docentes, contribuye a una amalgama y comprensión mutua de las necesidades que facilita la tarea y la superación de los escollos.

Reflexionando sobre los contratiempos que transitamos, remarcaría en primer lugar la urgencia en organizar y poner en marcha simultáneamente a la Universidad ha sido la causa de no pocos contratiempos iniciales y la necesidad de aunar mayores esfuerzos para resolver cuestiones de toda índole; pero, también es cierto que ello nos ha fortalecido mucho en la capacidad de hacer y responder a los desafíos que se nos han presentado.

Tené presente que la UNM inició su organización el 14 de junio de 2010 y el 14 de febrero de 2011 inició el curso de ingreso con algo más de 1.000 aspirantes que inclusive recibieron el material de trabajo producido y editado por la Universidad. Es decir en 8 meses la pusimos en marcha, aprobamos su Estatuto y su Proyecto Institucional para los primeros 5 años de funcionamiento y los planes de estudios de las carreras con que iniciamos. Esa intensidad es algo que debe enorgullecernos y también por los resultados. Lo mismo cabe decir, cuando transitamos el proceso de autoevaluación y evaluación externa de la CONEAU entre 2017 y 2018, el que además de satisfactorio, fue una muestra más de la velocidad que imprimimos a la gestión para conformarse y consolidarse en los aspectos estructurales o esenciales.

En otro orden, otro contratiempo significativo que hemos tenido que superar, tiene que ver con el momento histórico que transitamos durante el gobierno de Juntos por el Cambio que, bajo una perspectiva diametralmente opuesta a la política anterior, e inclusive te diría a la tradición argentina, redujo deliberadamente el financiamiento de la educación universitaria por razones ideológicas más que por apremio fiscal, lo que también es una premisa ideológica y reiterada a lo largo de la historia argentina. En ese orden, una mirada peyorativa del rol de las Universidades del Conurbano, implicó un freno muy importante en esta etapa inicial de desarrollo, por lo que se paralizaron obras y proyectos por un tiempo. Recordarás unas frases que han de quedar para la antología de la decadencia argentina con eso de “para qué tantas universidades” o “los pobres no se reciben” y que reflejan acabadamente ese momento histórico que nos hizo perder un tiempo precioso, del que ya estamos recuperándonos con la construcción de nuevos edificios y proyectos que veremos florecer en poco tiempo.

También mencionaría el funcionamiento durante la pandemia y el trabajo a distancia, que requirió una transformación acelerada de nuestras prácticas y tareas en todos los órdenes y dimensiones, pero que creo hemos podido superar, al seguir funcionando y creciendo, garantizando el derecho a estudiar y a recibirse.

Por último, el contratiempo mayor y más grande que he vivido en estos 12 años y que aún enfrentamos es la paralización de la obra edilicia del ITUNM-ESPUNM a raíz del conflicto con el Municipio en torno a la propiedad del inmueble. Este proyecto viene superando una larga lista de obstáculos que implicaron que iniciara varios años después de impulsado, pero que pese a todo, sigue adelante y da muestras de la voluntad colectiva para realizar una de las contribuciones más poderosas que aspira a realizar la Universidad. No cejamos en nuestro empeño y continuaremos bregando con todas nuestras fuerzas, ante la justicia, ante las autoridades nacionales, provinciales y municipales, para que sea una realidad el año próximo para que Moreno tenga una escuela secundaria nueva para más de 1.800 estudiantes y que tanto necesita, no solo por el derecho de sus estudiantes, sino porque esta Escuela será un ámbito de innovación pedagógica que va a transformar la educación secundaria en el distrito.

Última ceremonia de graduación del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales, en diciembre pasado.

¿Considera que subsisten prejuicios hacia las universidades del Conurbano?

Se trata de un fenómeno que no ha sido exclusivo de esta Universidad, ni del resto de las del Bicentenario como solemos reconocernos las nacidas en 2010, ni aún de las que hoy transitan sus trigésimos aniversarios en el Conurbano Bonaerense.

Por un lado, la reticencia de la comunidad que supone carencias o debilidades en sus capacidades, o subordinaciones políticas en su concepción y funcionamiento, que hemos superado con el correr del tiempo. Pero por otra parte, la Universidad es un sujeto inesperado, con lógicas independientes y ajenas a la cultura institucional y política del territorio, lo que incide en la construcción de los vínculos con los actores tradicionales que ven su presencia, su dimensión creciente o su opinión calificada, propia de los ámbitos académicos sobre los diferentes temas sociales, políticos, económicos, culturales o de interés de la comunidad como una amenaza a sus intereses.

Si bien creo que a esta altura hemos sabido superar estas supersticiones, al ver los resultados logrados y el gran desarrollo alcanzado en muy corto plazo, todavía debemos persistir en el esfuerzo. En este sentido, quiero remarcar que la evaluación externa de la CONEAU incluye un componente de apreciación de la inserción y vinculación de la Universidad con su medio y esas entrevistas han sido muy elocuentes de la valoración de la UNM y el reconocimiento que hoy se tiene de ella; pero lamentablemente el Municipio no ha sido parte de dicha experiencia o de nuestro Consejo Asesor Comunitario, ni del proceso colectivo de conformación de su primer plan estratégico plurianual para el sexenio 2022-2027, probablemente por no haber podido superar esta visión amenazante.

Se desprende de sus palabras que la relación de la Universidad con el entorno es una dimensión prioritaria. ¿A qué responde la importancia de esta cuestión?

Más allá de las vicisitudes antes señaladas, la relación de la Universidad con el territorio es una cuestión trascendente que merece nuestra atención y cuidado, dado el significativo aporte que la Universidad puede y debe realizar a las soluciones de las necesidades colectivas.

Si bien una de las razones principales que impulsaron el nacimiento de la UNM fue que las tasas de escolarización superior y universitaria de la población local era sensiblemente inferior a la media nacional y del área metropolitana,  su presencia en el territorio siempre fue concebida en íntima relación con el Estado en todos sus niveles, con las organizaciones comunitarias y el sector productivo y del trabajo de la región, a fin de que fuera un factor de desarrollo y de transformación social a partir de una interacción mutuamente influyente y beneficiosa por la contribución que esta puede hacer desde la investigación aplicada, la vinculación, la extensión, etcétera. Pensar la Universidad reducida a responder una demanda de educación superior que no estaba cubierta es enfocar a la institución en una mera proveedora de saberes y recursos humanos al mercado.

Quizás esa premisa estuvo presente en la década del ’90 cuando se crearon varias universidades nacionales en el Conurbano bonaerense, pero no es el caso de las creadas con el Bicentenario, que responden esencialmente a la voluntad política de dar un paso más hacia el objetivo de redistribuir el poder y el conocimiento para construir una sociedad más equitativa que posea las condiciones endógenas necesarias para llevar a cabo un proceso de desarrollo local sostenido.

La creación de estas nuevas instituciones constituye una “revolución silenciosa” tomando las palabras que una vez dijo en la UNM Eugenio Zaffaroni, por su poder para agregar nueva densidad al tejido social, que le permita enriquecer su identidad y ampliar su marco de referencia, contribuyendo a la estrategia común para alcanzar un desarrollo sustentable. Es por ello que suelo remarcar el lugar de la Universidad como “capital social del territorio”, idea que se encuentra presente en todas las experiencias de creación de universidades del siglo XXI. En este sentido, la conformación del Consorcio CONUSUR por 7 universidades hermanas del Conurbano, responden a esta concepción común.

En suma, podriamos decir que la concepcion que anida en la UNM es desarrollar una relación jerarquizada con lo local, que provea una mutua influencia e interacción, donde prevalezca una perspectiva asociada a la inclusión social y el desarrollo local, en el perfil y desarrollo de su oferta académica.

Edificio destinado a los laboratorios de la UNM, próximo a inaugurarse.

¿Las universidades nuevas expresan un nuevo modelo de casa de altos estudios?

En el año 2009 se crearon 6 universidades nacionales que se pusieron en marcha en el año 2010, coincidiendo con el doscientos aniversario del primer gobierno patrio de la Argentina, lo que dio lugar a que fueran reconocidas como las “Universidades del Bicentenario Argentino”. Por entonces, el sistema contaba con 41 universidades públicas y pasó a tener 47; cuatro de las nuevas se radicaron en el Conurbano bonaerense,  que es el área de mayor concentración poblacional del país, una en la provincia de San Luis y otra en la de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Con estas creaciones se logró por primera vez que las 23 provincias argentinas y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires cuenten con al menos 1 Universidad Nacional en su territorio.

Este proceso continuó hasta hoy; por lo que el sistema cuenta actualmente con 57 universidades nacionales y cuatro institutos universitarios, totalizando 61; de manera que 16 de estas 57 son de reciente creación, llegando a representar un 26% de ese total. También merece destacarse que en este momento existen al menos cinco proyectos de ley de creación de nuevas universidades que se encontraban muy avanzados en el proceso legislativo, continuando con este sendero de expansión del sistema público universitario, pero que quedaron sin tratamiento parlamentario al finalizar este año.

Visto en perspectiva, el sistema de educación universitaria público está en constante crecimiento. La cantidad de alumnos de las universidades nacionales entre 2009 y 2019 (último dato) creció un 34% y estas 16 nuevas instituciones reúnen el 6% de esa matricula. Esto explica también un proceso de incremento sostenido del presupuesto público desde 2003 a hoy que, aunque con altibajos se ha mantenido y se proyecta creciente, acercándose con variaciones al 0,8% del PBI de la Argentina desde entonces,  cuando con anterioridad al 2003 rondaba al 0,5%.

En términos presupuestarios, estas 16 universidades nacionales representan el 4,1% de la asignación presupuestaria, lo que demuestra su escasa incidencia en el Presupuesto y por debajo de la media del conjunto, considerando su mayor participación en la matricula.

Un cabal ejemplo de lo que ha significado la creación de universidades nuevas en lo que va de este siglo es el singular indicador de que en todas ellas, más del 90% de sus estudiantes son primera generación de estudiantes universitarios en sus hogares, lo que expresa una expansión neta del sistema y no la redistribución de alumnos. En particular, las de reciente creación en territorios con una muy baja tasa de escolarización superior, permiten apreciar que mas del 70% de su matrícula son los primeros que terminan el nivel secundario en su hogar.

En particular en lo que respecta a la UNM, hoy al cabo de 12 años de existencia, esto también se refleja en sus graduados. El 70% de sus graduados corresponden al primer quintil de ingresos o más bajo, cuando el promedio del sistema refleja que el 70% de los graduados corresponden a los 2 últimos quintiles de ingresos, es decir los mas altos.

Es por todo ello que, en mi opinión, la creación de estas nuevas universidades de última generación, entre las que se incluye la UNM, ha implicado la definitiva consolidación de un cambio en la misión social de la universidad pública. Este cambio nació de una meta constitutiva: lograr que las universidades se asocien estrechamente con los objetivos de desarrollo económico e inclusión social, planteados como horizontes estratégicos de un proyecto local y de país, lo que esta muy presente en el Estatuto, Proyecto Institucional y Plan Estrategico de la UNM.

Si se quiere, lo que se tensiona desde los albores del siglo XX hasta hoy es la tradicional misión social de la Universidad reducida a formar las elites. Las nuevas universidades del siglo XXI también están interpeladas por el conjunto de problemas estructurales del sistema, pero nacieron involucradas en la voluntad de contribuir efectivamente a la profundización de un proyecto de país con desarrollo económico, una democracia participativa con justicia social, una educación de calidad vinculada al desarrollo del conocimiento, de la ciencia y la tecnología y un rol protagónico en el desarrollo local dentro de su jurisdicción de influencia; lo que ha implicado una articulación nueva con la sociedad, con sus sectores productivos y con el Estado, tanto nacional como provincial y municipal.

A modo de conclusión, ¿qué rol cree que tiene que jugar la universidad pública en general y la UNM en particular, en el futuro inmediato?

La creación de instituciones de educación superior es estratégico para el desarrollo de las comunidades, para enriquecer su identidad y para superar la desigualdad y exclusión, como estrategia para alcanzar un desarrollo sustentable del territorio, y del país en su conjunto.

En este sentido, la creacion de universidades se conjuga con un reclamo social histórico: la igualdad de oportunidades. Ahora bien, la generación de oportunidades sin considerar las diferentes necesidades de los grupos excluidos y condiciones de partida en términos de capital cultural, implica la no superación de las desigualdades de fondo para su avance, desarrollo integral y participación social y lo que es peor, agudizar la repitencia, el abandono de estudios y el desaliento, con un alto costo social y económico para el Estado.

En la UNM tenemos muy en claro estas cuestiones, por lo que forma parte de nuestro accionar cotidiano la construccion de estrategias de inclusión social.

El conocimiento (y la educación) es un potente, sino el único medio, capaz y eficaz para lograr la transformación de la realidad que nos toca vivir. En esta lógica, la universidad está llamada a ocupar un rol fundamental en la construcción de la sociedad que merecemos vivir. Pero, no se trata de, apenas, modernizar el sistema de producción y transmisión del conocimiento que supone la maquinaria universitaria para poder lograrlo, sino de formar y formarnos como ciudadanos con pensamiento crítico y autónomo, elementos ínsitos de la institución universitaria misma.

De hecho, en el pasado, las comunidades universitarias asumieron en varias oportunidades estos desafíos, y por mencionar algunos momentos de la historia universitaria argentina, señalo los sucesos de la Reforma del ’18 o el Cordobazo en 1969, ya que la construcción de una sociedad más equitativa en lo político, social y económico es esencial y propio del espíritu universitario. Esto forma parte del ADN de la UNM.

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