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Estudiante de Comunicación Social (UNM)

Conectar responsabilidad

La Cooperativa Dignidad Laboral y la Universidad Nacional de Moreno unen fuerzas para promover el reciclaje de chatarra electrónica como notebooks, computadoras y celulares fuera de uso. Trabajo y cuidado del medio ambiente, las claves de la propuesta.
Monitores y CPU, a la espera de ser reciclados. Foto: gentileza Cooperativa Dignidad Laboral

El tratamiento de la basura es una problemática que no solo involucra a lo que se conoce como residuos sólidos urbanos (RSU) sino que también entran en juego aquellos materiales que provienen de dispositivos electrónicos, mejor conocidos como Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE).

Debido a la presencia de numerosas sustancias tóxicas, el tratamiento de elementos como celulares, notebooks y PC constituye una de las problemáticas ambientales que más ha crecido en la última década. Una adecuada gestión de estos dispositivos cuando dejan de funcionar permite disminuir su impacto en la contaminación ambiental, preservar la salud poblacional y recuperar materiales valiosos que podrán reinsertarse en otros procesos productivos.

Desde la Cooperativa de Trabajo Dignidad Laboral, ubicada en González Catán, Partido de La Matanza, se llevará a cabo un proyecto en conjunto con el Área de Vinculación Tecnológica de la Universidad Nacional de Moreno. El mismo se titula: “La Cooperativa de Trabajo Dignidad Laboral Lda como ‘refuncionalizador’ de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos RAEE” y tendrá como fin el reciclaje de este tipo de productos.

“El proyecto consiste en la refuncionalización de los RAEE. Básicamente es la reutilización de dispositivos electrónicos descartados ya sea por obsoletos o por deterioro. En este proyecto estarían involucradas en una primera etapa cinco personas que tendrán por delante las actividades de reparación, desguace y segregación”, cuenta Marcelo Medina, presidente de Dignidad Laboral.

Los miembros de la cooperativa serán promotores ambientales en la zona oeste, al realizar la tarea de comunicar y concientizar acerca de la separación de los residuos electrónicos en origen. Afirman que mientras que en los domicilios y oficinas este tipo de basura se separe, se podrá recuperar cada vez más para volver a ponerla en circulación, ensamblada en otros dispositivos.

La cultura del trabajo

La Cooperativa Dignidad Laboral ya tiene su historia. Nació en el contexto posterior a la crisis económica del 2001, con  asociados, que, en un principio, eran personas que habían sido excluidas del sistema laboral formal y que decidieron salir a la calle para procurar su sustento a través de la recuperación de cartón y plásticos. El paso siguiente fue formalizar ese proyecto colectivo para mejorar la recolección y así conseguir más volumen para la venta, certificándose como una cooperativa de destino sustentable para los residuos reciclables,

En la actualidad,  posee una planta de tratamiento de aceite y también recolecta a domicilio RSU,  especialmente en la localidad de San Justo. En el periodo previo a este nuevo proyecto de reciclaje de RAEE trabajaron (y todavía trabajan) con el consorcio empresarial Cencosud (dueño de las cadenas Easy, Jumbo, Blaisten, Vea y Súper Vea), además de tener presencia en varias provincias de la Argentina.

La cooperativa tiene mucha experiencia en la recolección de aceite vegetal usado y grasa (mejor conocido como cebo). El líquido que queda como desecho luego de freír, por ejemplo, una milanesa o papas fritas, es un residuo peligroso. La grasa animal de las carnicerías también es otro ejemplo. Este último residuo es el insumo necesario para convertirlo a biodiesel a través de un proceso reactivo no muy complejo. Como se señaló anteriormente, Dignidad Laboral también  trabaja en  la gestión de los RSU.

Traslado de RAEE dentro de la sede de la cooperativa. Foto: gentileza Dignidad Laboral

Conexiones

“El proyecto nació como una necesidad de un cliente de la cooperativa de disponer en forma correcta los aparatos eléctricos rotos, y al no estar preparados para esa corriente de residuos, empezamos a averiguar por una capacitación al respecto. Por ahora, el objetivo es prepararnos de la mejor manera posible y poder tener una nueva unidad de negocio en la gestión de residuos”, agrega Medina.

El convenio vigente entre la UNM y la cooperativa se dará a través de un cronograma de dictado de capacitaciones a los miembros de esta y proponiendo adecuaciones de infraestructura que permitan realizar una gestión sustentable de los RAEE. Por otra parte, también se capacitará a los asociados de la cooperativa sobre procedimientos de testeo y reparación de aparatos eléctricos y electrónicos.

Es aquí cuando interviene la directora del proyecto, Stella Maris Bonaventura, también Profesora Titular de la Licenciatura en Gestión Ambiental de la UNM, que dirige la Magister Marcela Álvarez: “Se espera como resultado del proyecto que la cooperativa pueda obtener el reconocimiento como ‘Gestor Refuncionalizador’, que le permitirá mejorar sus ingresos y contribuir a la generación de nuevos empleos, mejorar las condiciones de higiene y seguridad laboral y cumplimentar con la normativa ambiental vigente”, dice.

Bonaventura menciona además que los beneficiarios directos, que serán los miembros de la cooperativa, conformarán una nueva unidad de negocios. El impacto se podrá verificar sobre los 20 asociados que posee actualmente. Por último, este proyecto también influirá de manera indirecta sobre la comunidad en la medida que, según cuenta la docente, “contribuye al paradigma de la economía circular (alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido)”.

Carlos Meilán pertenece a la Dirección de Vinculación Tecnológica de la UNM, que forma parte de la Secretaría de Investigación y Vinculación Tecnológica de esa casa de estudios. Llegó al proyecto por haber tenido conocimiento de la cooperativa años antes, puntualmente de parte de Marcelo Medina, su presidente. “Cuando apareció un subsidio para cooperativas sabía que Dignidad Laboral estaba con ganas de realizar la recolección de RAEE. Se me ocurrió unir este subsidio que se hacía desde el Ministerio de Ciencia y Técnica con las necesidades de la cooperativa. De esa forma llegué al proyecto y acerqué a ambas partes”, asegura.

Si bien la temática es de alguna manera “novedosa”, año a año se generan toneladas de este tipo de residuos debido al constante avance de la tecnología, que deja obsoletos una gran cantidad de estos dispositivos electrónicos. “Cada artefacto electrónico tiene dentro componentes con metales pesados que requieren un tratamiento diferente al de otros tipos de residuos como los RSU (residuos sólidos urbanos). Los RAEE necesitan un tratamiento diferenciado porque también se pone en peligro la seguridad de aquellos que los manipulan. Es por eso que desde nuestro lugar como institución académica buscamos transferir conocimiento. Es la parte más sustantiva del apoyo”, reflexiona Meilán.

Él se lamenta que esta problemática no tenga aún el reconocimiento ni la visibilidad necesaria para que se tomen cartas en el asunto a gran escala, haciendo énfasis en que poca gente conoce de esta temática. “La palabra ‘RAEES’ causa mucha extrañeza. Es en ciertas ocasiones incluso desconocida para gente que trabaja en beneficio del medioambiente o en cooperativas de recicladores. Creemos que se debe actuar pronto para cambiar esta situación”, enfatiza.

La idea del proyecto, en un principio,  será ir a colegios, universidades o cualquier lugar donde haya artefactos electrónicos que ya no sean necesarios y puedan ser donados para luego ser intervenidos. Desde el oeste, una cooperativa y  una universidad del Conurbano unen fuerzas para dar trabajo y cuidar el ambiente, en el mismo movimiento.

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