En Argentina hay más de 9 mil niños, niñas y adolescentes alojados en dispositivos de cuidado residencial o familiar. Según los datos consignados hasta 2020, el 24% tienen menos de 5 años. El 37%, entre 6 y 12 años y el 32%, entre 13 y 17. El problema no es solo que haya muchos chicos en los hogares sino también que los adultos quieren adoptar únicamente niños pequeños.
Con la finalidad de fomentar la adopción de niños grandes, madres y padres adoptantes crearon el hashtag #Adoptenniñesgrandes en la red social Twitter. Todos los viernes una historia distinta de adopción inunda la plataforma y se viraliza de forma tal que llega a otros usuarios. Los mitos de adopción en Argentina son muchos pero los promotores de la iniciativa aportan su granito de arena para sacarle la duda a quienes quieren comenzar en este proceso. Daniela Blasco, abogada y una de las pioneras de la campaña dice: “Buscamos dar a conocer que hay otras edades para adoptar y no solo bebés”. Además, dice que el hashtag sirve para encontrar otros padres adoptantes ya que conocer a personas que están pasando por lo mismo ayuda a quienes están en esa búsqueda.
Asimismo, la campaña tiene una razón de ser y es que padres quieran adoptar niños mayores a 5 años. Claudio Mazuqui, juez de Niñez y portavoz del hashtag, comenta que la situación de adopción es más difícil para esos niños que pasan ese rango etario. “Muchas veces no podemos lograr la adopción porque las personas que están anotadas no quieren niños grandes. A nivel nacional, cerca del 90% eligen que sea de 1 a 2 años. Y luego la franja, en porcentaje, se va achicando”, sostiene el juez.
Esto es un inconveniente pero además abre una gran incógnita. ¿Por qué las personas prefieren niños más pequeños? Cuando se pregunta, la respuesta llega rápido. Ellos quieren tener las “primeras veces”. Es decir, buscan no perderse el cambio de pañal, los primeros pasos y más. Por eso, Blasco afirma que hay miles de primeras veces que se pueden vivir con un niño grande.
En sus años de búsqueda, espera y deseo de ser madre, Blasco relata que se inscribió en el año 2012 en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA). En su solicitud había seleccionado un rango de edad 0 a 6 años, no obstante, nunca la llamaron. Años más tarde, en el año 2018 comenzó a presentarse en las búsquedas de adopción para adolescentes. “Los años pasaban y pensé que no era la misma que se anotó en 2012, no me veía cambiando pañales, pero sí con un niño más grande, que pueda hablar y sea más autónomo”, comenta Daniela
En diciembre de 2019, dos días antes de su cumpleaños, una llamada del juzgado lo cambió todo. Su espera había terminado. Comenzaron las entrevistas, y las visitas a una estación de servicio cerca del hogar junto a una trabajadora social y Mariana, su hija de 14 años, y finalmente la adopción. “Nuestros primeros encuentros fueron en un café cerca del hogar. Lo principal era tender puentes”, (coma) expresa la abogada y agrega: “A través de la música, comenzamos un vínculo. Empecé a aprender sobre TRAP y ella me tomaba examen”. Ese y otros son sus recuerdos importantes para destacar porque, como ella misma comenta, la adopción se construye.
El deseo de adoptar luego de una película
El anhelo de ser madre, en algunos casos, ya está cubierto. No obstante, aparece otro y es el de cambiar una vida. Eso le sucedió a Paula Resnik, luego de ver el dramático film argentino “Joel” en 2018. Carlos Sorín, director de la película, trata de visibilizar e incomodar a los espectadores con una historia cotidiana sobre la adopción de un chico grande. Resnik quedó inquieta con esta realidad y gracias a dicho film, comenzó a averiguar qué pasaba con esos niños que nadie adopta y tomó una decisión: “Pensé ¿por qué no ofrecer nuestra familia a alguien más? Yo ya tenía dos hijos, Lucas y Mateo, que me apoyaron y estaban de acuerdo”.
Además, en este camino se enteró que el trámite no es desgastante ni de muchos años. “Te piden papeles lógicos y normales”, asegura Paula.
Según Mazuqui, la ley es perfecta desde que se reformuló el Código Civil y Comercial en el año 2015. El objetivo de modificarla era subsanar los defectos de la ley 24.779 de adopción y establecer mecanismos ágiles y eficaces a fin de garantizar el derecho de los niños, niñas y adolescentes a vivir en el seno de una familia adoptiva. Los requisitos para adoptar son: tener 25 años de edad, tener por lo menos 16 años más que la persona que tendrá una nueva familia y registrarse en el RUAGA que corresponda a su domicilio.
Luego de cinco meses desde su inscripción al RUAGA, Paula fue madre de nuevo. Adoptó a Verónica, una adolescente de 14 años. Afirma que hubo muchas primeras veces, y obvio, peleas. Sin embargo, charlan y tratan de entender lo que ocurre en ese momento. Porque bajo su lema de adoptar y transformar realidades, expresa que lo más importante es entender y destacar que los chicos no se devuelven.
La situación de los hogares en Moreno
Entre mitos y realidades de adopción, se destaca el hogar “Casa de Teresa”, ubicado en la localidad de La Reja, de Moreno, que ha llegado a alojar hasta 46 chicos pero nunca han logrado una adopción. Leandro González , docente y director del hogar comenta que tuvieron un intento de que dos hermanos se vayan pero los chicos volvieron a la institución. “En nuestro caso es muy complicado llegar a la adopción porque trabajamos con adolescentes y grupos de hermanos”, afirma González.
Actualmente el hogar cuenta con 16 chicos de 6 a 18 años. Quienes cumplen la mayoría de edad suelen quedarse hasta que forman una pareja y se van a vivir solos. Leandro comenta que están implementando un proyecto donde los mayores de 19 años se independice y busquen trabajo que les permita tener independencia económica y puedan insertarse en la sociedad.
De todas formas, la situación de los hogares es que no dan abasto (económicamente. En este caso, el ingreso de beca que reciben por parte del Estado cubre solo el pago de luz y el de los operadores. El resto de los gastos lo cubren Leandro, amigos y vecinos de la zona.
Desafortunadamente para el ex hogar “El Arca”, ubicado en Moreno, los problemas económicos fueron muchos y dejó de funcionar en el año 2016, luego de que le sacaran el subsidio que tenían para los materiales, comida y suministros básicos. “Tratamos de organizar de todo, rifas, pedíamos en los countrys de la zona y no se pudo sostener”, comenta María Marta Trezza, trabajadora social y ex empleada de El Arca.
Si bien El Arca funcionó más de 20 años como lugar de acogida y no de adopción porque los niños tenían al menos un vínculo familiar, debían irse cuando cumplían su mayoría de edad
Actualmente, la situación de los hogares depende de los distritos. No obstante, los entrevistados coinciden en que no todos están en condiciones para la cantidad de chicos que hay. Por eso mismo, refuerzan su lema: adoptar niños grandes para cambiar una vida, transformar la suya, y en el camino, conocer personas que pasan por lo mismo y apoyarse.