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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Murgas 2023. Los carnavales se vuelven a encender

En los barrios del Conurbano vuelve a latir el ritmo murguero. Cuentan sus vivencias comparsas de Moreno, General Rodríguez y San Miguel.
“Acá llegás y sos aceptado, podés bailar como te salga”, dicen desde Resakadxs del Trueno, murga de San Miguel.

El espíritu murguero se hace presente en prácticamente todas las ciudades de nuestro país, pero más profundamente en los barrios del Conurbano bonaerense. Las murgas barriales son entidades independientes que buscan hacer del arte una forma de inclusión y de lucha. Estas agrupaciones ensayan durante todo el año para aportar fiesta y carnaval en los barrios durante los meses de febrero y marzo.

Se tratan de organizaciones autogestivas donde el día a día verdaderamente importa. “Tratamos de generar ingresos laburando. Queremos inculcarles a los más chicos y a sus familias la cultura del trabajo, no todos tuvieron la oportunidad de crecer con los mismos valores que nosotros. Nos manejamos poniendo una meta, un monto que necesitamos para determinado objetivo; ya sea para los viajes, la confección de los trajes o el arreglo de los bombos. A partir de ahí empezamos a laburar entre todos para llegar a esa cifra. Hacemos rifas, choris, canelones, lo que sea. Nos la rebuscamos para generar ingresos”, afirma Nicolás Morales, director del Centro Murga Matadores de General Rodríguez.

Siga el baile, siga el baile

Las murgas barriales son, antes que nada, inclusivas. Cualquiera puede sumarse, ya que, además, son gratuitas; el único requisito es “que tengas ganas y seas buena persona. Acá llegás y sos aceptado, podés bailar como te salga, usar pantalón largo o bermudas. Podés cantar, bailar o tocar, lo que quieras. Todo se aprende. La murga es, justamente, un espacio de aprendizaje”, sentencia Feku, miembro de la murga Resakadxs del Trueno, oriunda del Municipio de San Miguel.

Asimismo, Feku transmite a su pesar su conflictiva relación con las autoridades locales: “No nos apoyan, por el contrario, nosotros ensayamos generalmente en el Corredor de Muñiz y hasta nos han llegado a mandar a la policía para desalojarnos. Es triste. Nosotros buscamos transmitir el carnaval, la fiesta barrial, el folclore”.

Estas agrupaciones ensayan, generalmente, en espacios públicos donde puedan estar en cercanía con el barrio y con la gente. “El espacio de la murga es el espacio público en sí mismo, puede ser una plaza o hasta una misma calle. También puede ser un espacio cultural, un centro cultural, pero el espíritu murguero es habitar el espacio callejero como un espacio de todes para acercarse a la gente”, comenta Roxana “Roxy” Sotelo, murguera de Lxs Mocosxs del Encontronazo, agrupación del Barrio Santa Brígida, Moreno.

Las murgas propias de los barrios buscan fomentar una forma de lucha construida desde diferentes expresiones propias del arte, se involucran socialmente y se conciben como una forma de socializar, generar vínculos y convivir con el otro. No buscan la competencia, por el contrario, pregonan la libertad y los buenos valores. “Nuestra murga es familiar, tenemos reglas, acá no se puede fumar ni tomar y, ante todo, hay que respetar. Tampoco podés dejar a tu hijo e irte, hay que pasar el tiempo en familia. La murga es una familia conformada por muchas familias”, dice Nicolás Morales.

Esta implicancia social se ve expuesta en que, al día de hoy, son muchas las murgas donde modificaron su identidad en pos de la inclusión. Por ejemplo, “Resakadxs del Trueno” y “Lxs Mocosxs del Encontronazo” cambiaron sus nombres adaptándolos a lenguaje inclusivo para que todas las expresiones de género dentro de la agrupación sean integradas.

Los murgueros conciben a la murga y a su espacio de expresión, la calle, como un sitio de lucha. Según Roxy: “La murga surge como una burla a la clase dominante y los militares, inclusive sus trajes y el desfile en sí, parten de ahí. Vos cortás la calle y se produce la magia, el arte. Las canciones las construimos entre nosotres a partir de las inquietudes de cada barrio.”.

La murguera agrega: “Algo que me parece muy loco es que, a pesar de que no hay una temática en los corsos, muchas veces hay varias murgas hablando de un mismo tema. El espíritu es comprometerse, contar la realidad a partir de las diferentes expresiones del arte. La murga es el arte de los barrios, se gestó en los barrios y existe como la forma de expresión los barrios pobres”.

La comparsa del Centro Murga Matadores, en el corso que se hizo en Trujui el fin de semana pasado.

El carnaval de la pospandemia

Sin embargo, tras la pandemia, muchas murgas desaparecieron y otras se vieron obligadas a cambiar sus dinámicas por falta de gente. “Estar años sin nuestro espacio de expresión, sin las calles, nos dejó sin adolescentes. Al día de hoy la mayoría de los miembros regulares de la murga somos mayores de 20 años. Hace 10 años la movida en Moreno era muchísimo más grande, con grandes murgas destacadas y gente de todas las edades, hoy eso cambio un poco, pero empieza a revertirse paulatinamente”, cuenta Feku.

Por otro lado, la murga también se establece como punto de partida para espacios de aprendizaje. Tanto Resakadxs del Trueno, como Lxs Mocosxs del Encontronazo y el Centro Murga Matadores, actúan como una suerte de centro, en  el cual se dictan talleres gratuitos de danza, bombo y platillo, murga tradicional, entre otros; e inclusive dan clases de apoyo escolar para los más chicos. En el caso del Centro Murga Matadores funciona dentro de su propio espacio denominado “La Casita de la Murga”, el cual ellos alquilan y costean generando ingresos desde la murga.

Respecto a los eventos murgueros, el principal es el carnaval que se desarrolla durante este mes y el que viene. A lo largo de los corsos, cada murga expone su recorrido y aprendizaje a través de la danza, la música y, en líneas generales, el arte. “Otra forma de generar fondos para afrontar los diferentes gastos de la murga es organizar corsos en los barrios, invitando a la gente a acercarse y a diversas murgas amigas a participar. Esto funciona desde la reciprocidad. Yo invito murgas, vienen y después, cuando ellos organizan sus propios carnavales, nosotros vamos. Nos ayudamos entre todos”, finaliza Nicolás Morales.

Para concluir, las dificultades de llevar adelante una agrupación de este estilo son muchas, : todo es a pulmón y la ayuda estatal es casi inexistente, sin embargo, son más las ganancias que las pérdidas cuando se trata de una murga barrial, ya que todo el esfuerzo se recompensa en la unidad, en la alegría y la transmisión de valores. En palabras de Roxana: “Somos una gran comunidad, todes nos conocemos entre todes y todes nos ayudamos entre todes. Mantener una murga es complicado, pero se hace mucho más llevadero cuando esto te apasiona”.

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