
“La era de la desinformación. El papel de la educación y de los medios de comunicación”, fue el título del conversatorio que tuvo como objetivos sensibilizar sobre la naturaleza y los efectos de la desinformación en la sociedad y su impacto en la democracia, la polarización social y la confianza en la información pública; y promover el rol de la comunicación social y la educación como herramientas fundamentales para la alfabetización mediática e informacional. La actividad tuvo como expositores a Irina Sternik -periodista especialista en Tecnología e Inteligencia Artificial-, Matías Di Santi -director periodístico de Chequeado-, Horacio Embón -periodista- y Pablo Narvaja -docente e investigador de UNM y director académico del Centro de Estudios de Educación. El encuentro fue moderado por Alejandro Cánepa, coordinador-vicedecano de la Licenciatura en Comunicación Social.
La primera pregunta del moderador hizo referencia al estado de situación actual de la desinformación y el desafío que plantea la Inteligencia Artificial (IA) en el marco argentino. Sternik, que dirige el newsletter LadoBNews, comenzó su participación comentando sobre el rol de la desinformación, el bait y clickbait: “Desde que llegó Internet estamos expuestos a diferentes desinformaciones y hoy, en la era de la inteligencia artificial, mucho más. No sabemos qué es verdad y qué no, hoy ya dudamos de las noticias verdaderas”.
Luego, se refirió a la necesidad de tener alfabetización mediática y de educar para no caer en la trampa “Las noticias falsas son más poderosas y circulan mucho más rápido que las verdaderas. El bait es una trampa para que vos reacciones y te indignes, es una información que no existe, es un chiste. Hoy todo el contenido en X es bait. Las plataformas tienen que poner límites y los gobiernos tienen que regular, nosotros tenemos que estar educados para no caer en la trampa y la herramienta es chequear”, explicó.
Continuó haciendo mención al rol de los mensajes mediáticos: “No te pueden convencer pero sí pueden reforzar lo que la gente ya cree. Estamos predispuestos para que confirmen nuestro sesgo”. En ese sentido, Di Santi comentó: “vemos que la desinformación es un fenómeno muy complejo porque involucra a nuestro cerebro. Leemos con la óptica de nuestro sesgo, determinado por el lugar donde nacimos, por lo que estudiamos, por el trabajo que nos gusta hacer y lo que nos llega a nuestro teléfono -ya sea una imagen, una cadena, un video-, lo confirma y lo compartimos sin dudar. Estamos luchando contra eso”.
Di Santi, desde su rol, comentó la función de la organización que dirige periodisticamente: “Chequeado se dedica a ayudar a que las personas tomen decisiones informadas en su día a día y lo hacemos a partir de aportar información verificada, con educación y tecnología cívica, es decir, desarrollar herramientas que nos permitan entender mejor el día a día”.
Con respecto al uso de la IA, explicó que, en todos los casos, tiene que ser con supervisión de un ser humano: “Puede ser utilizada con fines de eficiencia pero también puede ser un riesgo, porque si podemos crear una imagen o un video de una forma muy fácil, todo se vuelve relativo. Las nuevas generaciones dieron la vuelta y no creen en nada, salvo que uno le demuestre que algo es verdadero. Entramos en un periodo donde todo es relativo y es un problema”.
Al respecto, explicó que la dificultad no es solo en cuanto a lo mediático, sino que también interviene en todos los ámbitos de la vida donde muchas de las interacciones entre los seres humanos están determinadas por argumentos o por pruebas: “No solo es desmentir una foto falsa o un video falso. Es un problema cuando nos pongan una multa y la prueba será imagen de una cámara en la autopista o cuando nos hagan una denuncia y la prueba será la captura de un chat”, sentenció.
Por último, reflexionó sobre la imposibilidad de pedirle a la sociedad que, en su día a día, haga una investigación para confirmar todo tipo de información: “La tecnología cívica es el único camino que nos va a permitir luchar contra la desinformación y que no tomemos decisiones en base a engaños y estafas”.
Embón hizo su participación mencionando la enorme responsabilidad que supone reflexionar sobre la comunicación cotidiana, sobre cómo contamos noticias y relatamos información. Sobre todo, en tiempos tan contradictorios: “La realidad se cruza frente a verdades incontrastables. Ya no hay motosierras que basten, ahora es la verdad la que juega, es muy difícil esconderla. Ya no comemos vidrio como sociedad”, comentó.
Narvaja, por último, hizo referencia a la desinformación desde el aspecto cultural y comentó que tiene tres dimensiones: la creatividad inmanente de una sociedad, la reproducción de la cultura y la educación. “¿Qué pasa cuando uno de esos elementos transmite desinformación?”, se preguntó y explicó los tres aspectos en los que la escuela contribuye a la desinformación.
En principio, la escuela crea una reproducción del mundo y reproduce una representación del mundo que está creada desde otro lado: “Lo propio se vuelve lejano y lo lejano se vuelve cercano. Ahí se crea una jerarquía, lo lejano es superior y lo nuestro pasa a ser exótico, extranjero, raro o poco familiar. Esto es imposición cultural: vemos el mundo con los ojos de los otros y la desinformación es, en definitiva, la herramienta que forma hombres a través de la educación”, aseguró Narvaja.
Luego, comentó que en la escuela se presencia una sobreabundancia de datos y de conocimiento inerte -información memorizada que no se comprende ni se puede aplicar en situaciones prácticas o nuevas- y que desemboca en el aprendizaje superficial: “La desinformación nos lleva a una cierta docilidad y pasividad ante lo que hoy es un requerimiento fuerte: la capacidad de chequear información, de reconocer falsedades. Las habilidades de procesamiento de información profunda están descuidadas en la escuela”, criticó.
Y, por último, mencionó a la invisibilización de procesos como otra herramienta que contribuye a la desinformación: “La escuela naturaliza procesos a través del uso de sustantivos o frases. Eso es el peor resultado de la lucha por la verdad y el avance de la desinformación en una escuela que no estaría del todo atenta a estos fenómenos que ella misma transmite”.


