Según la Federación Internacional de Diabetes, 1 de cada 11 adultos en el mundo padece ese conjunto de enfermedades crónicas, que consiste en un trastorno metabólico que tiene múltiples causas y se caracteriza por un aumento de azúcar en sangre, con alteración en la transformación de los hidratos de carbono, de los lípidos y las proteínas, debido al déficit de insulina. Según datos de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de Argentina, el 12% de la población tiene diabetes y/o glucemia elevada.
“Hay distintos tipos de diabetes; las más comunes son la diabetes tipo 1, que es una enfermedad obviamente crónica, en donde hay una marcada y progresiva incapacidad del páncreas para poder concretar insulina que es la hormona que le falta a estos pacientes; la diabetes tipo 2 o de adulto, que ocurre cuando hay una insulinorresistencia, esto quiere decir cuando los tejidos del cuerpo no responden a la insulina y el páncreas deja de producirla. Mayormente aparece en los adultos y representa el 90 o 95% de los casos. Y la diabetes gestacional, que es aquella que se diagnostica cuando la mamá está cursando el embarazo”, señala la doctora Susana Borelli, diabetóloga.
“En la mayoría de los países de Occidente la diabetes tipo 1 constituye el 90% de los casos en niños y adolescentes”, afirma Marcela Raggio, médica pediatra especialista en nutrición infantil, que además, tiene un magíster en diabetes y forma parte del comité de pediatría en la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD). En este sentido, dijo que “es fundamental realizar la consulta oportuna con el pediatra ante los síntomas y signos característicos de la diabetes: orinar más de lo habitual (poliuria), tener sed excesiva (polidipsia), cansancio y pérdida de peso. Si la consulta se realiza en forma precoz se evitan formas de inicio graves de la enfermedad como la cetoacidosis diabética, que presenta riesgo de vida para el niño”.
Humberto Solari es de Avellaneda, tiene 47 años y fue diagnosticado con diabetes tipo 1 a la edad de 8. Es insulino dependiente desde ese entonces, luego de haber tenido los síntomas típicos como orinar en gran cantidad, tomar mucho líquido, cansancio y cambios de humor. Esta patología le provocó algunas complicaciones como tener glaucoma en ambos ojos, problemas cardíacos y en 2020 sufrió una amputación bajo rodilla de su pierna izquierda a causa de un dedo gangrenado.
“Hoy día me encuentro bien, gracias a los cuidados y controles periódicos que me realizo ya estoy caminando nuevamente pero con los cuidados pertinentes. La forma por la cual controlo mi diabetes es a través de la insulina. Ahora tengo muy controlado todo, me la aplico una vez al día y después con el tema de los alimentos, trato de comer mucha verdura, también como proteínas, pero básicamente me controlo con el tema verdura y haciendo algún tipo de ejercicio como caminar para quemar azúcares”, expresa Solari.
Uno de los principales pilares para el tratamiento de un paciente diabético es la alimentación, es por eso que el rol de un nutricionista es fundamental a la hora de realizar tratamientos y controles para brindarle las herramientas necesarias. La licenciada en nutrición Mercedes Sada señala que “los pacientes deben llevar un tipo de alimentación saludable y variada, se recomiendan fideos, arroz integral, consumo de legumbres, verduras en ambas comidas, almuerzo y cena, además de opciones de desayunos y meriendas completos y nutritivos, con infusiones, pan integral, quesos descremados y/o frutas, tipos de cocción que no sean frituras. Y la hidratación es fundamental y tener horarios de cada comida”. Y agrega: “Cada plan de alimentación es personal respecto a cada paciente y sus necesidades.
Por su parte, Jorge Medina, vecino de Moreno, tiene 53 años y fue diagnosticado con diabetes tipo 2en 2017. A diferencia de Solari, él no necesita el uso de insulina. En cambio, toma pastillas y trata de comer menos o lo más sano posible todos los días. “No es fácil, son hábitos alimentarios estrictos y diferentes a lo habitual”, remarca y agrega que “tener diabetes me generó tener baja visión, dolores corporales e hipertensión. Descubrí que tenía esta enfermedad jugando con compañeros de trabajo a ver quien tenía menos azúcar en sangre, mi resultado fue 360 cuando lo normal es entre 100 a 125 más o menos”.
Es importante realizarse estudios al menos una vez al año y detectar los síntomas para tratarse inmediatamente la diabetes, ya que no tiene cura y solo se puede regular para no generar otro tipo de complicaciones. La doctora Borelli aconseja que “siempre hay que hacerse los controles anuales para saber si una persona tiene diabetes, más si tiene antecedentes familiares. Cambiar el estilo de vida, hacer actividad física, tener una alimentación saludable, mantener un peso adecuado. Eso retrasa muchas veces la aparición de la diabetes, y obviamente consultar con el médico”. Por su parte, la doctora Sada concluye: “Un mensaje de esperanza que me gustaría dejar es, que siempre estamos a tiempo de mejorar nuestra salud y disfrutar de nuestra vida”.