Nuestro derecho, nuestro lugar, nuestro futuro…

Texto:

Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Sequías: en busca de la lluvia perdida

La escasez de precipitaciones en distintos sectores del país provoca consecuencias ambientales y económicas. ¿Qué dicen los especialistas?
El impacto de la sequía es tanto ambiental como económico.

Argentina comprende un extenso territorio que presenta climas y biomas muy diversos. Sin embargo, el fenómeno de sequías se presenta, en muy distintos grados y periodos, en casi todo el país. Sequía significa que, durante un período de tiempo, las probabilidades de lluvia son bajas o los caudales de los ríos están por debajo de lo normal. Entonces la cantidad de agua no es suficiente para satisfacer la demanda de todos los seres vivos. Pero nadie imaginaba que dicho período iba a ser tan largo como el que se transita actualmente, teniendo números similares con las recordadas sequías entre 2008 y 2009.

Uno de los últimos informes elaborado por el Sistema Meteorológico Nacional (SMN) en conjunto con la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequías aporta que “la superficie afectada por sequía en el país superó las 160 millones de hectáreas, incrementándose el área en sequía severa al norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe y Entre Ríos hacia Córdoba y San Luis”.

Casi 23 millones de hectáreas son las que se encuentran en un estado de riesgo en la zona mencionada. Al norte de la provincia bonaerense hay muchas pérdidas en trigo, retrasos en siembras de soja y maíz, suplementación en ganadería, afectación en frutales y voladura de suelos en días ventosos.

En base al Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica (SISSA), alrededor del 54% de la Argentina enfrenta diferentes grados de afectación por la falta de lluvias (más de 1,3 millones de kilómetros cuadrados). Uno de los estados más preocupantes lo tiene la provincia de Buenos Aires, con casi 40% del territorio en una situación de sequía extrema. En diversas localidades del norte y este llovió hasta 500 mm menos de lo normal, obteniendo récords de precipitación acumulada mínima. Solamente un 6% de la provincia no está seca, el resto sí lo está.

Hay un fenómeno que explica por qué se presenta tanto déficit de precipitaciones en el país. Se trata de “La Niña”. Natalia Gattinoni, licenciada en Ciencias de la Atmósfera e integrante del Instituto de Clima y Agua del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), detalla la razón de dicho fenómeno: “Ocurre en el Pacífico ecuatorial, y requiere que la atmósfera y el océano estén acoplados y se muevan en conjunto. Las aguas más frías del océano van a impactar sobre el movimiento de la atmósfera. Ese juego entre el océano y la atmósfera hace que choquen y se generen ondas, y luego afecte a la falta de lluvias”.

Por eso, cuando la temperatura de la superficie del océano decrece y se torna más fría, hace referencia a La Niña, mientras que cuando se registran temperaturas mucho más cálidas, se habla de El Niño. Con el agua a bajas temperaturas, la atmósfera larga vientos y cambios de presión a ese enfriamiento.

Además, Gattinoni vaticina que “hay un 70% de probabilidades  de continuar con esta fase hasta febrero. Los eventos de lluvia que pueden darse tendremos que ir monitoreándolos semanalmente. Eso es lo complejo de este tipo de situaciones, al tener un trimestre seco sí o sí tenés que valerte de esos pronósticos a corto plazo. Todo lo contrario pasa si a vos te dicen que este trimestre es húmedo o será húmedo, eso te da un alivio. Pero en estas situaciones, seguiremos  con mucha incertidumbre”.

Más allá de estar en una época de “Niña”, resulta posible que se presenten lluvias en determinados momentos. “Hubo oportunidades en las que la lluvia llegó en momentos claves”, expresa la integrante del INTA. Así lo manifiesta también el informe hecho por el Servicio Metereológico Nacional (SMN), porque enuncia que “las lluvias en el sector brasilero de la cuenca del Iguazú generaron un repunte significativo que produjo un incremento en el caudal ingresante al Paraná y generó aumentos en los niveles en aguas argentinas”.

Muchos investigadores internacionales y profesionales de la Meteorología quisieron determinar cuánto llueve en Argentina. Sin embargo, no pudieron lograrlo, y así lo explica Federico Isla, Doctor en Ciencias Naturales: “En Argentina es diferente porque podés tener un año que llueve muchísimo u otro año que prácticamente no llueve nada. Estamos en un continente asimétrico, donde tenés la gran cantidad de humedad que se desplaza por el Océano Pacífico. Entonces es imposible decir en esos proyectos cuánto llueve en un año común porque es indescifrable”.

Las consecuencias son para todos

Las sequías extremas tienen importantes impactos en el ambiente, la agricultura, la economía, la salud y la sociedad. Todos están expectantes por la lluvia, especialmente aquellos que sufren impactos en su economía. “El efecto en la sequía uno lo ve reflejado en lo económico, es lo primero. Encima lo más afectado es la mayor área productiva a escala nacional. Hay cuestiones a nivel de productores, que uno ve el desánimo de esas inversiones que pusieron al inicio y que después, por ejemplo, ese trigo que sembró quedó chiquito y no dio el rendimiento potencial”, explica Gattinoni.

 Por su parte, Isla evidencia que “la cosecha de soja está muy comprometida, sobre todo en el norte argentino. En Santa Fe, Santiago del estero, ahí la planta ya no crece. Por ahí tenemos más suerte en el sudeste de Buenos Aires donde ha llovido algo. Estuve en el norte de Buenos Aires, ahí la seca es muy grande y no ha llovido”.

Ya el Banco Mundial en 2021 elaboró un informe llamado “Inundaciones y sequías, los riesgos climáticos que más impactan a Argentina”. En cuanto a los impactos macroeconómicos de las sequías indica que “han resultado ser muy costosos para la economía argentina e incluso podrían serlo mucho más en el futuro si las sequías inducidas por el cambio climático reducen los rendimientos agrícolas más severamente y con más frecuencia que en el pasado”.

Las sequías de 2022 y comienzos de 2023 profundizaron los riesgos: hubo dificultades en cultivos de invierno, retraso generalizado en siembras por falta de humedad, afectación en ganadería con descarga de campos,  suplementación estratégica, reducción de preñeces y pariciones y merma con respecto a la oferta de leche.

No solo se trata de consecuencias que tienen que ver con el aspecto económico, sino que también hay efectos en el ambiente, especialmente en los suelos, cuando las lluvias escasean. Noemí Cruz, vocera de Greenpeace en materia de bosques, aclara la problemática ambiental: “Un suelo que se encuentre sin cobertura vegetal, se va erosionando y volando más. Se pierden los nutrientes que pueda tener, se impermeabiliza y no absorbe agua, no la retiene”.

La importancia de los bosques

Los bosques cumplen un papel fundamental en períodos de sequías. Garantizan la absorción de agua, en un sistema complejo, y la retienen para soltarla gradualmente en la época seca del año, cuando discurre por ríos y arroyos, es el llamado “efecto esponja”. A su vez, la cobertura que brindan protege al suelo de la erosión, mientras que si llueve, atenúan la velocidad de las gotas, y protegen al suelo. Los árboles con la sequía sufren estrés hídrico y en muchos casos mueren, en otros casos son víctimas de incendios.

Según estudios del INTA, el bosque nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora. “Son la fuente de nutrientes continua, que permite que exista el bosque e infinidad de habitantes. Con los bosques se garantiza un termorregulador climático. Sin ellos, el suelo queda expuesto”, argumenta Cruz.

¿Qué hacer ante las sequías?

Isla, también investigador superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), aconseja no esperar el período del Niño, en la cual las lluvias aparecen en gran medida, sino que propone sacarle provecho también a la sequía: “Es inevitable este lapso. Por eso, en los lugares donde no hay drenaje y también en los que tenemos humedales, como pueden ser algunas de las lagunas encadenadas en el oeste de Buenos Aires, hay que ahondar a estas para almacenar agua. El gran problema que han hecho históricamente es que drenaron antiguas lagunas, pero que van a volver a inundarse en algún momento”.

Otra de las sugerencias que aporta Isla es que “se debe intensificar la cosecha, hay que asegurarse. En nuestro país tenemos planicies que te permiten tener hasta tres cultivos al año con un buen nivel de agua”. Dicho aporte puede ir acompañado de la primera idea de almacenamiento del agua en lagunas

Comparte esta nota 

otros artículos
relacionados

Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Moreno

Av. Bme. Mitre N° 1891, Moreno (B1744OHC), provincia de Buenos Aires.
Edificio Histórico – Ala Oeste P.B. – Interno: 3771
Teléfonos:
0237 460-9300 (líneas rotativas)
011 2078-9170 (líneas rotativas)
Correo electrónico: anunm@unm.edu.ar

UNM_bicentenario_blanco
Ingresar usuario y contraseña
Logout