
Carballeda es doctor en Servicio Social (UBA) e investigador y docente de la Universidad Nacional de la Plata. A lo largo de su carrera ha contribuido al campo de las Ciencias Sociales a través de la publicación de innumerables artículos académicos y libros de su autoría como La intervención en lo social como proceso: una aproximación metodológica. Además se ha desempeñado como asesor en el planeamiento de políticas públicas y en el ámbito de la salud. Profesor emérito de la UNM, Carballeda explica en esta entrevista los posibles caminos para actuar frente al presente e identifica cuáles son las principales problemáticas sociales.
¿Cuál es su mirada sobre la realidad social actual?
La realidad actual es muy compleja, hay un gobierno que está generando una política que, en mi opinión, está produciendo una fuerte fragmentación social y una gran desigualdad. Eso trae nuevas expresiones de padecimiento. Este plan económico ya se llevó adelante y fracasó en las distintas oportunidades.
Recientemente en una entrevista usted dijo que “hay una naturalización de la desigualdad”. ¿Puede profundizar esa afirmación?
Naturalmente se va aceptando determinada condición de vida, se va aceptando que bajen el salario y que no tengamos derechos laborales, que se trabaje demás. Hay una aceptación progresiva que se va naturalizando y va apareciendo como algo normal. Esto tiene que ver también con los cambios de época y la construcción de nuevas subjetividades.
En esta naturalización de la desigualdad que menciona, ¿en qué lugar queda la justicia social?
La justicia social está siempre ahí, latente, a punto de aparecer. El tema es que está a la expectativa de que se generen determinadas circunstancias y cambios en la sociedad como para volver a aparecer. El concepto de justicia social tiene que ver con los derechos sociales que la humanidad tuvo, principalmente, en el siglo XX y que fueron cercenados, en el caso de nuestro país, a partir del golpe del `55 y de la dictadura cívico militar del `76.
En mi opinión hay una cuestión de latencia con respecto al concepto de justicia social, está en la memoria colectiva. Yo apuesto a que eso se debe recuperar, la intervención social y las políticas públicas.
¿Qué implica pensar lo social en términos de intervención?
Implica pensarla como una transformación, que puede ser una micro transformación, de índole territorial, en lo cotidiano, o una macro transformación social a través de políticas públicas.
Actualmente no veo políticas públicas en el plano social que busquen la integración de la sociedad, sino más bien veo desintegración social, donde generan competencia y una idea de meritocracia a la que solamente pueden llegar aquellos que se esfuerzan, lo cual es matemáticamente imposible que ocurra. Entonces lo que veo es la aplicación de medidas alocadas desde el punto de vista económico, donde siguen las ideas de autores como Hayek, gente que tiene carreras académicas bastante pobres.
“La mejor forma de comprender la realidad es interviniendo en ella”. ¿Cuál cree que es la mejor forma de intervenir frente a este panorama de fragilidad social e incertidumbre?
En este momento la mejor forma de intervenir tiene que ver con la organización popular, los movimientos sociales y los sujetos colectivos. Es importante la intervención en el día a día, por ejemplo todo lo que hacen los curas villeros, los hogares de Cristo. Se trata de estar ahí donde están los problemas sociales y los padecimientos. Desde allí se puede lograr una transformación. Por lo que conozco podría decir que hay un lento fortalecimiento de los sujetos colectivos en nuestro país. Argentina tiene una larguísima tradición de movimientos sociales, no es una cosa de los `90. En nuestro país siempre hubo formas de expresión del sujeto colectivo desde el siglo XIX, con los primeros sindicatos anarco capitalistas.
Cuando el Estado no responde lo que queda es la organización popular y los sujetos colectivos.
¿Cuáles son los desafíos que tiene hoy el Trabajo Social en su intervención ante esta realidad tan compleja?
Los desafíos pasan por poder estar en contacto con esta realidad, marcada por la desigualdad, y hacer ver la construcción de subjetividad que proponen estos modelos ultraderechistas o neoliberales. Uno de los desafíos es visibilizar cómo construyen a los sectores más castigados en la inferioridad o en la imposibilidad. Hay mucha gente que cree que eso es lo lógico y lo normal. El Trabajo Social tiene muchísimos instrumentos y una larga historia de reconstruir sociedades y desarticular los discursos de naturalización de la pobreza y la opresión.