Nuestro derecho, nuestro lugar, nuestro futuro…

Texto:

Estudiante de Comunicación Social (UNM)

“Cuando uno le da un micrófono a los chicos y a las chicas para que produzcan un discurso les está dando un poder”

Luis Lázzaro es periodista, especialista en Educación, Lenguajes y Medios, asesor de la Vicepresidencia del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) y docente de la materia Derecho a la Comunicación y la Información en la Universidad Nacional de Moreno (UNM). En esta entrevista habla sobre su nuevo libro La radio como mediación pedagógica en la educación.
La nueva obra de Lázzaro se presentó en la UNM. Junto al autor, el vicepresidente el ENACOM, Gustavo López, la coordinadora de la FM REC, Silvina Servedio, y el vicedecano-coordinador de la Licenciatura en Comunicación Social de la UNM, Alejandro Cánepa. Foto: Comunicación Institucional UNM.

El autor, que ya había publicado ensayos como La batalla de la comunicación y Geopolítica de la palabra, presenta el producto de su trabajo de investigación que realizó en el marco de su Maestría en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y que le permitió recuperar sus experiencias en la función pública entre 2001 y 2002, en la promoción de radios rurales y escolares. ANUNM dialogó con Lázzaro sobre qué significa esta publicación para él, sus vivencias personales en los campos de la comunicación y la educación y los desafíos actuales para construir un modelo comunicacional educativo y popular.

¿Qué representa este libro para usted, tanto en lo profesional como en lo personal?

Ha sido la posibilidad de investigar sobre una práctica y sobre una política de Estado que me tocó acompañar en el 2001-2002 de la mano de la gestión del doctor Gustavo López en lo que todavía era el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), que la verdad que abrió un universo inesperado de comunicación a través de la radio en muchísimas escuelas del interior del país. Pero estas escuelas habían empezado a generar situaciones, inclusive mediante estudios de radio e instalación de equipos de transmisión, como fruto de una necesidad que a nosotros nos generaba mucha curiosidad. No era que había un programa puntual del Ministerio de Educación. Se había dado justo en medio de los años ‘90, el sistema educativo había sido transferido a las provincias y nos parecía que había ahí un lugar de intervención de una política pública que se plasmó en el año 2000 a través del Ministerio, con el Comité Federal, que se llamó Radios en Escuelas Rurales y de Frontera. Y a partir de ahí como que el Estado ya tomó un rol más activo en esta idea de vincular a las radios con los procesos educativos.

Todo esto continuó después, yo seguí vinculado a la gestión, me tocó participar de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual en el año 2009 y de procesos posteriores desde la educación y también desde la comunicación que llevaron al Estado a crear ya sí programas más formales, a partir de 2011 en adelante en lo que se conoció como el Programa de Centros de Acción Juvenil (CAJ) en las escuelas secundarias. Entonces ahí empezamos a unir muchas de las primeras escuelas que nosotros habíamos desarrollado en zonas de frontera y en zonas rurales al comienzo con nuevas experiencias de comunicación y todo eso me despertó la inquietud de tener una investigación más sistemática, más científica,  que es lo que finalmente me llevó a hacer ese trabajo para la Maestría en Educación, Lenguajes y Medios de la Universidad de San Martín y después a darle forma en un texto, en un libro que es este que presentamos hace pocos días en la Universidad Nacional de Moreno.

Al comienzo del libro postula que la selección del tema tiene que ver con vivencias personales que tuvo en el campo de la comunicación-educación. ¿Podría nombrar algún caso puntual? 

Sí, te podría comentar varios. Primero nos encontramos, en una de las primeras experiencias, en la frontera oriental de la provincia de Misiones sobre el Río Uruguay, que todos los habitantes de esa localidad no hablaban ni portugués ni castellano sino que hablaban portuñol. Y,  por lo tanto,  nos parecía a nosotros que generar un instrumento de comunicación social desde una escuela que estaba en un paraje agrícola era también un poderoso instrumento de uso de la lengua y de comunicación y efectivamente así fue. En general nosotros sometíamos a la opinión de los chicos y de las chicas la elección del nombre de su radio y acá le pusieron Guacurarí.

En una escuela secundaria en la Isla de Apipé, sobre el Río Paraná, un día los chicos nos plantearon que estaban escribiendo un radioteatro con personajes de la isla, así que nos pareció también una forma bastante ingeniosa de producir un contenido que tenía que ver con su cultura, con su identidad. Otra anécdota interesante es cuando fuimos a la radio que estaba en la zona norte de Chaco, en Puerto Bermejo. Ahí cuando se inauguró la radio todos los pescadores y los artesanos del pueblito hicieron una exposición en la puerta del colegio para que la gente que iba pudiera ver el trabajo local.

En el libro yo tomo como uno de los testimonios relevantes la experiencia de la FM Creciendo Juntos, que está en Moreno. Hay un abanico grande de casos que fueron tomados en cuenta para escribir el trabajo.

En una parte del libro también habla de la importancia del surgimiento de la orientación Comunicación en la secundaria. En su experiencia,  ya como docente universitario de la carrera de Comunicación, ¿tuvo casos en que los estudiantes eligieron su vocación gracias a la experiencia que tuvieron en la secundaria con dicha orientación?

Sí, los tengo este año cursando la materia de Derecho a la Comunicación y la Información, no solo chicos y chicas que han elegido la orientación en Comunicación sino que han hecho prácticas radiofónicas en la radio escolar que yo te menciono, que es esta de la escuela Creciendo Juntos. Y a mí me parece que esto es inscribirlos no solo en el ámbito de la comunicación y la educación al nivel de lo escolar sino en un plano más amplio que tiene que ver con la democratización de la comunicación.

El solo acto de que se constituya un grupo de docentes y alumnos a pensar un contenido, a pensar una programación radiofónica, supone construir un sujeto enunciador y un sujeto destinatario: a quién se le habla, cómo se le habla, qué le vamos a decir.

En un plano similar o paralelo ubicaríamos también lo que son las radios universitarias, como parte también de la constitución de otras voces que pueden participar en el debate público. Así que también apuntamos a que se visualice un sujeto más amplio desde la educación como posible voz que debe participar en los debates culturales, históricos, geográficos, políticos.

Ya que hablamos de la universidad, ¿qué rol cree que ocupa la radio particularmente en el sistema universitario público?

Primero debo decir que tanto las radios universitarias como las escolares y las comunitarias, pero sobre todo las universitarias, fueron parte de una lucha muy importante para democratizar la comunicación, que se dio entre 2004 y 2009 y que terminó con la sanción de la ley. Ahora, desde que la ley se aprobó hasta la actualidad, la cantidad de emisoras universitarias se duplicó. Es decir, hoy tenemos entre 65 y 70 radios universitarias al aire, que la ley les asigna una función, una misión específica que tiene que ver con la difusión de conocimiento: científico, educativo, cultural. También como una política de articulación y de extensión desde las universidades con los territorios donde funcionan y también como un lugar de aprendizaje para los estudiantes, no solo para el aprendizaje empírico sino también para poner los conocimientos y las investigaciones que realizan las y los estudiantes a través de los medios propios de comunicación.

¿Cuáles son, en su experiencia,  los desafíos actuales para construir una comunicación educativa y popular?

Acá hay varias cuestiones que habría que poder charlar. Obviamente que estamos en un contexto post pandemia donde muchas cuestiones están centradas hoy en recuperar cuestiones básicas de la educación como la presencialidad, el contacto directo, el intercambio de contenidos. Dicho esto, también lo que está en el medio del análisis o lo que debería estar, y el libro propone ese debate, es el modelo de comunicación, que es el modelo comunicativo. Esto es, la posibilidad de una pedagogía donde la educación y el conocimiento no solo provengan desde arriba, desde aquel que está investido de una capacidad y de un conocimiento, sino que también esté  en la persona que se va a educar. Eso propone una idea de la educación mucho más horizontal, más dialógica, más participativa.

Y lo mismo podemos decir de la comunicación, es decir, en los modelos clásicos de comunicación y sobre todo en los procesos de concentración que se dieron en los años ‘90, también se impuso un modelo vertical de comunicación desde grandes emporios mediáticos hacia distintas audiencias. Entonces, a mí me parece que la idea acá es que nosotros podamos pensar simultáneamente cómo sumar a ese contexto concentrado de los medios de comunicación otras voces, otras miradas, otros actores, otros intereses.

 Y que también eso tiene un correlato educativo. Cuando uno le da un micrófono a los chicos y a las chicas para que produzcan un discurso les está dando un poder, que es el poder de producir una propia idea y después contarla y utilizar la tecnología para hacerla circular. Y a nosotros nos parece que eso es muy constitutivo del derecho a la comunicación: no solo tener el derecho, poder ejercerlo, poder hablar, poder hacerse escuchar.

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