La literatura de una de las tradiciones políticas más significativas del siglo XX en Argentina es el eje del volumen, publicado por primera vez en 2021 por Tren en Movimiento. Además, recientemente Ediciones Polifemo publicó Narrativas de la cohesión social en publicaciones periódicas del Cono Sur americano (1900-1940), del que Minguzzi también fue el compilador, en este caso con Ricardo González Leandri. En diálogo con ANUNM, el responsable de la asignatura Estructuras Narrativas Audiovisuales en la UNM explica las claves de estas producciones.
¿Qué significa Contra toda autoridad para usted? ¿Qué sensaciones le produce su reedición?
Mucho. Es un libro que hace mucho tiempo tenía ganas de hacer. Cuando uno pasa mucho tiempo de su vida en las bibliotecas anarquistas, se da cuenta de la riqueza del material. Yo pasé diez años en la Biblioteca de la Federación Libertaria Argentina (FLA) ordenando papeles y leyendo. Había en la biblioteca de la FLA desde textos de Priot Kropotkin hasta periódicos de la década del ’60. Uno se da cuenta estando ahí de la riqueza de ese material en términos literarios. Básicamente, soy egresado de la carrera de Letras, soy profesor de Letras e hice mi Doctorado en Letras y cuando uno empieza a recorrer ese material se da cuenta que esa producción no está en ningún lado.
Después de terminar mi Doctorado, que fue un Doctorado en literatura anarquista, me di cuenta que había una muy buena antología de cuentos anarquistas española que tenía un título maravilloso, Dinamita Cerebral, y también una antología del Cono Sur, pero faltaba mucho material que se había descubierto hace poco tiempo. Junto a este compañero, Daniel Vidal, nos hicieron la propuesta desde la editorial Tren en Movimiento y decidimos hacer esta nueva antología de literatura anarquista con un montón de nuevo material que tanto él como yo habíamos revisado y que no estaba en ninguna parte.
En lo personal es una reivindicación a tantas noches pasadas leyendo con frio en las bibliotecas anarquistas. Hay algo importante, la protesta social y la organización social en Argentina se inicia con esta gente, se pasa de la sociedad de resistencia a los sindicatos, de los sindicatos a la actividad cultural. Es decir, la conformación de la masa trabajadora que tiene una producción artística importante nace con esta gente y eso no estaba en ninguna parte.
¿Qué dimensión alcanzó la producción literaria anarquista rioplatense? ¿Y qué géneros abarcó?
Géneros todos. Una de las prácticas importantes en los actos anarquistas era el cuadro filodramático, es decir, que había teatro. La producción teatral anarquista rioplatense es muy importante. Inclusive, hay autores que sientan el canon de la literatura teatral en el Río de la Plata. Obviamente, hay mucha producción de cuentos, pero también hay mucha producción poética. ¿Por qué? Básicamente, para el anarquismo siempre la palabra era una acción. Entonces, mucha de esta literatura que está en el libro era para leer en los actos. Es decir, no tiene esta literatura una dimensión de la lectura a la manera burguesa, solo en tu casa en tu escritorio, era literatura para ser leída en los actos del anarquismo. La marca de la oralidad está presente.
¿Qué géneros abarcó? El cuento, la poesía, el ensayo. Hay mucho ensayo de interpretación. Hay un texto, de un autor anarquista catalán que estaba en Buenos Aires, que se llama “La Educación del Peligro” que hace una reivindicación del desnudo como forma artística. La producción literaria anarquista rioplatense abarcó todos los géneros, fue muy rica en ese momento y además tiene un vínculo con la protesta social que ninguna otra literatura tiene.
Tanto Narrativas de la Cohesión Social como Contra Toda Autoridad recuperan cuestiones de la historia argentina que han sido un poco corridas de foco ¿En dónde cree usted que reside la riqueza de desarrollar trabajos que apunten a eso?
Hoy por hoy, muy poca gente se reconoce con un pasado de pueblo originario. Sin embargo, los últimos trabajos demuestran que un 60 por ciento de las personas tiene antepasados de pueblos originarios. Es decir, hay una versión de la Argentina oficial muy construida y muy aceptada.
¿Por qué es importante reivindicar el anarquismo? Porque el anarquismo a esa versión de la cohesión social lo que hizo fue ponerla en entredicho. Vas a escuchar a muchos liberales argentinos diciendo que nuestra etapa de gloria fue la de 1930, pero nadie dice que en esa “etapa de gloria” el 42 por ciento de la gente estaba desnutrida y el anarquismo eso lo expone. No era una Argentina tan armónica en términos sociales.
El anarquismo lo que está demostrando es que existía una protesta social y que existía una gran cantidad de gente que no entraba en el “nosotros”, por eso es importante rescatarlo. Cuando empezamos a revisar por qué nos sentimos argentinos, qué es ser argentino, qué incluye la argentinidad, también deberíamos incluir al anarquismo. El anarquismo como aquellos que protestaron desde el inicio contra los límites de ese nosotros que parecía armónico y en realidad no lo era.
Por eso es importante rescatarlo en ese punto, como una versión de la Argentina liberal no tan armónica, no tan maravillosa. Había una protesta social importante en manos de esta gente que produjo en términos culturales algo inigualable en lo que fue de 1900 a 1910 en América Latina la conformación de un sector anarquista que era importantísimo cultural, política y teóricamente.
¿Cuál fue la relación entre el imaginario de país que el Estado argentino postulaba y la realidad planteada por las publicaciones anarquistas?
La diferencia era mucha. Hasta 1915 o 1920, inclusive, luego de darse la Semana Trágica, después de acontecer mucha represión, la inmigración era todo un tema para las publicaciones anarquistas. Había publicaciones periódicas anarquistas que estaban en hebreo, en italiano y en francés. La comunidad migratoria era una preocupación constante para el anarquismo.
Más allá de que en todas las publicaciones periódicas se denuncia esta idea de la versión de una argentina rimbombantemente feliz, uno de los militantes más importantes, un español llamado Félix Basterra, saca un libro titulado El Crepúsculo de los Gauchos. El libro tiene varios apartados, narra un viaje por el territorio argentino y lo que hace de alguna manera es destruir la imagen de la Argentina como un país que está preparado para que el inmigrante sea feliz. Ese libro lo publica en Montevideo después de ser desterrado de Argentina por la ley de 1902 y desde allí denuncia esta imagen de que la Argentina va a recibir a los inmigrantes con los brazos abiertos cuando, en realidad, vivían mal en Buenos Aires y vivían peor en el interior. Además, denuncia a todos los publicistas de la Argentina en Europa que decían que esta era una tierra de oportunidades.
El anarquismo se ocupó fuertemente de desarmar esa versión de que Argentina era el lugar donde todo el mundo venía a “hacer la América”. La inmigración fue alertada. La revista Martín Fierro en su primer número saca una nota muy grande que se titula “Los Gringos” con una foto de inmigrantes en la cubierta de un barco alertando que los problemas que estaban en Europa también estaban en América y que no llegaban a la tierra prometida. Hasta ese punto estaban consustanciados de alertar a los inmigrantes que en esta tierra no venían a “hacer la América”.
¿Cómo fue la labor para obtener un libro las características de Narrativas de la cohesión social? ¿Y cómo se dio su incorporación al grupo de trabajo?
Son grupos que ya existían. El primer grupo que existía trabajaba sobre la legislación laboral en Argentina en el siglo XIX. En este grupo estaba uno de los autores que es Ricardo González Leandri. Yo venía trabajando con él en otro ámbito que tenía que ver con imaginarios sociales. A su vez, yo había trabajado con gente de la Universidad Udelar de Uruguay, que también venía trabajando con literatura y política. Entonces, los distintos grupos fueron conformando una idea de empezar a trabajar el vínculo de los imaginarios sociales con las prácticas sociales en términos de sociabilidad y en términos de prácticas políticas. En la última reunión que tuvimos nos dimos cuenta que, mayoritariamente, todos trabajamos con publicaciones periódicas. Estaba presente fuertemente la idea de la construcción de imaginarios sociales que se hacían ‘versus’ las nacionalidades. Es decir, cómo esos imaginarios sociales, en realidad, ponían en entredicho la versión oficial de la cohesión social. El libro es básicamente eso.
Yo ingreso a este grupo, que venía trabajando con la legislación social, desde mi trabajo sobre las publicaciones periódicas anarquistas. Entonces, empezamos a hacer un trabajo sobre cómo hay un registro de las publicaciones periódicas de esta idea de la cohesión social, para bien o para mal. Hay una idea de cohesión social que es un relato oficial de qué somos los argentinos, de qué son los uruguayos, de qué son los chilenos, una versión oficial de esta idea de nacionalidad que porta una cohesión social. En otras palabras, trabajamos el otro lado de la cohesión social en términos de publicaciones periódicas.
¿Cuál es para usted la definición más pertinente del término para entender la relación entre cohesión social y el proceso inmigratorio en la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX?
Cuando uno habla de cohesión social tiene que tener en cuenta que la cohesión social es la construcción de un colectivo, de un nosotros, esta es la idea que todos los autores manejamos. Todos estábamos de acuerdo en algo, esta idea de que existe desde las elites dirigentes un relato, palabra que está muy de moda, de qué es este colectivo llamado Argentina, qué es este colectivo llamado Uruguay. O sea, un relato en torno a una cuestión de quiénes forman ese nosotros oficial que construyen las elites. Esa es la idea de cohesión social, que tiene, obviamente, una pata cultural muy importante.
Hay un relato de origen, sobre todo en Argentina, muchas veces inmigratorio, esta idea de la convivencia o el crisol de razas en la Argentina, pero también había otro tipo de construcción del nosotros en otros ámbitos como el uruguayo y el chileno. Entonces, trabajamos con esa idea de cohesión social cultural y a la vez política.
Las herramientas políticas en términos de agencias estatales que hacían posible la construcción de un relato de conformación de la cohesión social, por ejemplo, la educación. Hay dos artículos que trabajan sobre cómo esas agencias oficiales construían ese nosotros desde la salud, desde la educación o desde la asistencia social. Esto es, articulamos las prácticas políticas y los imaginarios sociales, concepto clave para la investigación, el concepto de imaginario social no determinista en términos marxistas, sino magmático, trabajamos mucho con (Cornelius) Castoriadis esta idea de un magma de ideas que forman un nosotros. Esto es lo que manejamos como idea de cohesión social, la pata política, la pata que tiene que ver con las prácticas sociales y la pata que tiene que ver con lo cultural, son tres dimensiones importantes en la conformación de un nosotros colectivo, eso hace a la cohesión social.
Una figura muy llamativa que se menciona en unos de los apartados del capítulo que usted escribió es la del “hombre tripa”. ¿De dónde nace esa figura y a qué se refiere?
El “hombre tripa” es otra de las versiones que tiene el anarquismo para empezar a plantear el problema del aburguesamiento de sus propios militantes. En el artículo en el que se menciona esta figura se cita muchas veces que alguien socialmente asciende con el esfuerzo de los otros, esta es la idea que está en “El Hombre Tripa”. El militante se conforma y empieza a perder su propia ideología porque empieza a obedecer a su propia tripa, a su estómago, a su buen comer. Esta es una idea que el anarquismo destroza en todas sus publicaciones, digamos, la idea de que sus militantes en algún momento se aburguesen es una posibilidad.
¿Por qué “hombre tripa”? Porque piensa con el estómago y no con la cabeza. La idea del anarquismo es completamente otra, en todas las publicaciones periódicas anarquistas aparece un modelo de militante, esto es de lo más importante que hay en las publicaciones periódicas. ¿Qué es un anarquista? Obviamente, siempre aparece como un hombre de ideas y ¿lo contrario al hombre de ideas qué es? El hombre que no tiene ideas y que piensa con el estómago. Este es el “hombre tripa” que están postulando y que tiene muchas versiones: El burgués, el inmigrante que llega y en base al esfuerzo de otros se transforma en un burgués o directamente alguien que hizo un negocio con otra persona, le fue bien y se olvidó de su militancia. Esta idea de defender las ideas y no el estómago está muy presente en el anarquismo.