
“Para nosotros filmar en nuestro país se vuelve aún más complejo teniendo en cuenta los cambios constantes en la moneda. La inflación, o los cambios de cualquier índole económica, nos golpean primeramente a nivel personal y por consiguiente en distintas áreas de nuestras vidas. Quien no puede cubrir ciertas necesidades básicas; a la hora de producir, va a estar ajustado también a hacerlo con ciertas ‘deficiencias’. Los costos que son elevados para nosotros, para una productora extranjera quizás por el contrario, no representa incluso más que un beneficio.”, mencionó Nicolás Cáceres, director del film “Después del alma” y docente del Polo Audiovisual de Merlo.
“Después del alma”: aborda temáticas sensibles, como el trastorno de estrés postraumático en veteranos de la guerra de Malvinas, desde la perspectiva de un hijo. Situada en el presente, la película explora las secuelas de la guerra en las familias, destacando la lucha de un veterano contra la adicción y su intento de recuperar el vínculo con su hijo. Con elementos cómicos, románticos, dramáticos y reflexivos, invita a repensar la vida como una serie de segundas oportunidades.
Argentina fue pionera en la industria cinematográfica en Latinoamérica. Ha recibido numerosos premios internacionales, incluyendo dos premios Oscar a Mejor Película Extranjera por “La historia oficial” (1985) y “El secreto de sus ojos” (2009). Este reconocimiento ha ayudado a posicionar al cine argentino en el mapa global. La industria cinematográfica es un sector importante de la economía argentina. Genera miles de empleos y contribuye significativamente al PIB del país. Además, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) juega un papel crucial en el apoyo y promoción de la producción local.
El cine argentino es conocido por su diversidad y creatividad. Películas como “Nueve Reinas” o “Relatos Salvajes” han demostrado la capacidad de los cineastas argentinos para contar historias originales y cautivadoras. “Una película de alto presupuesto estará rondando los 100.000 dólares al día de hoy. Es muy difícil respetar un presupuesto desde el inicio, desde la pre hasta la postproducción. Tenés una idea de lo que puede salir, pero nunca el exacto, y casi siempre es más de lo que tenías planeado, o mucho más incluso. Se complica porque llegás a la postproducción con el presupuesto muy reducido” dijo Daniel González, productor audiovisual. También mencionó que una de las estrategias que utilizan es tratar de conseguir canjes para poder bajar el costo, sea en catering, ropa, o incluso equipos en alquiler.
Cáceres explicó que “el desafío principal es gestionar el presupuesto, independientemente de su tamaño, similar a una familia o un pequeño negocio. Se debe racionar el capital mensual para cubrir pagos necesarios y prioritarios, y luego aquellos que permiten trabajar más cómodamente. Nunca se dispone de un sobrante que permita actuar con total libertad. Siempre contamos con una calculadora al lado y la habilidad de adaptarnos para hacer bien las cosas con lo que se tiene”.
Además destacó un aspecto crucial en las producciones: contar con amigos del medio que, más allá de las cifras, valoren el aspecto humano de cada proyecto y se involucren, incluso si no obtienen el mismo rédito económico que en producciones más grandes. “El desafío es equilibrar los tiempos humanos y económicos, y lograr que los actores se comprometan con las historias que queremos contar”, señaló Cáceres.

Etapas del cine nacional
El cine ha sido un reflejo de la sociedad y la política del país, capturando momentos cruciales de su historia. Desde la etapa muda hasta el “Nuevo Cine Argentino”, las películas han contado historias locales con una perspectiva única.
“Desde la década de los ’20 hasta los ’50, Argentina transitó la edad de oro del cine nacional, en donde el cine argentino se estaba constituyendo como una industria fuerte, casi como el cine de Hollywood de ese entonces,” explicó Nahuel Almirón, auxiliar-docente de Estructuras Narrativas Audiovisuales de la Universidad Nacional de Moreno y parte de la productora independiente Magoya Cine. Además, consideró que después del considerado primer cine argentino (1950-1970), una época atravesada por el inicio de las dictaduras en Latinoamérica, “los directores de esa época se preguntaron: ‘¿por qué no empezamos a contar lo que nos está pasando?’, influenciados por el cine de huelga del realismo italiano.”
A mediados de los años 90, surgió el Nuevo Cine Argentino (NCA) y marcó un quiebre significativo con respecto al cine argentino de las décadas anteriores. Este movimiento se caracterizó por su estilo realista y su enfoque en las transformaciones sociales de la época. Un ejemplo icónico de este movimiento es “Pizza, birra, faso” (1998), dirigida por Bruno Stagnaro e Israel Adrián Caetano, que retrata la vida de jóvenes marginales en Buenos Aires.
Cine y cultura
El cine argentino es uno de mucha resistencia, de mucho trabajo, y veces muy independiente. Por lo tanto, un equipo chico termina haciendo un montón de cosas, y después esas personas que se destacan son buscadas o ganan premios en el exterior. “Es fundamental, a través del cine se conoce las características, rasgos, diversidades, paisajes, idiosincrasias de un país, sino pensemos por qué conocemos tanto de EE.UU sin haber ido allí.”, mencionó González.
Por su parte, Almirón explicó: “No quiero caer en la respuesta típica de que el cine comunica las historias que les pasan a las sociedades, porque no sé si es tan así. Creo que nuestros directores encuentran inspiración en las condiciones en las que viven, y esas historias que cuentan son muy argentinas. ‘Los Simuladores’ es un ejemplo de algo muy argentino, al igual que ‘Relatos Salvajes’”.
En cuanto al financiamiento para las producciones nacionales, Cácees comentó:“El tipo de financiación siempre es acorde al tipo de producción. En una producción comercial, se ven implicadas distintas productoras, distribuidoras e incluso varios productores ejecutivos. El cine es un comercio muy grande y amplio en el que pueden involucrarse muchos sujetos económicos”,.
Asimismo, explicó que el financiamiento en producciones independientes puede ser aún más variado, generalmente desde un lugar autogestivo, con productores asociados, pequeñas empresas y marcas que ofician de sponsors. Además, los directores suelen ser también sus propios productores.
“El desafío es conseguir financiamiento, conseguir sponsors, marcas que apoyen, y una vez que esté el producto terminado, conseguir pantallas. Cuando se estrena una película extranjera, ¡casi no hay pantallas!”, resaltó González.
¿Y el rol del Estado?
El INCAA ha pasado por varios cambios significativos este año. Bajo el gobierno de Javier Milei, ha sido objeto de una reestructuración importante. Se han implementado ajustes presupuestarios y reducciones en la planta de empleados, lo que ha afectado a muchas familias. Además, se han modificado las reglas de entrega de subsidios, priorizando la “calidad” y la recuperación de fondos.
Según el gobierno, estos cambios buscan optimizar el uso de fondos públicos destinados al cine. Estos cambios han generado diversas opiniones. Mientras algunos ven esto como una medida necesaria para garantizar la eficiencia y la calidad en la producción cinematográfica, otros temen que pueda limitar la creatividad y la diversidad de las producciones.
“Empecemos por el hecho de que a una productora independiente siempre le costó hacer la carpeta para competir por un subsidio del INCAA, por la cantidad de requisitos que pedían, casi siempre las grandes productoras, como por ejemplo: Polka, eran las adjudicatarias. Para largometrajes hablo, para documentales o cortos sí era más sencillo. De todos modos, cualquier tipo de ayuda es mejor que ninguna. La situación actual es de total abandono por el Estado nacional. Pero en la provincia de Buenos Aires es distinto porque el Instituto Cultural de la Provincia sí se está ocupando de los cineastas para ayudarlos con financiamiento y distintos programas de difusión”, explicó González.
A modo de cierre
“Una obra puede tener un despliegue audiovisual increíble, contar con los mejores equipos y un presupuesto amplio, pero si no se tiene una buena historia, todo eso pierde valor. Esto me quedó claro recientemente cuando asistí al 39º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Vi muchas películas con una imagen y fotografía impresionantes, pero cuyas historias no decían nada”, menciona Nahuel Almirón. Y agregó: “El cine, en esencia, es narrar algo, contar una historia. Cuando voy al cine y pagó una entrada, o elijo una película en el catálogo de una plataforma, quiero ver una historia. Quiero que me cuenten algo apasionante, intrigante, una historia que me cautive”.