
Actriz, conductora, politóloga recibida de la UBA, fue candidata a legisladora porteña en por Lista Justa, Libre y Soberana. Carolina Papaleo se posiciona como una voz con peso dentro del mundo del espectáculo y también del análisis social. En esta entrevista, habla sobre la actualidad argentina con especial foco en la industria audiovisual en un contexto de desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
¿Sentís que este desfinanciamiento de la cultura tiene apoyo social?
Lamentablemente, sí. O por lo menos lo tuvo. En las últimas elecciones hubo un respaldo claro a este modelo, a esta famosa “motosierra” de la que el presidente hablaba con orgullo. Y no lo escondió: lo dijo, lo gritó. Entonces, cuando ves que una parte importante de la sociedad vota eso, también tenés que asumir que hay gente que cree que la cultura es un gasto innecesario, que el INCAA, el CONICET, la radio pública, todo eso… sobra.
Eso nos tiene que hacer reflexionar. ¿Cómo llegamos a que parte del pueblo crea que tiene que desaparecer todo lo que no genera ganancia inmediata? ¿Cómo se instaló la idea de que el arte es un privilegio de pocos y no un derecho de todos? Porque lo que está pasando no es solo responsabilidad del gobierno: hay una base social que lo avaló y eso se ve reflejado en las últimas elecciones. Y eso también duele.
Hay una idea de “sálvese quien pueda” que se instaló. Lo que pasa es que muchos no lo creyeron, pero Milei vino con un programa muy claro, con un plan que tiene que ver con recortar, ajustar y romper con las estructuras que él considera obsoletas, y eso está pasando. Sabemos cuál es el modelo de país: va a la motosierra en todos los sentidos.
¿Creés que hay una desprestigio hacia los actores o artistas que expresan una opinión política?
Totalmente. Hay una estigmatización muy fuerte. Si opinás, sos “militante pago”, “acomodado”, “ñoqui”, o te mandan a callar con agresividad.
Ricardo Darín no es una figura que se caracterice por salir a responder, ni por tener una militancia partidaria. Dijo algo con criterio, con respeto, y aún así lo salieron a destrozar. Si a Darín, con la trayectoria y el respeto que tiene, lo tratan así por opinar… ¿qué queda para el resto? Estamos viviendo un momento de intolerancia total, donde si no repetís el discurso oficial sos enemigo.
¿Y qué opinás sobre la situación del INCAA, que no produce películas hace más de un año?
Es gravísimo. El INCAA no es solo una oficina: es la columna vertebral de nuestra industria audiovisual. Todo lo que se conoce de Argentina hoy en día es por el cine. Y lo más doloroso es que se instaló esta idea de que el INCAA es un gasto, algo prescindible. Cuando no contamos nuestras historias, otros las cuentan por nosotros, y desde su mirada. Además, ¿sabés lo que significa para un país no tener producción audiovisual? Es como quedarte sin voz.
El hecho de que no se haya producido ni una película en más de un año habla de un vaciamiento intencional. Están dejando morir al cine argentino por inacción. Y eso no solo ataca al arte, sino también al futuro. El cine argentino no sólo ganó premios y recorrió festivales internacionales, el cine es una identidad y una memoria
¿Cómo analizas el lugar que ocupa la cultura en el modelo de país que se está proponiendo?
Mirá, si hay algo que queda claro en este modelo de país que se está proponiendo, es que la cultura no es prioridad. Porque cuando se ataca a la cultura, no se está achicando un gasto. En una democracia, es peligrosísimo. Si no hay cultura, no hay crítica, no hay futuro y no hay representación nacional de quiénes somos ni cuál es nuestra historia. Este modelo, con su motosierra y su desprecio por lo simbólico, lo que hace es apagar esas luces. Te vacía los teatros, te cierra los centros culturales, te deja sin cine, sin identidad.
¿Creés que hay una resistencia a la motosierra o que haya un cambio de paradigma a partir de “El Eternauta”, que a pesar de no ser una producción específicamente financiada por el INCAA muchas de las personas que están detrás se han formado y apoyan la financiación del Estado a la producción audiovisual nacional.
Mirá: “El Eternauta” es distinto porque pertenece a una plataforma. Hay películas que ganaron el Oscar como “El secreto de sus ojos” que están hechas por el INCAA y hay resistencia, claro que la hay. Pero también es cierto que esa resistencia está fragmentada, porque los resultados de las elecciones mostraron un apoyo importante a este modelo. No se puede negar. Mucha gente votó con bronca, con esperanza de cambio, o simplemente cansada del pasado. Pero eso no significa que no haya un sector que esté diciendo: “Hasta acá, con esto no”. Se ve en la calle, en las redes, en las marchas y en los que todavía apuestan al arte.
Porque cuando se tocan derechos, cuando se apaga la cultura, cuando se vacía la esperanza, siempre hay una parte del pueblo que se levanta.


