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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Clubes de barrio y economía: ¿cómo resisten?

Los aumentos de tarifas y el empobrecimiento de la población castiga a muchas instituciones deportivas barriales. ¿Cómo afrontan los gastos? Los casos de Defensores de Belgrano y de la Sociedad de Fomento 10 de Agosto, de Morón, y del Nolting, de Ciudadela.
Defensores de Belgrano, en Moreno Sur, facilitó sus instalaciones durante la pandemia para abrir un comedor.

En cada rincón de Argentina, los clubes de barrio son mucho más que espacios recreativos: son el primer escenario donde nacen los sueños de miles de niños y niñas que aspiran a ser grandes deportistas y un lugar de pertenencia para generaciones de vecinos. Desde estos clubes, que operan en condiciones modestas, pero con un espíritu inquebrantable, surgieron figuras que llegaron a representar al país en todo el planeta, como los campeones del mundo que tanto conocemos. Pero, más allá de sus logros deportivos, los clubes de barrio son el corazón de sus comunidades, aquí se construyen amistades, se forman historias de vida y se tejen lazos que muchas veces atraviesan generaciones.

A lo largo de los años y los contextos políticos los clubes sufrieron un sinfín de olas de crisis, que ponen a prueba a dichas entidades en su capacidad de seguir siendo un refugio para sus comunidades. Hoy no es la excepción y aunque estos clubes enfrentan un contexto socioeconómico complicado, buscan mantenerse de pie mediante actividades deportivas y recreativas para ser un espacio de contención social y de solidaridad donde los vecinos de cada barrio encuentren un lugar y nadie quede afuera.

José Luis del Hoyo, integrante de la comisión directiva del Club y Sociedad de Fomento 10 de agosto en el barrio de Morón Sur, explica cómo la entidad se sostiene en medio de las dificultades económicas. “Las fuentes de ingreso son las cuotas sociales, que hasta el mes pasado fueron de $700 y ahora son de $1000, y con eso solventamos las actividades mínimas, porque la luz y el gas los paga el municipio”, señala. Esta ayuda resulta esencial para que puedan mantenerse. “Si no fuera por la ayuda del municipio, las tarifas serían impagables y el club no podría seguir con sus gastos básicos”, agrega.

El Nolting, de Ciudadale, sufrió aumentos muy duros en las tarifas de servicios. “No nos sobra nada”, reconoce su secretario, Jorge Philippini, aunque asegura que sobrellevan la época “gracias a una buena administración”.

Por otro lado, Jorge Philippini, secretario del club Nolting en Ciudadela, también comparte su experiencia en este panorama. “Los aumentos en los servicios fueron muy fuertes; para afrontarlos, tuvimos que ajustar los valores de las cuotas sociales, actividades y demás ingresos,” explica. Este ajuste, aunque necesario, ha llevado a implementar becas para aquellos chicos que enfrentan dificultades a la hora de costear las nuevas tarifas. “A pesar de los desafíos económicos, el club ha logrado mantener su masa societaria y las actividades funcionan al 100%,” asegura Jorge. “No nos sobra nada, pero lo estamos manejando gracias a una buena administración.”

El contexto económico actual afecta no solo a los clubes de barrio, sino también a las diversas organizaciones comunitarias que operan en la región. Silvio Hernán, subsecretario de Organizaciones Comunitarias en el municipio de Morón, explica: “En este contexto se ve muy complicado tanto a los clubes como el resto de las organizaciones en general. Sobre todo, por el aumento excesivo de los servicios básicos, esto hace que comiencen a realizar diferentes tipos de eventos para recaudar fondos y así poder pagar y que las empresas no les corten dichos servicios.”

Este panorama pone de manifiesto la importancia de la solidaridad y la creatividad en la búsqueda de recursos. Muchos clubes han comenzado a organizar eventos como rifas, torneos y ferias para generar ingresos adicionales y mitigar el impacto de los costos crecientes. Estas iniciativas no solo ayudan a cubrir gastos, sino que también fortalecen el sentido de comunidad, permitiendo que los vecinos se unan en apoyo a sus instituciones locales.

“El club es un espacio importante para compartir en familia, establecer lazos de amistad. Nosotros siempre decimos que un nuevo chico en el club es un chico menos en la calle. Eso nos parece un lema importante dentro del club”, afirma Jorge Philippini. Durante la pandemia, el club funcionó como comedor y merendero, brindando apoyo a las familias más necesitadas. Actualmente, aunque no opera en esa capacidad, continúa su compromiso con la comunidad a través del proyecto “Nolting Solidario”. Este programa organiza diversas actividades benéficas a lo largo del año en colaboración con el comedor del barrio, como la distribución de juguetes y la preparación de cajas navideñas.

La importancia de los clubes de barrio también se refleja en su capacidad para abrir las puertas a la comunidad en momentos de necesidad. Un claro ejemplo es el Club Defensores de Belgrano en Morón Sur, que ha abierto sus puertas a quienes organizan comedores y merenderos para ayudar a los más necesitados. “La experiencia que yo tuve como colaboradora del comedor que funcionaba en el club fue muy positiva. Aunque el club no organizaba el comedor o el merendero, sí prestaba el espacio y abría sus puertas a la comunidad para quienes se encargaban de organizar los alimentos para la gente carenciada del barrio”, comparte Irma Vázquez, una vecina del barrio Ibáñez.

A pesar de que la ayuda del municipio es fundamental, hay épocas en las que esta colaboración se reduce, obligando a los organizadores a recurrir a donaciones de comercios locales y a la solidaridad de los vecinos. “El club aloja a la comunidad, y si tiene que hacerlo para garantizar que no falte un plato de comida o leche, o incluso apoyo escolar, lo hace. Aunque en este momento el comedor y merendero no están funcionando en el club, siguen operando en el barrio, y esos chicos son los mismos que después asisten al club, por lo que siempre pueden estar contenidos”, agrega.

“Sé que no es fácil para las familias y para los chicos que visitan el club porque los conozco, pagar la cuota es un gasto más y en definitiva muchos de ellos no pueden hacerlo, es ahí cuando muchas veces el club busca la manera de hacer que esos chicos no se vayan aunque no puedan pagar la cuota. Les dan plazos de pago distintos, los alojan, buscan mantenerlos porque sino no tienen donde dejar a los nenes, es importantísimo que los clubes tengan esa política de inclusión porque de no ser así estarían todos los nenes en la calle”, afirma Irma, resaltando la importancia del apoyo que los clubes ofrecen a las familias más vulnerables.

El secretario general de la Confederación Argentina de Clubes de Barrio, Daniel Pacin, ha expresado su preocupación por la política tarifaria del Gobierno nacional, indicando que las instituciones están siendo “agobiadas económicamente”. En este sentido, enfatizó que el deporte social se encuentra en riesgo debido a un conjunto de factores, entre ellos, el aumento de tarifas y la problemática relacionada con las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Este Gobierno parece atacar todo lo que genere un sentido de pertenencia en la comunidad”, había afirmado Pacin en una reciente entrevista en el programa de “Branca de vuelta” en la 750.

El dirigente comparó la situación actual con la vivida en 2016, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando las instituciones contaban con una mayor estabilidad financiera, lo que les permitía sostener su funcionamiento. “Hoy, la discusión sobre la privatización de clubes se suma a la crisis económica. Imagina que, al transformar un club de barrio en una entidad privada, los costos de actividades como el patín, que hoy son de 8 mil pesos, podrían elevarse a 50 mil”, advirtió Pacin, planteando un escenario preocupante para la sociedad.

A medida que los clubes de barrio luchan por sobrevivir, su importancia como espacios de inclusión y contención social se hace cada vez más evidente. Estos lugares son el reflejo de una comunidad unida, donde el esfuerzo conjunto de vecinos, directivos y organizaciones se convierte en un faro de esperanza en tiempos difíciles. La historia de los clubes de barrio es una historia de resiliencia, solidaridad y compromiso con el bienestar de las comunidades que representan. En este contexto, es vital que tanto la sociedad como el Estado reconozcan y apoyen el rol esencial que juegan estos clubes, asegurando que sigan siendo un pilar fundamental en la vida de los argentinos.

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