
Cada fin de mes miles de hogares argentinos enfrentan el desafío de estirar un sueldo que parece desvanecerse antes de lo previsto. La inflación, los aumentos constantes en alimentos y servicios, los alquileres y los salarios que no logran recuperar su poder adquisitivo han convertido la economía doméstica en una carrera de resistencia.
Según una encuesta de la consultora Proyección, el 36,2% de los argentinos considera que “no llegar a fin de mes” es su principal preocupación, incluso por encima de la inseguridad. Además, el 36,6% de la población afirma que debe reducir sus gastos para poder cubrir sus necesidades mensuales. Esto es: desde achicar consumos esenciales hasta recurrir a tarjetas de crédito, y así la realidad económica se vuelve cada vez más compleja.
Luciana Luna, vecina de San Miguel, trabaja como empleada doméstica y convive con su familia en una casa donde los ingresos son escasos. “Mi economía cambió bastante en estos últimos tres años. Me quedé sola a cargo de mi familia y dos de los que viven conmigo se quedaron sin trabajo”, cuenta.
Para ella, la dificultad no es solamente llegar a fin de mes, sino sobrevivir día a día con aumentos constantes. “Cada semana hay un aumento diferente de cada cosa. Pienso que ya no es a fin de mes, sino todo el mes el que cuesta”. Por eso, para administras mejor el dinero destaca que “uno tiene que manejarse diferente con la plata, hay que buscar el mínimo para poder llegar y sobrevivir el mes”.
Gustavo Valdez, residente del partido de Moreno, topógrafo y padre de familia, ha atravesado períodos de desempleo en los últimos años y tuvo que recurrir al endeudamiento para sostener los estudios de sus hijos. “El sueldo no alcanza y hubo que recurrir al endeudamiento. Pagar los gastos de estudios de mis hijos se hace cada vez más difícil por los aumentos”, sostiene, y agrega que, como muchos argentinos, optó por reducir gastos esenciales tanto en alimentos, vestimenta y salidas.
Por su parte, Orlando Nieto, jubilado morenense de 71 años, comenta que se enfrenta a una realidad aún más dura al cobrar la jubilación mínima de 259.000 pesos y admite que no le alcanza para cubrir el mes completo. “Cuesta cubrir la atención médica porque muchas veces los turnos en la obra social son muy largos y tenemos que pagar un médico particular”, cuenta y agrega que su dieta, como la de muchos, también cambió drásticamente: “Hacemos una comida al día y si queda la comemos a la noche, cuando antes comíamos dos veces al día. Dejamos de comer fruta y reducimos el consumo de carne que tratamos de reemplazarla con pollo cuando podemos”.
Candela Sleiman, estudiante, administradora de una inmobiliaria y vecina de Moreno, aprendió a planificar cada gasto con un mes de anticipación. “Destino casi el 50% de mi sueldo al alquiler y los servicios básicos. Luego organizo lo que me queda para comida, transporte y posibles emergencias. Si quiero comprar algo extra, como muebles para mi casa, tengo que distribuirlo mes a mes”, dice. A diferencia de otros testimonios, Candela ha logrado evitar endeudarse: “Por suerte no me endeudé, pero llego justa. A veces pienso en pedir un préstamo con la tarjeta, pero me da miedo después no poder pagarlo”.
El uso de las tarjetas de crédito y los préstamos personales se ha vuelto una herramienta de supervivencia para muchos, pero también una carga. Valdez cuenta que su deuda creció hasta volverse difícil de manejar. “Cortamos el endeudamiento en tarjetas al mínimo indispensable, solo para mercadería. Actualmente estoy pagando solo el mínimo, pero se hace una bola de nieve”.
Nieto, por su parte, tuvo que recurrir a un préstamo de ANSES para costear gastos médicos y cubrir otras necesidades básicas. “Nos descuentan 50.000 pesos por mes, pero la necesidad me llevó a eso. Al menos el descuento es automático, pero nos reduce aún más el sueldo y eso genera angustia a pesar de haber sido usado para tener un poco de tranquilidad cuando uno tiene una necesidad de urgencia”.
Para muchos, el desafío de llegar a fin de mes se convirtió en parte de la rutina, y las estrategias para sobrevivir a la crisis son cada vez más extremas. Mientras la inflación sigue deteriorando el poder adquisitivo, las familias siguen ajustando su presupuesto.