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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Científicas argentinas hallan un prometedor tratamiento contra la leishmaniasis cutánea

Investigadoras del Instituto de Investigación Médica Mercedes y Martín Ferreyra, de la provincia de Córdoba, crearon un prototipo de fármaco cremoso que permitirá curar esta enfermedad parasitaria en 21 días. De pasar a la siguiente fase se postula como una alternativa a otras terapias con preocupantes efectos adversos.
Las lesiones en la piel son una característica de la enfermedad.

Las científicas hallaron un nuevo tratamiento tópico para la leishmaniasis cutánea. Esta afección endémica alcanza a más de 90 países, la padecen alrededor de 15 millones de personas y su radio de acción llega al noroeste argentino. Los tratamientos existentes hasta el momento resultaban invasivos y con fuertes efectos adversos, entre ellos, la posibilidad de causar defectos congénitos. ¿Qué dicen las investigadoras? ¿Qué sucede en Argentina?

Estigmas

La leishmaniasis cutánea es una enfermedad tropical de tipo vectorial, transmitida principalmente por el flebotomo Lutzomyia, un insecto similar a un mosquito. La picadura introduce un parásito que provoca laceraciones en la piel, dejando visibles cicatrices en zonas como el rostro, piernas y brazos. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) no existen tratamientos de fácil acceso, sobre todo, en las zonas pobres que son las más afectadas. Esta enfermedad, dice la OPS, es estigmatizante ya que, debido a las cicatrices que deja, muchos de quienes la padecen se cubren con pañuelos el rostro.

Las investigadoras utilizaron un modelo de prueba a partir de ratones de laboratorio, los cuales fueron inoculados con el protozoario del tipo Leishmania amazonensis (parásito que provoca la leshmaniasis). Sobre las laceraciones, producto del accionar de los amastigotes (una fase del ciclo del protozoario), se aplicó el tratamiento tópico con excelentes  resultados.  En un transcurso de 21 días se eliminaron los amastigotes, las heridas sanaron, la piel se regeneró sin dejar cicatrices y volvió a crecer el pelo.

El proyecto propuesto y dirigido por la doctora en Ciencias Químicas Dolores Carrer, nace al conocer esta enfermedad desatendida de la cual existe poca investigación y afecta a 20 países latinoamericanos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) las enfermedades desatendidas u olvidadas (EID) son aquellas trasmitidas por vectores que afectan las zonas más empobrecidas y con difícil acceso a la salud. Este trabajo contó con el apoyo de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba (SeCyT) y tuvo financiación de la Fundación Bunge y Born.

La miltefosina es el ingrediente principal del tratamiento de toma oral aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA)  para los casos de leishmaniasis. Los pacientes tratados con la farmacoterapia existente (inyecciones y pastillas) deben ser monitoreados debido a la alta toxicidad en el organismo que conlleva un riesgo renal y hepático. Estas circunstancias hacen del tratamiento algo costoso, dependiente de personal médico calificado para la administración y control. La propuesta del grupo de investigadoras argentinas es una formulación tópica, es decir, una crema  autoadministrada. Al tratarse del uso externo del fármaco se elimina el factor de la toxicidad, volviendo este tratamiento una opción, en principio, más segura y económica.

Dolores Carrer, la principal investigadora del proyecto, cuenta que el hallazgo de la proporción correcta la miltefosina para la formulación fue “de carambola”. Otros investigadores habían intentado el uso de la miltefosina de manera tópica con proporciones entre un 4% y un 6%. Esta proporción irritaba la piel, por lo cual se descartó la opción.

Tras un cierto periodo de ensayo y error se llegó a la proporción exitosa del 0,5% de miltefosina en un soporte de tipo cremoso a base de liposomas. Según cuenta Carrer, “los liposomas permiten una mayor permeabilidad de la piel para la rápida absorción y acción del fármaco”. Ella tenía experiencia en farmacología y piel, había trabajado en Alemania con liposomas. Esta formación le permitió pensar en la problemática desde esa perspectiva.   

El paper publicado por las investigadoras se titula La eficacia de las formulaciones tópicas de miltefosina en un modelo experimental de leishmaniasis cutánea, es la tesis doctoral en Ciencias Químicas de Florencia Peralta, a quien dirigió Carrer. En conversación con Peralta,  explica que “este proyecto específico recibió en 2015 la suma de 200.000 pesos por parte de la Fundación Bunge y Born y de la. SeCyT”. 

Respecto a si es un tratamiento económico y accesible, cada investigadora aportó su mirada. Para Peralta el tratamiento podría ser económico porque la “formulación es sencilla de fabricar y no requiere gran tecnología”. Esto concuerda con las conclusiones que se leen en el informe final publicado.

Por su parte, Carrer advierte sobre ciertas dificultades. Por un lado, el fármaco miltefosina es producido solamente por dos empresas: una en Canadá y otra en Alemania. Para el trabajo en laboratorio el grupo de investigadoras pudo acceder a un tipo de miltefosina para uso académico, suministrada por Merck Sharp & Dohme, con un costo de 700 dólares cada 500 miligramos. El problema del acceso a esta droga fundamental para la formulación hace que aún no se pueda hablar de fácil acceso, ni tampoco de fácil producción.

Respecto a la producción de esta droga, continúa Carrer, estuvo en comunicación con la DNDi (Drugs for Neglected Diseases initiative), una iniciativa paralela a Médicos sin Fronteras focalizada en obtener medicamentos para enfermedades desatendidas. Hubo un proyecto de fabricar la molécula del fármaco en la India que finalmente no prosperó.  

Otra dificultad con la que se encontraron es que, según las leyes argentinas, no es posible patentar reformulaciones. El proceso de intentar patentar la fórmula hallada les hizo demorar dos años en la publicación del paper. Tras publicar se encontraron con que un grupo de investigadores en Irán y otro en Colombia, habían llegado también a la proporción del 0, 5 % de miltefosina para los tratamientos de tipo tópico.

, Más allá de la patente. lo importante son los resultados favorables del experimento; tanto Dolores Carrer como Florencia Peralta concuerdan que es posible continuar con la fase clínica, es decir, probar la formulación con humanos. Esta fase es fundamental ya que hay una diferencia en el grosor de la piel de los ratones que puede variar la penetración del fármaco. La piel de los humanos es más gruesa por lo cual es posible que deba hacerse algún reajuste en la propuesta final del tratamiento tópico.

Enfermedades vectoriales en Argentina

En 2008 se publicó un documento sobre leishmaniasis cutánea a cargo de la Asociación Argentina de Dermatología. Este texto es la mayor referencia sobre la situación epidemiológica del noroeste argentino (NOA).   En él se reiteran los dichos de la Organización Mundial de la Salud y OPS, que establecen a la leishmaniasis cutánea como una “enfermedad olvidada” que afecta a los más pobres.

El documento alerta sobre este problema de salud pública que le significa un alto gasto de recursos al sistema sanitario, Según Fernando Raibenberg, coordinador vicedecano de la Licenciatura en Biotecnología de la Universidad Nacional de Moreno, las enfermedades de tipo vectorial varían dependiendo el tipo de vector (flebotomos, mosquitos, moscas) y según si son un virus o un protozoario. En el caso de las enfermedades que él investiga, la chikungunya, el dengue y el zika, se tratan de virus transmitidos por el mosquito Aedes aegypti. Estas enfermedades, si bien son más conocidas que la leshmaniasis, no son consideradas endémicas en Buenos Aires. “Hay brotes periódicos en el verano”, comenta, y agrega: “En el Brasil, por ejemplo, la enfermedad se da todo el año”.

En el caso de la leshmaniasis estamos frente a una enfermedad endémica del norte argentino que, según aclara Raibenberg, parte de un “protozoario flagelado” (con apariencia bajo el microscopio de tener una cola, como el espermatozoide) transmitido por un flebótomo. El biotecnólogo advierte: “El problema que tienen estos insectos es que el mosquito posee un característico zumbido… en cambio, al flebótomo no se lo escucha”.  

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