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Graduada de Comunicación Social (UNM)

La tiranía del espejo

Los desórdenes alimentarios representan un severo problema de salud pública. El rol de las redes sociales, las consecuencias de la pandemia y los estereotipos de belleza como generadores de estos malestares. Hablan especialistas y pacientes.
Las señales a tener en cuenta para acudir a un profesional son ganas de realizar ejercicio compulsivamente, miedo a comer ciertos alimentos, tomar laxantes, ir al baño luego de cada ingesta o contar obsesivamente calorías.

Argentina es el segundo país a nivel mundial con más casos de bulimia y anorexia  después de Japón, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).  La Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA) realizó una investigación en nuestro territorio y reveló que el 70 por ciento de las mujeres no está conforme con su cuerpo y el 60  quiere adelgazar. ¿Cuál es el panorama actual de estos trastornos?

 El año pandémico dejó estragos en la sociedad argentina tanto económicos como psicológicos. Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son alteraciones y desórdenes mentales que afectan a la ingesta y al peso de la persona que lo padece. Este trastorno está catalogado como grave, porque tiene un basamento psicológico e involucra el área física. Eso se debe a la gran dificultad que tienen los pacientes en el modo con el que se vinculan con la alimentación”,afirma Virginia Mezzera,  psicóloga especializada en esta clase de patologías.

Encierro y malestares

Durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) y los meses siguientes, los casos aumentaron y con ello las consultas a nutricionistas, psicólogos y psiquiatras. Matías Rodríguez, integrante del Equipo de Trabajo Interdisciplinario en Trastornos de la Conducta Alimentaria (ETICAL) y médico psiquiatra, asegura:“Las consultas aumentaron casi un 100 por ciento”. Si bien la depresión y la ansiedad representaron la mayor parte de las solicitudes de ayuda, la bulimia y anorexia también ocuparon un espacio relevante. A veces este tipo de malestares psíquicos se solapan.  Lucía Bianchi,  psicóloga especializada en TCA, como Mezzera, afirma que “una persona acude por depresión” al consultorio pero “puede tener síntomas de trastornos de la conducta alimentaria.

Por su parte, Rodríguez complementa:Los TCA son comorbilidades; es decir, vienen acompañados de un cuadro que acompaña al trastorno alimentario. A veces puede ser ansiedad, depresión o trastorno límite de la personalidad”. Bianchi también resalta que es muy común que  haya conductas que se naturalizan y por eso se tarda en pedir ayuda. Además dice: “Hay una construcción social muy anorexígena. En general la ropa que está de moda es muy pequeña, diseñada para personas delgadas. Entonces es difícil que a una persona a la que le entra el talle 0 le haga ruido. El entorno, la familia o amigos, a veces son el gran despertador.”Por eso, es muy importante estar alerta a los indicios para acudir a tiempo a un especialista.

La pérdida de vida social, renunciar al placer alimentario, la mala relación con el cuerpo y la comida, el desarrollo biológico lento o inadecuado, son algunos de los problemas que padecen quienes transitan este tipo de trastornos. La nutricionista Irene Schvatzman, quien trabaja con un enfoque “no peso centrista”,  comenta: “Hay más predisposición a sufrir enfermedades porque la salud integral está alterada. En el corto plazo las repercusiones que se encuentran tienen que ver específicamente con cómo se manifieste un TCA. Por ejemplo, una repercusión de la anorexia puede manifestarse como desmayos, falta de energía o amenorrea; que en la bulimia no necesariamente se da igual”. Aparte, advierte que el mayor riesgo que hay en una persona con falta de nutrientes y energías es la muerte.

Atrapadas por la red

            Las señales a tener en cuenta para acudir a un profesional son: ganas de realizar ejercicio compulsivamente, miedo a comer ciertos alimentos, tomar laxantes, ir al baño luego de cada ingesta o contar obsesivamente calorías, entre otras. Estos indicios y algunos más  están publicados en el perfil de Instagram de la nutricionista Melanie Gutzweiler capacitada en TCA. La profesional considera que las redes sociales son disparadores de posibles problemas alimenticios. “Pueden influir en que se desencadene una trastorno alimentario por la comparación constante de los cuerpos, También los platos restrictivos y  los consejos de personas que no son especialistas, agrega.

La era de las redes sociales influye en cómo observamos y nos relacionamos con el exterior. Durante el aislamiento, sin contacto físico con otros y con el impedimento de poder salir a la calle, las mismas fueron el único “aliado” para sobrellevar esa época. Sin embargo, para quienes empezaron a confundirlas con la realidad esto resultó un problema.

La psicóloga  Mezzera reflexiona al respecto: “Lo que observamos con mis colegas es que todo lo que es visual y tiene que ver con la imagen preponderó mucho más que en otros momentos. Los pacientes más afectados fueron mujeres y jóvenes adolescentes que se vinculan con Instagram, donde se muestran los cuerpos casi perfectos de personas que se dedican a eso o que utilizan muchísimos filtros. Esto  influye  mucho en cómo los adolescentes se perciben”.

 Por su parte, quienes padecieron o padecen un problema alimenticio estuvieron más proclives a tener una recaída. María Belén Suárez, una joven cordobesa de 26 años de edad, conocida por su perfil @soybelusuarez,  con 34 mil  seguidores en Instagram,  y actual paciente por TCA, comenta su experiencia durante el ASPO:Estaba subiendo de peso al estar sedentaria y lo que hacía en mi casa veía que no me servía.  Entonces detonó en el impulso de tomar lavandina”. Si bien aclaró que fue por muchas cosas que se le sumaron, el síntoma había aumentado. “Empecé a comer más porque estaba aburrida y a vomitar de nuevo, algo que había dejado de hacer” expresa

 Esto mismo le ocurrió  a Emiliana Luciani,  quien  se dedica a subir recetas saludables en su cuenta de Instagram @emi.saludable,  con más de 101 mil seguidores. Tuvo una recaída luego de que haya pasado un año y medio de su alta. “Tuve una mudanza, problemas familiares, no había actividad física y no se podía salir, lo que también me afectó. Volví a engordar y estuve un mes y medio con un trastorno”, cuenta Emiliana. Ella  explica que el síntoma había vuelto a aparecer: “Empecé a vomitar y a comprar comida para vomitarla, porque ya no me gustaba lo que me devolvía el espejo”. Afortunadamente, Emiliana hoy goza del alta: “Lo agarré a tiempo, le dije a la psicóloga que tenía de nuevo los síntomas y se comunicó con mi psiquiatra. Lo importante es decirlo ,contarlo”, recomienda.

No obstante, los trastornos alimentarios no son solo un tema femenino. Según un estudio de Centro Centro Especializado en la Prevención, Investigación y Tratamiento de Bulimia, Anorexia y Sobrepeso, de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), entre los adolescentes que padecen bulimia o anorexia, el 90 por ciento de las afectadas son mujeres y el 10 por ciento varones. Además, entre otros desórdenes de esa clase se encuentran la vigorexia y ortorexia, que son más comunes en los hombres. En estos casos, la persona afectada puede presentar conductas obsesivas con mejorar su cuerpo porque lo ve muy delgado y sin músculos

 Lo que importa resaltar es que los TCA pueden tratarse. El psiquiatra Martín Rodríguez sostiene:Por lo general, los resultados de los tratamientos son muy buenos”. Y explica: “Hay tres pilares fundamentales para que esto ocurra: el  paciente debe estar predispuesto, debe haber una familia que contenga y el vínculo con el equipo interdisciplinario, psicólogo, nutricionista y/o psiquiatra, debe ser bueno de tal forma que  se adhiera a las indicaciones”. En Argentina muchas personas lidian con estas problemáticas. La recuperación posible y hacia allí deberían apuntar los esfuerzos de la sociedad y las autoridades.

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